Uno de los aprendizajes que nos ha dejado la pandemia del coronavirus es la necesidad de conocer las fuentes de información. Los bulos y las fake news que se han extendido como pólvora a través del anonimato de las redes sociales, han servido de apoyo a los movimientos negacionistas y antivacunas que ven en la pandemia conspiraciones de grupos poderosos experimentando con la población mundial.

La pandemia ha sido el caldo de cultivo ideal en el que el analfabetismo científico y las fake news han campado a sus anchas. Como sociedad, hemos tenido que enfrentarnos a una enfermedad desconocida ante la que las propias autoridades científicas se veían desconcertadas. Más de un año después del primer confinamiento, al cansancio, al hartazgo emocional y psicológico de la ciudadanía, se añade la falta de conocimiento mínimo de lo que pasa con el virus. Esto, a pesar de que los epidemiólogos, virólogos, y otros científicos relacionados se han convertido en figuras cotidianas de los medios de comunicación, tanto tradicionales como online.

La ciudadanía necesita estar bien informada

De acuerdo con el informe de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt): El factor social de la gestión sanitaria: actitudes hacia la vacunación y cumplimiento de las medidas anti-COVID-19 (Lobera y Cabrera, 2021: 5), los “grupos más afectados por las medidas contra el coronavirus, que ven peligrar en mayor medida su forma de vida o valores, tenderán a activar en mayor medida mecanismos de razonamiento motivado.” Es decir, tendemos a elegir aquella información que va acorde con nuestras propias creencias y conclusiones.

¿Qué necesitamos? Indudablemente que la ciudadanía esté bien informada y sea capaz de detectar tanto los bulos como las fake news y, para ello, no sólo es necesario poner a disposición del público la mayor cantidad de información y datos posibles, sino también, y muy especialmente, profesionales formados para asumir este reto.

Máster Universitario en Comunicación Social de la Investigación Científica

La Universidad Internacional de Valencia (VIU), consciente de la necesidad de formar expertos en este sentido, creó hace siete años el Máster Universitario en Comunicación Social de la Investigación Científica. Se trata de uno de los programas más completos en su área, en el que se aúnan, por ejemplo, los fundamentos de la comunicación pública de la ciencia, el lenguaje aplicado a los medios de comunicación, y los diferentes recursos que pueden utilizarse para acercar la ciencia al ciudadano.

El programa incluye también la influencia y desarrollo de la información científica en los nuevos medios, cómo informan los YouTubers y demás influencers científicos, pues el salto digital es fundamental para promover la ciencia, especialmente en las nuevas generaciones.

El cambio climático y los riesgos derivados de la ciencia y la tecnología también se estudian en este completo programa académico. Una de las ventajas es que se dirige a profesionales de la ciencia, pero también a quienes provienen del mundo de la comunicación y el periodismo, sin excluir otro tipo de programas. Así, se forma un tándem perfecto porque además de cursar las asignaturas, los alumnos y alumnas tienen la oportunidad de intercambiar experiencias e inquietudes con compañeros de otras áreas de conocimiento.

El carácter internacional de la universidad es otro incentivo, puesto que se tiene la oportunidad de conocer las experiencias en el área de la comunicación pública de la ciencia en diferentes partes del mundo.

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