Alerta de spoilers: esta publicación contiene múltiples spoilers de Spider -Man: No Way Home. Si no has visto la película, deja de leer aquí.

Spider -Man: No Way Home es ya el gran suceso cinematográfico del año. Pero también es la despedida simbólica a un grupo de personajes que han formado parte de un trayecto extraordinario: Iron Man, tía May o Capitán América son solo algunos de ellos. La trilogía Watts permitió al vecino amistoso de Nueva York madurar en pantalla. También, crecer como personaje y en su envergadura.

De un cameo de lujo, un extraordinario secundario a personaje central. Peter Parker atravesó todo un trayecto hasta la creación de una historia de origen prácticamente en dirección opuesta al tradicional. 

A su alrededor, el elenco también creció. MJ (Zendaya) pasó de ser la chica extraña y progresivo interés amoroso a un personaje de formidable fortaleza. Lo mismo podría decirse de Ned Leeds (Jacob Batalon) convertido en una figura de relevancia por derecho propio. Pero fue la tía May de Marisa Tomei, una de las grandes sorpresas del cierre de la trilogía. No solo por el crecimiento del personaje, sino también por su especial significado y evolución en la saga.

Una tía May fuera de lo común

Si algo sorprendió en Avengers: Civil War y en Spider-Man: Homecoming fue la nueva versión de la tía May. En especial, por su desconcertante evolución. En la trilogía Raimi fue una adorable anciana encarnada por Rosemar Harris y en duología Webb una inmensa Sally Field. Para la nueva encarnación, la tía May se convirtió en una brillante mujer de mediana edad, mucho más amiga y cómplice que madre. Marisa Tomei brindó un aire renovado y radiante a la figura maternal en la vida de Peter Parker. 

Tía May

Pero hizo algo más: de alguna manera, tomó el lugar de la desconocida familia de Peter Parker. En la trilogía Watts, el mítico tío Ben es uno de los grandes ausentes y de hecho su historia es desconocida. De modo que fue tía May la que ocupó el lugar preponderante para el Peter de Tom Holland. El más joven de todas las encarnaciones de Peter Parker en pantalla era el que más necesitaba una guía familiar. Una que además fuera algo más que una madre preocupada o un padre bondadoso.

Y esta tía May contemporánea, con sentido de la moda, divertida y carismática, transformó el hogar de Peter en un refugio. Tía May, que enseñó a Peter cómo anudar la corbata y bailar con una chica, también fue el ejemplo del bien para el personaje. En especial, después de que ambos regresaran del blip. 

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Fue May Parker la que se convirtió en brújula moral para Peter. Fue May la que le mostró la importancia de la bondad, la dedicación y la integridad. También, el motivo nuclear de todo lo que ocurrió en el proceso emocional y moral de Peter en Spider -Man: No Way Home.

Y la gran frase llega

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En lugar de un tío Ben, Peter tuvo a un Tony Stark (Robert Downey Jr.) no muy interesado en lecciones morales. O al menos, no al estilo tradicional y sólido del querido personaje. De modo que la gran frase icónica que definió un antes y un después para Spider-Man no llegó a la franquicia hasta su final.

Y lo hizo de labios de Tía May, agonizante en brazos de Peter. Se repite entonces, la muerte de tío Ben, pero con una nueva resonancia. Porque Peter Parker, que lo perdió todo y que brindó cada cosa que fue capaz para salvar el mundo, aprendió las implicaciones del poder. De la misma que sus antecesores, Peter Parker tuvo un símbolo que seguir y un ejemplo que emular. Esta vez, de la mano de tía May, cuyo epitafio resume la gran película del año: “Ayuda a uno y ayudarás a todos”. 

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