Ahora que muchas personas se están poniendo la tercera dosis de las vacunas del coronavirus y que ómicron está dejando un reguero inmenso de nuevos casos por doquier, llega la gran pregunta: si doy positivo en un test de antígenos inmediatamente después de la vacuna, ¿puede ser por ella? La respuesta rápida es que no. Pero sí que es cierto que está habiendo cierta confusión al respecto. Por eso, no está de más recordar cómo funcionan tanto las vacunas como los test. Y también aclarar una mala interpretación de un estudio muy correcto que ha echado más leña al fuego de esta idea equivocada.
Para empezar, recordemos que ahora mismo las vacunas que se están usando para la tercera dosis en España son la de Pfizer y la de Moderna. Es decir, vacunas de ARN mensajero. Nos vamos a centrar en el funcionamiento de estas, aunque en general ninguna de las que se encuentran disponibles conduciría a falsos positivos en los test de antígenos.
Y, por supuesto, vamos a ver también cómo funcionan estos test de venta en farmacias que se están convirtiendo en aliados indispensables durante la pandemia.
Así funcionan las vacunas del coronavirus de ARNm
El material genético de un ser vivo, ya sea ADN o ARN, contiene las instrucciones necesarias para su correcto funcionamiento. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, la instrucción para dar a sus ojos un color concreto o para que su páncreas secrete insulina. Pero estas instrucciones no pueden ejecutarse directamente. Primero necesitan convertirse en proteínas. Esta síntesis proteica la realizan unos orgánulos celulares llamados ribosomas. Pero los ribosomas solo entienden un idioma: el del ARN mensajero. Por eso, esa información genética inicial, debe transcribirse a ARN mensajero, que finalmente llevará las instrucciones hasta ese punto final para que puedan empezar a ejecutarse.
Por eso, lo que hacen las vacunas del coronavirus es darle a los ribosomas de nuestras células un trocito de ARN mensajero que lleva las instrucciones para que fabriquen una proteína del SARS-CoV-2. Así, una vez que se fabrique la proteína, nuestro sistema inmunitario la atacará, creyendo que se trata del virus. En definitiva, es una especie de simulacro, pues se pone en marcha toda nuestra maquinaria defensiva, generando una memoria inmunitaria que nos dejará listos para enfrentarnos al virus si finalmente nos contagiamos.
Cabe destacar que el virus está compuesto por muchas proteínas y que la que introducen las vacunas es una conocida como spike o proteína S. Esto es importante para lo que vamos a ver después. Pero, de momento, pasemos al segundo punto.
¿Cómo funcionan los test de antígenos?
Los test de antígenos que tenemos disponibles en la farmacia funcionan mediante una técnica conocida como inmunocromatografía.
A grandes rasgos, en ella se utilizan anticuerpos que se unen a proteínas concretas del coronavirus y también a una sustancia que aporta color, generalmente oro coloidal. Estos anticuerpos, ubicados en la zona T del test, son como un velcro, al que se pegarán las proteínas del virus que pasen sobre ellos. Por eso, si la muestra que depositamos en el test está infectada, y con una carga viral suficiente, saldrá la temida segunda línea roja. Ahora bien, ¿qué proteína detectan esos anticuerpos del test?
Si fuese la spike sí que estaríamos ante un dilema, ya que, si nos acabamos de vacunar, nuestras células estarán a tope fabricándolas. En principio esto no es un gran problema, pues la muestra es nasal, faríngea o de saliva. Aquí es dónde se replica mayoritariamente el virus en una infección natural, por lo que estará la mayor concentración de proteínas en ese caso. No tras las vacuna.
Pero, además, no se usa la misma proteína. Por lo general, en los test de antígenos se detecta la proteína de la nucleocápside, conocida como proteína N.
¿Qué pasa si doy positivo después de vacunarme?
En los últimos meses ha habido cierto revuelo con motivo de una investigación publicada en el ISGlobal, de Barcelona.
En ella encontraron algo muy curioso. Que las personas vacunadas no solo generan anticuerpos contra la proteína S, como cabría esperar. También contra una región de la N. O, en algunos casos, contra la N entera. Esto parece un efecto de reactividad cruzada, similar a lo que se da cuando el hecho de pasar la infección con un virus nos da cierta inmunidad a otro virus relacionado.
Es incluso una buena noticia, ya que tener anticuerpos contra dos proteínas diferentes ayuda a evitar escapes de nuevas variantes. ¿Pero habría problema entonces en la detección de los test de antígenos?
Para nada, ya que lo que se generan son anticuerpos contra la proteína N, no la proteína en sí. Y lo que detecta el test de antígenos es la proteína.
Sí que podría haber problemas con los test serológicos que detectan anticuerpos. Como los que se usaron en el estudio de seroprevalencia para saber quién había pasado el coronavirus al principio de la pandemia. Generalmente en estos test se detectan anticuerpos contra la proteína N, precisamente para diferenciar la inmunidad natural de la de las vacunas del coronavirus. Pero, vistos los resultados del estudio de ISGlobal, se podrían obtener falsos positivos. Solo en test de anticuerpos.
Desgraciadamente, cuando se publicó este estudio algunos medios de comunicación lo interpretaron mal y lo relacionaron también con los test de antígenos. Desde entonces, los científicos detrás de esta investigación han hecho un gran esfuerzo para desmentirlo, pero las redes sociales son así. La información errónea, que nada tiene que ver con lo que ellos contaban en su estudio, sigue corriendo como la pólvora.
En resumen, si has dado positivo en un test de antígenos después de la tercera dosis, será mejor que te aísles. No es por la vacuna, es COVID.