Cuando Jonathan Swift publicó Los viajes de Gulliver mostró un gran derroche de imaginación. Sin embargo, algunas personas ven escenas muy parecidas a las que él describió sin tener que imaginarlo. Simplemente están ahí. O al menos eso es lo que piensan. En realidad lo que ven es algo conocido como alucinaciones liliputienses, que se caracteriza por la visualización de pequeñas personitas o animales irreales, similares a los habitantes de Liliput. 

Lo más curioso de todo esto es que, si bien estas alucinaciones se descubrieron a principios del siglo XX, a día de hoy su origen sigue siendo un misterio.

Los científicos que las han estudiado tienen algunas teorías. No obstante, no se ha podido demostrar si están en lo correcto con alguna de ellas. Y sería muy importante saberlo; ya que, si bien se han dado en personas sin patologías conocidas, también están relacionadas con enfermedades como el párkinson o el síndrome de Charles Bonnet. Este último lo sufren personas con problemas de visión que tienen alucinaciones muy variadas. Esto puede dar ciertas pistas de su origen, aunque aún hay mucho que investigar. Pero entonces, ¿qué sabemos hasta ahora de las alucinaciones liliputienses?

Cuando ‘Los viajes de Gulliver’ pasaron a la vida real

Corría la primera década del siglo XX cuando el psiquiatra francés Raoul Leroy describió por primera vez algo sorprendente.

Según él, varios de sus pacientes habían referido ver en su campo de visión pequeños personajes, normalmente vestidos con colores brillantes y movimientos vivarachos. No solo se presentaban de repente frente a los ojos de quien sufría la alucinación, sino que además interaccionaban con su entorno. Por ejemplo, podían verse trepando por las patas de una silla o colándose bajo la rendija de una puerta. Era inevitable pensar en los habitantes del mundo de fantasía ideado por Swift en Los Viajes de Gulliver, de ahí que Leroy decidiera bautizar al fenómeno como alucinaciones liliputienses.

Las alucinaciones suelen ser personajes estrambóticos y vivarachos, vestidos con colores brillantes

Generalmente eran personajes aparentemente apacibles y no se mostraban amenazantes. Aunque hubo excepciones. Por ejemplo, en un artículo sobre el tema publicado en Science Alert, refieren un caso descrito por el propio Leroy en el que una mujer vio a dos hombrecillos fumando una pipa sentados sobre el cable de un telégrafo, justo cuando oyó una voz que amenazaba con matarla. Lógicamente, la pobre señora huyó despavorida. Su caso es raro por la parte amenazadora, pero no tanto por el hecho de ir acompañada de alucinaciones auditivas. Esto no ocurre siempre, pero sí que se ha descrito en varios casos de alucinaciones liliputienses.

Pero desde que Leroy las describió por primera vez, este tipo de visiones han tardado en describirse correctamente. Quizás porque la gente no se atrevía a contarlo o quizás porque el acceso a la psiquiatría no era tan sencillo, durante años se describieron muy pocos casos y los pocos que pasaron a formar parte de la literatura científica no tenían una metodología muy adecuada. Poco a poco las cosas cambiaron y se mejoró bastante en la descripción de casos. Se publicó una mayor cantidad de ellos y se intentó dar con su origen. Surgieron así las primeras teorías, aunque aún no hay alguna con pruebas para su aceptación.

Alucinaciones liliputienses en la literatura científica

En marzo de 2021, el historiador médico de la Universidad de Leuden Jan Dirk Blom publicó una revisión en la que se analizaban hasta 226 casos de alucinaciones liliputienses reportados en la literatura médica, así como en libros y manuales de medicina.

Todos ellos se dividen en grupos, según si están asociados a una intoxicación etílica, lesiones cerebrales, otras patologías o ninguna de las anteriores. 

Se han documentado casos aislados o asociados a enfermedades, lesiones cerebrales o intoxicaciones etílicas

Algunos factores, como la edad, son muy variados, pues se detectaron estas alucinaciones tanto en niños de 4 años como en ancianos de 90. No obstante, sí que hay factores comunes en casi todos ellos. Por ejemplo, en la mayoría de ellos las figuras, que podían ser tanto personas como animales, tenían colores brillantes y movimientos muy enérgicos. Se han descrito soldados, bailarinas, arlequines, payasos y todo tipo de personajes estrambóticos. Solo unos pocos pacientes asociaron las alucinaciones con personajes serios o malhumorados. Sin embargo, a pesar de que no eran figuras amenazadoras, en la mitad de los casos solían ir acompañadas de miedo y ansiedad. Es lógico si lo pensamos.

Otro dato interesante es que la mayoría de ellos los veían en tres dimensiones, pues solo un 3% observaron figuras planas. 

¿Y qué pasa con las enfermedades? Aquí es donde más variedad nos encontramos. Por ejemplo, en 2020 se reportó el caso de una mujer de 54 años que sufrió alucinaciones liliputienses y un síndrome de encefalopatía posterior reversible a causa de una arteritis de Takayasu. Este es un tipo de vasculitis que causa inflamación de la arteria aorta, que lleva la sangre del corazón al resto del cuerpo, y a sus ramas principales. Es una afección muy rara, más común en mujeres. Pero las alucinaciones liliputienses pueden darse por condiciones más comunes, como la migraña. Es el caso de una mujer de 72 años que en 2001 refirió haberlas sufrido junto a sus episodios migrañosos desde que tenía 30 años.

También es común que vayan asociadas al síndrome de Charles Bonnet. Por ejemplo, en 2018 se describió el caso de un hombre de 78 años al que un déficit de visión por cataratas le había provocado este síndrome, cuya primera manifestación habían sido precisamente las alucinaciones liliputienses. Incluso en 2020 se describió el caso de un hombre de 44 años que padeció este tipo de alucinaciones, propias de Los Viajes de Gulliver, tras un episodio de pénfigo vulgar. Este es un trastorno autoinmune caracterizado por lesiones en forma de ampollas que afectan la piel y la membrana mucosa. Sus manifestaciones psiquiátricas se suelen considerar una consecuencia de la terapia con esteroides e inmunosupresores. Sin embargo, estudios recientes lo han asociado directamente con determinados trastornos psicóticos. Y ese parecía ser el caso de este hombre.

¿A qué se deben?

Ni Leroy en su día, ni ninguno de los científicos que han llegado después han podido dar una explicación a las alucinaciones liliputienses.

En un principio se pensó que podría estar involucrado el mesencéfalo, que se encarga de recibir tanto impulsos nerviosos asociados al movimiento como datos sensoriales.

Se cree que estas alucinaciones podrían deberse a una mala recepción sensorial

Con el tiempo, al comprobar que es bastante común en personas con problemas de visión, se ha teorizado que pueda deberse a un deterioro en la entrada sensorial periférica. Es decir, el cerebro no está recibiendo esos datos sensoriales en los que se involucra el mesencéfalo, de modo que las regiones encargadas de procesarlos deben rellenar los huecos con los pocos estímulos que les llegan. Eso explicaría la luminosidad de las visiones. 

Pero sigue habiendo muchas lagunas en esta teoría. Por eso, será necesario investigar más. De momento, solo sabemos que las alucinaciones liliputienses son más comunes de lo que podríamos llegar a pensar. Y también más antiguas. ¿Quién sabe? A lo mejor el autor de Los Viajes de Gulliver las padecía y, en realidad, Gulliver era él en un mundo gobernado por sus propias alucinaciones. Vale, lo más probable es que no fuera así, ¿pero verdad que es interesante pensarlo?