La cabaña siniestra lo tiene todo para convertirse en un éxito tan resonante como el de la serie de Netflix Rumbo al infierno. De la misma manera que el seriado surcoreano, la película de Veronika Franz y Severin Fiala explota el género del terror desde una vertiente distinta. Pero, además, crea una condición sobre el misterio que resulta profundamente perturbadora. Con su sólida atmósfera de cuento de hadas siniestros y su versión lo asombroso que enlaza con cierto aire primitivo, el film es una combinación de terror y suspenso.
El dúo de directores prestan especial atención al contexto. La cabaña siniestra basa su efectividad en la cualidad de lo desconocido para convertirse en una amenaza directa. En esta ocasión, se trata de un nuevo miembro de una familia pequeña y la salvedad, permite a la trama profundizar sobre terrores invisibles. Cuando Grace (Riley Keough) decide pasar más tiempo con su novio Richard (Richard Armitage) para conocer a sus hijos, todo parece rodeado de buenas intenciones.
Para el personaje parece ser de especial interés que cualquier temor y suspicacia sobre la futura relación que pueda sostener con los niños se disipe. Hay una evidente referencia a los cuentos de hadas en los que la madrastra ocupa un lugar siniestro. Pero La cabaña siniestra rompe la estructura de lo ominoso de la presencia de una nueva mujer que ocupe el lugar de la madre muerta. En lugar de eso, los directores toman la apropiada decisión de no mostrar de inmediato todo lo que rodea a Grace.
La cabaña siniestra y los misterios velados
La idea de mantener oculto el pasado del personaje de La cabaña siniestra resulta de considerable interés a medida que se hace evidente que esconde algo turbio. Y como si eso no fuera suficiente, lo que sea le atormenta está a punto de mostrarse como un juego de espejos distorsionado. El guion avanza con cuidado por lugares extraños de la psicología de Grace, hasta crear la sensación de que algo inquietante ocurre a su alrededor. Y que ese misterio velado es, sin duda, una trampa peligrosa a punto de hacerse cada vez más amenazante.
Otra decisión acertada de La cabaña siniestra es la de narrar con cuidado el luto de la familia. Tanto Aidan (Jaeden Martell) y Mia (Lia McHugh), se aferran al recuerdo de su madre –Alicia Silverstone en un inesperado cameo–. Lo hacen con una ferocidad cercana a la obsesión. Pero no se trata solo del dolor o la angustia por la pérdida, sino el rechazo directo a Grace.
La confluencia del sufrimiento que abruma a Grace y la resistencia de los niños sostendrá lo que será un tercer tramo tenso y doloroso. Pero en especial, uno que juega con habilidad con los límites entre religión, creencia, lo onírico y lo real. Hay un espacio siniestro, silencioso y perturbador en medio de los espacios devastados por el sufrimiento. También un inevitable enfrentamiento que ocurrirá a no tardar.
Todos los terrores en medio de la espesura
Durante el fin de semana, Rumbo al infierno sorprendió a la audiencia al mostrar la paradoja entre el bien, el mal y lo sobrenatural. La cabaña siniestra atraviesa algunos puntos en común, pero los extrapola hacia el terror convertido en algo más íntimo y cruel. ¿Qué ocurre con Grace, en medio del miedo, la fe y lo que parece una profunda necesidad de evadir la realidad? La mera idea de que lo terrorífico puede esconderse en creencias y dogmas, es un filón que dota a la película de un trasfondo escalofriante.
Para su tercer y aterrador tramo, La cabaña siniestra encuentra en los monstruos con rostro humano su mejor y más duro elemento. ¿Quienes somos en medio de las sombras?, se pregunta la película. La respuesta puede ser tan terrorífica como insoportable. Y el guion conserva el misterio hasta durísima y extraña escena final.