El ácido hialurónico es uno de los ingredientes más valorados en una crema facial. Lo usan todo tipo de pieles, pero especialmente las secas y aquellas en las que se quieren prevenir las arrugas. Hoy en día es un gran reclamo en cosmética. Si se encuentra en la fórmula, la vemos con mejores ojos. Y no es para menos, pues es cierto que tiene muchas propiedades beneficiosas para la piel. Pero no es lo único que miramos. Cada vez son más las personas que se aseguran de que los componentes de sus cremas son todos veganos. Incluso cuando parece que no sea necesaria la aclaración. Porque, a ver, ¿de dónde sale el ácido hialurónico? Pues lo cierto es que sí que podría tener origen animal, aunque esto es algo cada vez más raro.
Esa es una de las cuestiones que vamos a resolver en este artículo: el origen, vegano o no, del ácido hialurónico. Pero no solo eso. También vamos a ver cómo se descubrió, por qué es tan bueno para la piel y alguna otra curiosidad.
Porque no es magia lo que convierte al ácido hialurónico en un aliado perfecto de la cosmética. Hay mucha ciencia detrás de las cualidades de este codiciado elixir de la juventud.
En busca del elixir de la juventud
La fuente de la eterna juventud no existe. Sí, nos ha costado miles de años darnos cuenta, pero no se puede ser joven eternamente. Aunque sí que podemos disponer de algunas ayuditas. Hay quien en su día pensó que estas podrían consistir en un trasplante de ovarios o testículos de mono, pero afortunadamente ya sabemos que esto no es necesario.
Hoy en día la ciencia está estudiando el origen del envejecimiento en nuestras células. Eso ha llevado al hallazgo de actores del mismo como los telómeros, una especie de tapones que protegen los extremos de nuestros cromosomas de la pérdida de material genético que se genera a medida que las células se dividen y nosotros envejecemos. Telómeros más cortos suponen un mayor envejecimiento, por lo que ese es un buen hilo del que tirar.
Pero, mientras que todas estas investigaciones se desarrollan, debemos seguir recurriendo a la cosmética si queremos hacer algo menos evidente el paso del tiempo. Bueno, también está la cirugía estética, pero no vamos a hablar de ella hoy. Al menos no del todo. En cosmética son muchos los componentes que ayudan a prevenir o disimular signos asociados a la edad, como las arrugas. Y uno de ellos, por supuesto, es el ácido hialurónico, tanto si es animal como si su origen es vegano.
El descubrimiento del ácido hialurónico
El ácido hialurónico fue descubierto en 1934 por Karl Meyer y John Palmerer, dos oftalmólogos de la Universidad de Columbia. Lo encontraron en el humor vítreo de los ojos de las vacas cuando se encontraban analizándolo.
Este es un líquido gelatinoso que se encuentra entre la superficie interna de la retina y la cara posterior del cristalino y se encarga de dar forma al globo ocular. Está compuesto mayoritariamente por agua, pero también contiene otros ingredientes, como el colágeno, el cloro, la glucosa, el potasio y, por supuesto, el ácido hialurónico.
Con el paso de los años se fueron descubriendo algunas de las propiedades que tiene este componente, no solo en las vacas. También en los humanos. Se vio que, además del humor vítreo, se encuentra en otras partes del cuerpo, como el líquido sinovial, que protege las articulaciones, la piel o el cartílago. Además, se observó que tiene un gran número de aplicaciones, que van desde la lubricación hasta la homeostasis del agua, pasando por la filtración macromolecular.
Pero la que aquí nos ocupa es la que se explota en cosmética. Se utiliza en la composición de un gran número de productos cosméticos porque contribuye notablemente a la hidratación de la piel. De hecho, es capaz de retener un porcentaje de agua equivalente a mil veces su peso molecular. Esto no solo evita la sequedad. También aumenta el tono y la elasticidad cutáneos. Así, por lo tanto, se previenen las arrugas. ¿Pero qué pasa con las que ya están?
Según un estudio publicado en 2011, esto depende del peso molecular del ácido hialurónico que se use. Obviamente, cuanto mayor sea, más agua retendrá. Por eso, podríamos pensar que esto es lo que nos conviene. Sin embargo, se ha visto que solo el ácido hialurónico de bajo peso molecular (50 kDa y 130 kDa) logra penetrar en la piel y atenuar las arrugas. Esta es la razón por la que en cosmética se suele aclarar el peso molecular que se ha empleado. Según nuestros objetivos, nos convendrá uno u otro, aunque lo ideal es una mezcla de bajo y alto peso molecular. O también se puede inyectar para rellenar las arrugas, pero eso debe hacerlo personal cualificado. Si solo queremos cremas, esas son las opciones.
Lo que está claro es que el ácido hialurónico está estrechamente relacionado con el envejecimiento, pues disminuye a medida que nos hacemos mayores. Aunque también disminuye, por ejemplo, con motivo de la exposición a las radiaciones ultravioleta. Por eso se dice que también debemos protegernos del sol para evitar que nuestra piel envejezca.
¿Ácido hialurónico animal o vegano?
En realidad, el uso del ácido hialurónico en cosmética empezó a hacerse relevante en los años 90 del siglo pasado.
No obstante, su obtención a nivel industrial ya estaba extendida desde los años 50 con fines diferentes. Por ejemplo, en medicina se usa en ramas como la oftalmología, la reumatología o la medicina regenerativa.
Inicialmente se obtenía directamente de fuentes animales, como los ojos de las vacas, el cartílago de tiburón y las crestas de los gallos.
Esta última era la fuente mayoritaria por dos motivos. Por un lado, porque se podía acceder a ella fácilmente, utilizando las crestas que se desechan en los mataderos. Por otro, porque la proporción de ácido hialurónico en estas estructuras es muy elevada, aproximadamente con 7,5 miligramos por gramo. El problema es que tanto esta como otras fuentes animales podían generar alergias y otros efectos secundarios derivados de la presencia de sustancias no deseadas, como las endotoxinas.
Esto, junto a que ni siquiera los mataderos podían responder a la demanda cada vez mayor de ácido hialurónico, llevó a que se buscaran otras formas de obtenerlo. Y es aquí donde entra en juego ese compuesto vegano.
Es así porque no tiene un origen animal, sino bacteriano. Inicialmente se comenzaron a usar a nivel industrial bacterias de los géneros Streptococcus y Pasteurella. Se optó por estos microorganismos porque se sabe que sintetizan ácido hialurónico para fabricar una especie de cubierta que les ayuda a pasar inadvertidos para el sistema inmunitario de sus hospedadores.
Así, se comenzó a usar estas bacterias para la obtención de ácido hialurónico mediante fermentación. Especialmente se le dio uso a Streptococcus zooepidemicus. Pero, como el resto, tenía un problema. Y es que es una bacteria patógena. Esta especie concreta infecta mayoritariamente a animales como caballos, conejos, vacas o cerdos. Las infecciones en humanos son muy raras. Sin embargo, era necesario minimizar el riesgo, porque si no la situación con este ácido vegano volvería a ser la misma que con las crestas de gallo.
Se comenzó por perfeccionar las técnicas para purificar el ácido hialurónico, eliminando cualquier resto bacteriano o sustancia que no fuese de interés. Pero más tarde se pasó a usar otras bacterias más inocuas, modificadas genéticamente para generar por fermentación el ácido hialurónico como lo hacen otras naturalmente. Se ha hecho especialmente con Escherichia coli y Bacillus subtilis, aunque no se ha desechado el uso del resto de bacterias.
Estas opciones de fermentación bacteriana son las más rápidas y seguras para obtener el ácido hialurónico. Por eso, lo lógico es que sea un ingrediente vegano. El uso de crestas de gallo y otros componentes animales es ya algo muy raro, perteneciente mayoritariamente al pasado.
Y es que la biotecnología tiene multitud de aplicaciones, entre las que se encuentra también ayudarnos a engañar un poco al envejecimiento. Tanto a nivel celular, como se está estudiando con los telómeros, como de cara a la galería, como en la cosmética. Sea como sea, si hay una fuente de la juventud, aunque no eterna, podríamos decir que es esta.