El telescopio espacial James Webb sigue pasito a pasito poniéndose a punto para llegar a su destino listo para empezar a trabajar. Si hace unos días hablábamos del despliegue de su antena de transmisión, ahora ha sido el turno del parasol.

Cuando llegue a su destino, será el telescopio espacial más grande creado hasta el momento. El gran sucesor del Hubble. La responsabilidad es enorme y por eso había que prepararlo todo a conciencia. No es fácil introducir un dispositivo tan grande en un cohete como el Ariane 5 que se usó para propulsarlo al espacio. De hecho, sería prácticamente imposible si no fuese porque los ingenieros encargados de su desarrollo plegaron la mayoría de sus piezas, como si de una figurita de origami se tratara. Así, ya en rumbo, pueden ir desplegando poco a poco cada una de sus piezas, como una flor que se abre en primavera. 

El despliegue del parasol ha sido especialmente decisivo. No solo por la importancia que tendrá para el correcto funcionamiento del James Webb. También porque tiene un gran tamaño y una estructura compleja, tanto para su plegamiento como para el despliegue posterior. Por eso, desde la NASA se han tomado su tiempo para abrirlo. El proceso comenzó el 28 de diciembre y finalizó ayer mismo, 4 de enero, según ha explicado la agencia espacial en un comunicado. Pero por suerte todo ha ido bien. 

James Webb se pone a punto por el camino

El telescopio espacial James Webb salió de la Guayana Francesa rumbo a su destino el pasado 25 de diciembre. 

El lanzamiento fue un éxito, pero aún no podíamos cantar victoria. Por delante le quedaban 29 días de viaje, de los que ya ha superado algo menos de la mitad. Una vez que llegue a su destino, aún tendrán que casi 6 meses de configuración de sus instrumentos para que pueda trabajar a pleno rendimiento.

Incluso cuando llegue a su destino pasará casi 6 meses configurando sus instrumentos

Pero vayamos paso a paso. Porque, antes de todo eso, lo primero es ir desplegando todas esas piezas que se introdujeron plegadas para facilitar su lanzamiento. Ahora mismo el Telescopio Espacial es como esa persona que llega tarde a trabajar y aprovecha el viaje en tren para peinarse, maquillarse o incluso terminarse el desayuno.

El parasol era un paso crítico, que se ha sumado con éxito a cada uno de los despliegues que llegan a buen puerto. ¿Pero por qué es tan importante esta pieza del James Webb?

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Así es el parasol del telescopio espacial

El parasol está compuesto por un total de cinco capas, que se fueron desplegando de una en una durante varios días. Están fabricadas a base de láminas de kapton, casi tan finas como un cabello humano, recubiertas de material reflectante. El kapton es un material desarrollado en los años 60, que se mantiene estable en un rango muy amplio de temperaturas. Así, sumando el efecto de cada una de las capas, se llega a conseguir un factor de protección solar de alrededor de un millón. Además, se reducirá la energía que llega desde el astro rey de unos 200 kilovatios a aproximadamente una fracción de vatio.

En cuanto a su tamaño, mide unos 21 metros, un poco menos del largo de una cancha de tenis. Estará siempre abierto y colocado entre el James Webb y la Tierra, la Luna y el Sol. Sobre todo el objetivo es protegerlo de las radiaciones de este último, ya que algunos de los instrumentos más sensibles del Telescopio Espacial necesitan encontrarse por debajo de los -380 grados Fahrenheit (unos -229ºC) para su correcto funcionamiento. 

Algunos de los instrumentos necesitan temperaturas muy bajas para funcionar

Pero el parasol no solo se ceñirá a las funciones que indica su nombre. También podrá minimizar los daños causados por el posible impacto de meteoroides, gracias al uso de costuras especiales para unir sus capas y al revestimiento con silicona de las láminas de kapton. 

Sin duda, es una pieza clave para el funcionamiento del James Webb, de ahí que se haya celebrado con ilusión su correcto despliegue. Un despliegue en el que se han usado 139 de los 178 mecanismos de liberación con los que cuenta el telescopio espacial, así como 70 conjuntos de bisagras, 8 motores de despliegue, cerca de 400 poleas y 90 cables individuales que totalizan aproximadamente unos 400 metros de longitud. 

Así, el Telescopio Espacial James Webb ha dado un paso más, al que en los próximos días se unirán otros como el despliegue de sus alas de espejo secundarias y primarias, la alineación de la óptica del telescopio y, por supuesto, la calibración de sus instrumentos científicos. Aún queda mucho trabajo por hacer.