Laura Marcilla es psicóloga, sexóloga y educadora sexual. Precisamente por esta última faceta de su profesión imparte regularmente cursos de sexología en institutos. En ellos, entre otras cosas, habla a los alumnos sobre las diferentes medidas anticonceptivas. Entre ellas, como es lógico, se encuentran los preservativos vaginales. Pero cuál fue su sorpresa cuando recientemente realizó una ruta por más de diez farmacias en busca de una caja para hablar de ellos a los adolescentes que acuden a sus talleres. Y es que no solo no logró encontrarlos, sino que en algunas de ellas ni siquiera sabían lo que eran. O incluso le dieron respuesta como: “No, no tenemos eso, pero sí la copa menstrual”.

La situación fue tan impactante que Marcilla no dudó en compartirla en una publicación de su cuenta de Instagram. No es para menos, pues esta es una medida anticonceptiva, útil también frente a las infecciones de transmisión sexual (ITS), que incluso cuenta con algunas ventajas en comparación a los preservativos para el pene.

Pero sin duda una de las ventajas no es la accesibilidad. Y es que, como decía en su publicación la sexóloga, los preservativos vaginales son como unicornios, hay quien dice que existen, pero poca gente los ha visto.

Ventajas de los preservativos vaginales frente a los de pene

Antes de hablar sobre las ventajas de los preservativos vaginales frente a los de pene, es importante remarcar que, si bien se les conoce también como preservativos femeninos, e incluso pueden figurar así en el envase, este no es el nombre más correcto. En primer lugar porque la medida anticonceptiva es cosa de todas las personas que participan en una relación sexual. Aunque solo sea una la que se lo coloque. Y, por otro lado, porque ni todas las mujeres tienen vagina ni todas las personas con vagina son mujeres. 

Dicho esto, los preservativos vaginales cuentan con varias ventajas. La primera es que, al no requerir una erección, pueden colocarse hasta 8 horas antes de una práctica sexual. Y eso, especialmente en determinadas circunstancias, es una gran ventaja. “Puede ser muy útil por ejemplo si vamos a salir de fiesta y sabemos que podemos tener una relación sexual durante la noche y que con un par de copitas quizás no vayamos a estar en condiciones de ponerlo bien”, explica Marcilla. “Por lo tanto, podemos salir de casa con él puesto y nos evitamos ese problema”.

Como no se necesita una erección para ponerlos, se pueden colocar incluso 8 horas antes de una relación sexual

En este punto, la sexóloga remarca una pregunta que oye muchas veces en sus talleres de educación sexual: ¿Se puede ir al baño con él puesto? Y por supuesto que no hay ningún problema, puesto que orinamos por la uretra y el preservativo, como su propio nombre indica, se coloca en la vagina. “Quizás haya que apartarlo un poquito para que no se ensucie de orina, pero no hay que quitarlo”.

Otra gran ventaja de no necesitar una erección para colocarlo es que es menos probable que se salga o haya que cambiarlo si se detiene la erección en mitad de una relación sexual. “Esto es algo muy frecuente y no pasa nada, porque no somos robots, pero es una ventaja que con estos preservativos no haya que cambiarlo”.

También es una solución para las personas que se quejan de que los preservativos para el pene les aprietan demasiado. En esos casos probablemente lo único que les pase es que no están usando la talla adecuada. Pero, aun así, usar los de vagina puede ser una buena alternativa. 

Y otro de los puntos fuertes del preservativo vaginal es que cubre más los genitales, de modo que se previenen infecciones de transmisión sexual con más eficiencia. “Como su propio nombre indica, el del pene solo cubre el pene, pero los testículos siguen expuestos y hay algunas infecciones de transmisión sexual, como el virus del papiloma humano, que se pueden transmitir por el contacto de la piel de los genitales, por ejemplo testículos con vulva en una penetración vaginal”, advierte la educadora sexual. “Como el vaginal sobresale de la vagina, cubre un poco la vulva y reduce un poco más las transmisiones de una ITS, por lo que para prevención de embarazos no hay diferencia, pero de ITS sí puede ser un poco más efectivo”.

¿Cómo se ponen estos condones?

Para poner un preservativo vaginal basta con comprobar las instrucciones del fabricante. A grandes rasgos, es un proceso sencillo. 

Aparentemente se parece mucho a los condones para el pene, con su forma alargada, un extremo abierto y otro cerrado. Para usarlo se debe tomar una postura similar a la empleada para poner un tampón. Una vez que la persona está relajada, tomará el preservativo por la zona cerrada y lo apretará, para introducirlo en la vagina, abriendo los labios con los dedos para que sea más sencillo. Una vez que ya está en el interior, se usa el dedo índice para empujarlo hacia dentro, aproximadamente hasta pasar el hueso púbico. Y eso sería todo. 

Ahora bien, en el momento de quitarlo hay que tener en cuenta una precaución muy importante para evitar que el semen acumulado se derrame en la vagina. “Hay que girar un poco el cilindrito de látex antes de tirar hacia fuera”, recuerda Marcilla. “Sale sin ninguna complicación, pero si no hemos hecho este enroscamiento antes de retirarlo, puede ocurrir que parte del semen se derrame en la entrada de la vagina, por lo que no nos ha protegido todo lo que debería”.

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¿Por qué los preservativos vaginales son como unicornios?

Si hacemos una búsqueda de preservativos vaginales en una web como Amazon, nos encontramos con dos cosas que llaman la atención.

La primera es que, a pesar de especificar, la mayoría de preservativos que encontramos en dicha búsqueda son para el pene. Eso indica que el algoritmo sabe que lo que generalmente se buscan son este tipo de condones. Aun así nos sale alguna opción. Y aquí entra el segundo factor que llama la atención: que por el precio de 5 preservativos vaginales podemos adquirir 24 para el pene.

El hecho de que sean caros y difíciles de encontrar origina un círculo vicioso que los haca cada vez menos accesibles

En definitiva. Son caros y difíciles de encontrar. Y eso genera un círculo vicioso que hace que sean cada vez más caros y más difíciles de encontrar. “Yo creo que es un poco la pescadilla que se muerde la cola”, opina Marcilla. “Como la gente no los conoce, no los compra y las farmacias sienten que no sale rentable pedirlos para que caduquen sin vender”. Pero esto también genera el problema de que “mucha gente no los conoce porque no los ve en las farmacia”. 

En cuanto al precio, el motivo de que sea tan elevado es precisamente el mismo. “Como no se compran tanto, las marcas no venden lo suficiente para que les salga rentable hacer una producción en masa y bajar los precios”. 

La importancia de la educación sexual

Hay tres hechos de la publicación en Instagram de Marcilla que llaman la atención. El primero es que no fuese capaz de encontrar preservativos vaginales en ninguna de las farmacias en las que preguntó. De hecho, en conversación para este artículo nos cuenta que es preocupante que, siendo un producto sanitario, sea más fácil encontrarlos en sex shops.

El segundo hecho que llama la atención es que una de las farmacéuticas que le atendieron no supiese ni siquiera qué eran. Y, el último, que en otra farmacia no solo no lo supieran, sino que le ofrecieran la copa menstrual como alternativa.

Es más fácil encontrarlos en 'sex shops' que en farmacias

Está claro que hay un problema de falta de información que debe solucionarse para que alguien que busca un método anticonceptivo sepa realmente todas las opciones que puede tener a su disposición. Eso sí, la sexóloga tiene muy claro que el hecho de que alguien no sepa que los preservativos vaginales existen no es culpa suya. “No tenemos que responsabilizar a las personas de no estar informadas, sino que esa información deberíamos dársela desde la educación sexual”, opina. “Es más, si en talleres y charlas se les pudieran facilitar muestras para que se familiaricen con ellos y decidan si les gusta o si les compensa, quizás fomentemos su uso y hagamos que sea más asequible y fácil de encontrar”.

De hecho, nos cuenta que en las preguntas anónimas de adolescentes que recibe sobre educación sexual es común que le pregunten si es cierto que existen los preservativos vaginales. Tienen interés, pero nunca los han visto. Y es que el título de su publicación era de lo más acertado. Los preservativos vaginales son como los unicornios. Con la diferencia de que en este caso sí que existen. El problema está en encontrarlos y poder pagarlos.