Llama bastante la atención que un director adocenado como el californiano Rawson Marshall Thurber, responsable de los largos Cuestión de pelotas (2004), Misterios de Pittsburgh (2008), Somos los Miller (2013), Un espía y medio (2016) y El rascacielos (2018), ruede libretos propios en la mayor parte de las ocasiones. Esta habitual característica del cine más autoral la vuelve a repetir en Alerta roja (2021), la comedia de acción que ha realizado para Netflix con tres rostros bien conocidos: Dwayne Johnson (Ballers), Ryan Reynolds (Enterrado) y Gal Gadot (Wonder Woman).
La ligereza de su escritura, la ambientación en distintos países como en una trama de espionaje internacional, los modales trepidantes y sin demasiados respiros de su planificación y el montaje audiovisual que firman Julian Clarke (Distrito 9) y Michael L. Sale (Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia!), la banda sonora típica en su instrumentación y su sencilla efectividad que ha compuesto Steve Jablonsky (La isla) y todo lo que podamos analizar además de este filme de Netflix y su vertiginosa acción, meticulosamente coreografiada, huelen a producto de entretenimiento comercial hollywoodiense que tiran de espaldas.
Tres actores pasándoselo bien en ‘Alerta roja’
Alerta roja apuesta de nuevo por darle la oportunidad a Ryan Reynolds de exprimir su vena cómica con Nolan Booth, otro personaje verborreico y desfachatado como el Wade Wilson de las dos entregas de Deadpool (Tim Miller, David Leitch, 2016, 2018) o el director de Eteon en Fast and Furious: Hobbs and Shaw (Leitch, 2019) ─en la que también se vio las caras con Dwayne Johnson, que aquí interpreta en su registro de siempre al agente John Hartley─, o como el protagonista de Free Guy (Shawn Levy, 2021) pero sin la desfachatez.
No obstante, a la que no recordamos en un papel tan juguetón previo al del Alfil en esta película de Rawson Marshall Thurber es Gal Gadot, que sigue funcionando tan bien en una dinámica de enfrentamientos físicos como en las aventuras de la superheroína de DC. Por mucho que en Alerta roja no nos den ganas de aplaudir en ningún momento; como cuando sale Diana Prince de las trincheras en la primera película de Patty Jenkins sobre la guerrera amazona.
El humor funciona más o menos con la puesta en escena y estos actores dotados para hacer reír, con algunas carcajadas ocasionales. Pero no sucede lo mismo de costumbre con el comportamiento disparatado del Nolan Booth de Ryan Reynolds. Es decir, las locuras que salen por su boca suelen tener una motivación para lograr lo que ha maquinado; no sirven simplemente para calentarle la oreja a los espectadores y que se rindan a su excentricidad desbordada.
Los tópicos y la sencillez argumental
Triste es reconocer que, en alguna secuencia de Alerta roja, volvemos a lamentar con los ojos en blanco los tópicos nacionales, alejadísimos de la realidad más generalizada de los países a estas alturas del milenio, que Hollywood explota a veces en sus producciones; y uno se pregunta a qué clase de asesores desubicados contratan en la Meca del Cine ─lo que incluye a los creativos de Netflix─ desde hace ya demasiado tiempo.
Por otro lado, la trama ideada por Rawson Marshall Thurber combina varios elementos; de las historias de ladrones con planes elaborados, de huidas carcelarias y de aventureros en busca de tesoros perdidos. Pero tanto el conjunto y como sus piezas específicas se abordan sin complicaciones argumentales; con una llaneza muy digerible y ciertas burlas de los lugares comunes en el género de acción. Así, y sazonando Alerta roja con unos giros de mayor resonancia que otros en su estructura coherente, los espectadores pueden disfrutar de ella. Sin sentirse culpables ni que les deslumbre en absoluto.