El telescopio espacial James Webb ha terminado hoy el último de los grandes despliegues que se planeaban durante su trayecto hacia el punto L2 en el que realizará su función durante los próximos años. Primero desplegó la antena de transmisión, después el parasol, más tarde el espejo secundario y, finalmente, hoy ha hecho lo propio con el espejo primario.

Todo esto se encontraba plegado porque, si no, habría sido imposible introducirlo todo en el cohete Ariane 5 que se usó para su propulsión.  Pero por suerte todos los despliegues han ido bien y el James Webb ya está listo para continuar ese viaje que se planea que termine hacia el 24 de enero. Una vez en su destino, le quedarán por delante casi seis meses de ajuste de sus instrumentos para poder trabajar a pleno rendimiento.

Pero buena parte de lo más complicado ya estará hecho Una vez con todo a punto, el ser humano dispondrá por fin de un potente ojo en el Universo. Un digno sucesor del Hubble que acercará la mirada de los humanos al espacio, mucho más cerca que cualquier telescopio terrestre. 

Su espejo primario, el último gran despliegue del James Webb

El telescopio espacial James Webb, desarrollado por científicos de las agencias espaciales estadounidense, europea y canadiense,  partió del Puerto Espacial de Kurú, en la Guayana Francesa, el pasado 25 de diciembre. Fue una Navidad muy especial para los amantes del espacio.

Desde entonces, apenas ha tenido días de descanso. Tras separarse del cohete que se usó para darle impulso, ha ido desplegando las piezas que lo componen, jornada tras jornada. Primero fue la antena de transmisión, a través de la cual podrá mandar información a la Tierra dos veces al día.

La combinación de espejos primarios y secundarios ayudará a enviar la luz a los instrumentos del James Webb

Más tarde el parasol, que mantendrá sus instrumentos a una temperatura óptima para su funcionamiento, a pesar de la cercanía del Sol. Y, finalmente, había que desplegar los espejos.

La estructura de soporte de espejos secundarios se desplegó el pasado 5 de enero. Su función es muy importante, como también lo es la del soporte de espejo primario desplegado hoy. Y es que, según explican desde la NASA, cuando la luz del universo distante golpee los 18 espejos primarios del James Webb, se reflejará y golpeará el espejo secundario más pequeño, que dirigirá la luz hacia sus instrumentos. Eso será lo que nos permita tener ese ojo tan potente puesto en el espacio.

El proceso realizado hoy ha consistido en el despliegue completo de las alas del espejo primario, desde su posición de almacenamiento hasta su posición operativa. Cada ala contiene tres de los dieciocho segmentos del espejo. Y también cuenta con un motor que se ha encargado de propulsar una operación que ha durado más de tres horas, desde el momento en el que se abrieron los pasadores para soltar el ala y desplegar el espejo hasta que se ha fijado el ala. Así, por fin, el gran panal dorado del James Webb ha alcanzado todo su esplendor. 20 años de trabajo han finalizado con éxito.

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Una operación costosa que afortunadamente ha salido bien

Solo el espejo primario principal desplegado hoy ha costado 10 mil millones de dólares. El resto de piezas e instrumentos del James Webb ascienden a una suma doblemente astronómica. Pero vale la pena, teniendo en cuenta que es el telescopio espacial más potente que se ha creado nunca. Y que se espera que lleve a cabo su función durante al menos 5-10 años.

Debería salir rentable. Pero para eso debe dar los pasitos que aún le quedan por delante. El de hoy ha sido un paso de gigante, pero su viaje continúa. Seguiremos informando.