Los seres humanos tendemos a creer que somos los únicos animales capaces de hacer muchas cosas. Sin embargo, a veces la naturaleza nos sorprende. Por ejemplo, podríamos pensar que somos los únicos con sentido del ritmo. Pero no. Es bien conocido el caso de las cacatúas, capaces de seguir el ritmo de la música mientras ejecutan simpáticas coreografías. Y también hay especies a las que se les da estupendamente cantar. Es el caso de los monos cantores cuyas capacidades acaban de describirse en un estudio publicado en Current Biology por científicos de la Universidad de Turín y el Instituto Max Planck.

Se trata de una especie de lémur en peligro de extinción, el Indri indri. De momento, es el único primate en el que se ha observado este sentido del ritmo. Sin contar a los humanos, por supuesto. Aunque los responsables de la investigación creen que aún podría quedar alguna otra especie con su don sin descubrir. 

El problema es que, quizás, podrían ser animales en peligro de extinción, como el propio indri. Y eso sí que es grave; pues, como explican estos científicos en un comunicado de prensa, si no nos damos prisa, podríamos quedarnos para siempre sin el placer de escuchar sus canciones.

¿Qué es el sentido del ritmo?

Esta es una pregunta que debemos hacernos antes de hablar de cacatúas o monos cantores. En realidad, no es un sentido, como la vista, el gusto o el tacto, por ejemplo.

El sentido del ritmo no es un sentido más, como la vista, el gusto o el tacto

Sí que suele depender de algunos sentidos, como el oído, aunque haya casos tan famosos como el de Ludwig van Beethoven, que siguió componiendo grandes obras musicales en el ocaso de su vida a pesar de su sordera. Pero el sentido del ritmo es algo diferente a esos sentidos. Es el nombre con el que se define la capacidad de algunas personas de seguir un ritmo con una frecuencia concreta, sin perderse. A algunas personas se les da mejor que a otras, pero en general todos los humanos podemos hacerlo. Más o menos.

También cabe preguntarse qué es el ritmo. Podría definirse de muchas formas, pero en general hace referencia a la cualidad por la que, en una sucesión de sonidos y silencios, los intervalos de tiempo siguen siempre la misma proporción. Así, aunque se interpreten a velocidades diferentes, el resultado es siempre reconocible. De hecho, hay canciones que explotan precisamente eso en una sola. Por ejemplo, en algunas versiones de Bella Ciao hay un momento en el que se repite la melodía varias veces, cada vez más deprisa. Se acelera lo que se conoce como el tempo, pero el patrón de sonidos y silencios se mantiene constante, con la misma proporción. 

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Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con los animales? Es sobradamente conocido que hay muchos que emiten llamadas similares a canciones, sobre todo para aparearse. Los más conocidos son los pájaros, pero también lo hacen algunos primates. ¿Pero tienen sentido del ritmo al cantar? Eso precisamente es lo que querían saber los autores de este estudio.

Karaoke de monos cantores

Filippo Carugati

Para llevar a cabo su trabajo, estos científicos recopilaron grabaciones de las canciones de 20 grupos de lémures indri, compuestos por un total de 39 animales. De este modo, pudieron observar varias cualidades muy curiosas sobre estos monos cantores.

Los monos cantores usan recursos musicales como el 'ritardando'

Por ejemplo, que las familias solían cantar juntas. como cuando te juntas con tu familia para cantar villancicos en Nochebuena. Quizás no sea lo más afinado del mundo, incluso puede que no todos tengan el mejor sentido del ritmo, pero más o menos se mantiene.

Algo muy interesante es que usaban recursos musicales como el ritardando. Esto hace referencia a cuando se va disminuyendo poco a poco la velocidad a la que se emite la melodía. Puede producirse en cualquier momento de la canción, pero es común sobre todo al final. En la historia del cine hay un ejemplo muy famoso de ritardando en el western La muerte tenía un precio, de Sergio Leone. En la película hay una escena de duelo en la que se marca el momento del disparo con un carrillón grabado en un reloj de bolsillo. Cuando termine, podrán disparar. La canción, compuesta por el compositor italiano Ennio Morricone, tiene un ritardando justo al final, de modo que se genera una gran tensión al ver que poco a poco la melodía se ralentiza, hasta apagarse. 

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Los monos cantores también lo hacen. Además, vieron que los machos y las hembras cantan las mismas melodías con tempos diferentes, pero manteniendo el ritmo. 

Todo esto llamó poderosamente la atención de los investigadores, pues el último ancestro común entre los lémures indri y los humanos vivió hace 77,5 millones de años. Por eso, podría ser que el sentido del ritmo en ambas especies hubiese evolucionado por separado. Pero también puede que haya más en la misma situación.

El baile de las cacatúas

Entre las aves es más común detectar melodías que evidencian su sentido del ritmo. Pero no solo cantan. También las hay que bailan. Es el caso de cacatúas como Snowball, un ejemplar de cacatúa Eleonora que ha protagonizado dos estudios sobre su capacidad para la danza.

El primero se publicó en 2009. En él, se observó que el animal era perfectamente capaz de seguir el ritmo bailando sin necesidad de entrenamiento, por lo que podía decirse que tenía un sentido del ritmo innato. Esto es importante, pues sí que hay animales que pueden entrenarse para mostrar sentido del ritmo. Es, por ejemplo, el caso de una famosa orquesta tailandesa compuesta por elefantes. Pero ese es otro cantar, nunca mejor dicho. 

En el segundo estudio, publicado en 2019, se observó la reacción de Snowball a dos clásicos de los 80: Girls Just Wanna Have Fun, de Cindy Lauper, y Another One Bites the Dust, de Queen. Vieron que no solo se movía al ritmo de la música, sino que también tenía sus propios pasos de baile. Coreografiaba las canciones con movimientos como levantar la pata, sacudir y girar la cabeza o contonearse en semicírculo, siempre coordinada y sincronizada con la melodía. 

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En definitiva, los monos cantores, como los lémures indri, y las cacatúas juntos podrían formar una buena fiesta. Los primeros cantan, los segundos bailan y los seres humanos nos maravillamos al ver lo fascinante que puede llegar a ser la naturaleza.

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