Una niña de tres años acudió junto a su madre en busca de ayuda médica a causa de una anemia que resultó estar causada por una sanguijuela en su esófago.

Esta introducción parece sacada de una historia de terror. Sin embargo, es totalmente verídica. La ha contado en Twitter el doctor que atendió a la pequeña en un centro sanitario de Kenia, Jason Brotherton.

En la publicación cuenta también los síntomas de la paciente y cómo fue la madre la que detectó la sanguijuela durante un ataque de tos de su hija. Sin duda, el animal se había estado alimentando bien a base de sangre en los últimos meses. Si no, la mujer no la habría visto tan fácilmente a través de la garganta de la niña. Por suerte, la historia ha tenido un final feliz, pues la sanguijuela pudo retirarse sin problemas mediante una endoscopia. No obstante, pone de manifiesto el problema que supone la baja salubridad en el acceso a agua y alimentos en algunos países, como Kenia

Los efectos de una sanguijuela en el esófago

Ni la niña ni la madre saben con exactitud cuándo la pequeña pudo ingerir la sanguijuela. No obstante, se puede sospechar por el momento en el que iniciaron los síntomas. Lo primero que detectó la madre fue un sangrado de nariz, seguido de una tos persistente de tres meses de duración.

La tos era tan intensa que en uno de los ataques, la mujer vio a la sanguijuela asomar por la garganta de su hija. Al atenderla, el médico supo que el animal debió estar alimentándose de la sangre de la pequeña, de ahí que tuviese una anemia muy avanzada, con niveles de hemoglobina de 3 g/dL. Los niveles normales para un niño de su edad se encuentran entre 11 y 14 g/dL, por lo que eran alarmantemente bajos.

El primer síntoma de la niña fue un sangrado de nariz

Como es lógico, la niña tampoco podía tragar bien y esto hacía que la anemia fuese aún mayor. Todo esto llevó a la decisión de sacar la sanguijuela de su esófago cuanto antes, pero estaba atascada, por lo que hubo que someter a la paciente a una endoscopia. 

La intervención transcurrió sin problemas y la niña pudo volver a casa al día siguiente, recuperada completamente y con una desagradable historia que contar.

Cuando las sangrías curaban todo, incluyendo la anemia

Durante miles de años, las sanguijuelas se consideraron la panacea de la medicina. Los primeros indicios de su uso terapéutico provienen de las obras indias de Ayurveda, restos arqueológicos babilonios y las tumbas de los faraones egipcios de la dinastía XVIII. Además, se hace referencia a ellas tanto en la Biblia como en el Corán.

Sin embargo, los primeros documentos bien registrados en los que se indica su utilización proceden del siglo III antes de Cristo. En general, las sangrías, consistentes en retirar sangre de algunas zonas del cuerpo gracias a la succión de estos animales, tenían todo tipo de utilidades. O eso se creía. Se usaban para tratar dolores, inflamaciones e incluso enfermedades mentales. Se pensaba que el mal se extraía junto a la sangre que se retiraba. Y, de hecho, la técnica llegó a popularizarse tanto que durante los siglos XVIII y XIX cualquiera podía usarlas en su casa si vivía en Europa, pues empezaron a venderse en las farmacias de este continente.

Llegaron a tener tanta fama que la especie usada en medicina cayó en peligro de extinción

Alcanzaron tal auge que la especie más usada en medicina, Hirudo medicinalis, cayó en peligro de extinción. Gracias a los esfuerzos por su conservación, la situación ha mejorado algo para ellas y a día de hoy se encuentran catalogadas como casi amenazadas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Pero, por desgracia, su tráfico ilegal está a la orden del día; pues, a pesar de los avances de la medicina, aún hay quien confía en la sanguijuela para tratar multitud de patologías. Es cierto que un agente anticoagulante detectado en su saliva se usa en algunos lugares en el ámbito médico para evitar que la sangre se atasque mientras se generan nuevas conexiones entre vasos  en cirugías reconstructivas. Pero todo lo demás carece de la más mínima evidencia científica.

Por otro lado hay quien las tiene como mascota y las alimenta con su propia sangre. Pero mejor corramos un tupido velo sobre esa cuestión y volvamos al tema de la hirudoterapia. El caso es que sus promotores defienden que las sanguijuelas pueden ser de utilidad para tratar multitud de afecciones, incluyendo la anemia. Sin embargo, la niña keniata a la que han tenido que sacar una sanguijuela de su esófago posiblemente no opine lo mismo. Por mucho que se haga en un entorno controlado, mantente alejado de las sanguijuelas y confía en los avances de la medicina. Que para algo están.