La serie Euphoria, disponible en HBO Max, siempre se ha distinguido por dos puntos esenciales. Por un lado, su capacidad para subvertir y sacudir las historias tradicionales sobre adolescentes. Al otro extremo, analizar su argumento como un universo metaficcional de enorme valor. El último episodio de su segunda temporada traicionó ambas premisas. Lo que es aún peor: transformó al argumento en una serie de incongruencias narrativas mezcladas entre sí con poca habilidad. Para las últimas escenas de una temporada que desconcertó por sus problemas de guion, la serie se convirtió en una mezcla confusa de registros. 

Aún peor, una combinación poco equilibrada de propuestas que terminó por derrumbarse en un último tramo caótico. Euphoria, que hasta ahora había logrado evadir clichés y lugares comunes, se llenó de ellos. Desde la forma en que se planteó el arco narrativo de Rue (Zendaya) hasta la conclusión de la evolución de Nate (Jacob Elordi). El final de temporada de Euphoria resultó una combinación torpe de factores.

Por otro lado, se muestra una sensibilidad sin demasiado sentido ni profundidad. Lo que se anunció como la conclusión a una visión paralela sobre la moral, el miedo y el dolor, se derrumbó en un tipo de drama sensiblero. Más preocupante aún, fracturó el centro motor del argumento con un recorrido absurdo por sus tramas principales. 

¿En que falló el capítulo final de Euphoria? Quizás, podría tratarse de la inevitable consecuencia de una segunda temporada que aglutinó todo tipo de problemas. Enfrentamientos en el set, guiones reescritos durante la filmación y tensiones entre el joven elenco. Los últimos meses estuvieron llenos de rumores sobre las difíciles condiciones detrás de las cámaras de la serie. También, cómo la situación terminó por afectar la estructura misma del programa. ¿Fue la consecuencia de todos los problemas el motivo del derrumbe de la serie en su último capítulo de temporada?

Una segunda temporada que anunciaba el desastre

La esperada segunda temporada de Euphoria comenzó con una mirada sobre la caída de Rue en la oscuridad. Un recurso narrativo que vinculó los nuevos episodios con los anteriores y a sus dos especiales. No obstante, a medida que avanzó la trama, preocupó que la serie parecía haber perdido el rumbo narrativo. Desde la forma de concebir el amor — punto central de Euphoria — hasta la madurez de sus personajes. La segunda temporada fue un vaivén insistente en puntos que no aportaron demasiado a la historia central. En especial, cuando el argumento se decantó por tres historias principales que, al final, no tuvieron conclusión alguna. 

El enfrentamiento entre Cassie (Sydney Sweeney) y Maddy (Alexa Demie) se anunció como un conflicto complejo que en apariencia, culminaría de forma violenta. En especial, cuando ambas reflejan puntos equidistantes acerca de la lealtad, el sufrimiento, la lujuria y el amor. Finalmente, la trama se resolvió con una escena casi absurda, con ambos personajes en medio de un terreno neutral y confuso. La trama, a la que el guion mostró como una turbia posibilidad de un desastre inminente, concluyó de forma apresurada e incompleta

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La última temporada resuelve la trama de una manera casi absurda y de forma incompleta

Peor aún resultó el final de la historia del enfrentamiento familiar entre Nate Jacobs y su padre Cal (Eric Dane). La relación entre ambos se desvirtuó a medida que se hicieron menos claro sus conflictos. Por un lado, Nate fue mostrado como un villano irredento que se encaminaba hacia un final trágico o, por lo menos, retorcido.

Por otra parte, Cal atravesó un acelerado arco de caída en el desastre, que le llevó al abandono de la casa familiar y una nueva vida. El encuentro final entre ambos fue una combinación de insinuaciones, trucos narrativos endebles y una redención insólita para Nate. El que hasta entonces había sido el personaje más complejo, peligroso y temible de Euphoria, terminó en medio de una conclusión simple. Tanto, como para que careciera de solidez y poder. 

Una muerte y un adiós en Euphoria

Uno de los puntos más duros del último episodio de Euphoria, fue la muerte de Ashtray (Javon “Wanna” Walton) y el intento de Fezco (Angus Cloud) por salvarle. Pero incluso con toda su carga emotiva y poderosa dirección visual, la secuencia pareció sepultada en una reflexión en paralelo en esencia desordenada. ¿Ash estaba destinado a ser una víctima de su corta y brutal vida? ¿Fezco podría haber intervenido de forma alguna? La rápida sucesión de acontecimientos, no sólo convirtió a ambos personajes en símbolos de la violencia, sino que les llevó a un final desconcertante. Y aunque el episodio alcanzó su mejor momento en esa escena, no logró sostener el resto de las tramas incompletas que le rodeaban. 

Por último, Sam Levinson, que durante la temporada profundizó en la idea de una Rue destruida y derrumbada, ofreció a su personaje una abrupta redención; que incluyó la ruptura definitiva con Jules (Hunter Schafer) y la trivialización de lo que había sido su línea argumental más importante.

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En el final del episodio de Euphoria, una Rue sobria reflexiona sobre su relación amorosa y deja claro que ha terminado. Pero además agrega: "Fue mi primer amor o eso creo. Estuve buena parte del tiempo drogada". Con una única frase, Sam Levinson echó por tierra la historia que hasta ahora, fue de gran importancia en su serie. Y cerró la segunda temporada sin otro anuncio sobre el futuro más que una posible madurez. A dos años de distancia de su posible estreno, la pregunta es inevitable: ¿vale la pena esperar? 

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