Tras entrar en erupción en diciembre, el pasado 15 de enero el volcán de Tonga experimentó una explosión cuyas consecuencias se sintieron en todo el mundo. Uno de los muchos tsunamis generados dejó 2 víctimas a 10.000 kilómetros de distancia, en Perú. El sonido de la detonación se sintió en Canadá y en algunos puntos de España se detectaron las perturbaciones atmosféricas resultantes en forma de meteotsunami. Incluso se localizó un curioso patrón de ondas concéntricas en la estratosfera, a 50 kilómetros de altura sobre el nivel del mar. Y no es para menos, pues la explosión fue tan potente como 700 veces la de la bomba de Hiroshima.

Es una de las cifras que nos están llegando a medida que los científicos analizan los datos medidos allí y en el resto del mundo. Una erupción tan potente como para provocar una explosión de este tipo ocurre una vez cada 1.000 años y lo cierto es que ya iba tocando.

Pero, aun así, ha sobresaltado a todo el planeta, que ahora piensa que 2022 empieza haciendo honor a los dos años que dejamos atrás. Lo cierto es que catástrofes hay todos los años, pero que desde 2020 las miramos más con lupa. Ahora bien, dejando ese sesgo a un lado. ¿Qué más sabemos de momento de la gran explosión del volcán de Tonga?

Ondas del volcán de Tonga a la atmósfera

El satélite Aqua, lanzado por la NASA al espacio en 2002, se encarga de medir el ciclo del agua en la Tierra a través de numerosos instrumentos. Uno de ellos es el AIRS, una sonda infrarroja atmosférica que capta toda la energía infrarroja emitida diariamente desde la superficie terrestre. Así, según explican en la página de la agencia espacial, puede “proporcionar mediciones en 3D de la temperatura y el vapor de agua a través de la columna atmosférica, junto con una gran cantidad de gases traza, propiedades superficiales y de nubes”. Estos datos se usan para realizar predicciones meteorológicas, así como para evaluar la validez de los modelos climáticos. Pero también se usa para detectar penachos volcánicos o predecir sequías.

Lógicamente, los científicos estaban muy interesados en analizar los datos que tomó tras la explosión del volcán de Tonga. Y sin duda se sorprendieron, pues encontraron un patrón de ondas concéntricas muy diferente a cualquier otro detectado en otras erupciones volcánicas durante los 20 años que lleva en uso el satélite. Lo ha explicado en un artículo de Nature el científico atmosférico Lars Hoffmann. “Es realmente único. Nunca antes habíamos visto algo así en los datos”.

Las ondas concéntricas se detectaron gracias a AIRS, un instrumento presente en un satélite de la NASA

Cada círculo concéntrico representa una onda de rápido movimiento en los gases de la atmósfera, que se extiende por más de 16.000 kilómetros. De ahí que la perturbación se sintiera en prácticamente todo el mundo. 

Se sabe que estas ondas  ocurren cuando las moléculas de aire en la atmósfera se alteran verticalmente, en lugar de horizontalmente, en una columna de aire. Esto puede ocurrir cuando el viento aumenta de velocidad a medida que se eleva sobre la cima de una montaña. O como resultado de la convección en los sistemas meteorológicos locales. Y en teoría también puede pasar como consecuencia de la columna de aire caliente y cenizas que sale abruptamente tras la erupción de un volcán. Pero, a pesar de las teorías, no se había visto algo así hasta ahora.

Y no es para menos, con una explosión que empequeñece la brutalidad de la bomba de Hiroshima.

700 veces la bomba de Hiroshima

James Garvin, científico jefe del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, explicó en declaraciones a npr que la explosión del volcán de Tonga liberó un equivalente a 10 megatones de TNT. 

El megatón de TNT es una unidad que se usa para medir la potencia de una explosión, al compararla con la energía que se liberaría al hacer explotar 1 millón de toneladas del explosivo TNT. 

La explosión liberó el equivalente a 10 megatones de TNT

En el caso de la bomba de Hiroshima, no fue tan potente como para medirla en megatones. Tuvo una potencia de 13 kilotones. Por lo tanto, si la explosión del volcán de Tonga fue de 10 megatones o, lo que es lo mismo, 10.000 kilotones, estaríamos hablando de más de 700 veces la bomba de Hiroshima. 

Sabiendo esto, no es extraño que la onda expansiva provocara tsunamis en todo el mundo. Ni que se generaran raros patrones de ondas en la estratosfera y que, quizás, llegara a sentirse incluso en el espacio. Y es que, según ha explicado en un artículo para The Conversation el investigador de ciencias del espacio Gareth Dorrian, podría ser que la perturbación generara ondas más allá de la línea de Karman, la frontera imaginaria ubicada a 100 kilómetros de altura a partir de la cual ya podemos hablar oficialmente del espacio.

Estas ilusiones ocurren una vez cada mil años; pero, ya que esperan tanto, cuando llegan van con todo.