Las vacunas del coronavirus están siendo un arma indispensable para combatir la pandemia de COVID-19. No hay más que ver cómo se han reducido las hospitalizaciones y las muertes en los grupos de mayor edad, que son precisamente los que llevan más tiempo vacunados. Sin embargo, aún hay personas que las temen y se mantienen aferradas a bulos que hacen mucho daño en la población. Es el caso del que asegura que las vacunas de ARN mensajero pueden causar enfermedades por su transformación en priones.

El bulo está corriendo como la pólvora, pues va respaldado por unos pocos científicos que aseguran tener esa verdad que los medios de comunicación no quieren contar. Aquí nos encontramos algo que hemos visto mucho durante la pandemia. Dos o tres científicos dicen algo que contradice a miles de colegas. Pero muchas personas tienden a creer a los primeros, porque los seres humanos nos sentimos embriagadoramente atraídos por las conspiraciones.

En este caso, hay incluso un estudio que explica cómo, supuestamente, el ARN mensajero escapa de las células y se transforma en priones, que pueden provocar multitud de enfermedades cerebrales. ¿Tenemos algo que temer si hemos recibido las vacunas del coronavirus de Pfizer o Moderna? Por supuesto que no. Vamos a ver por qué.

¿Qué son los priones?

Antes de empezar a hablar de las vacunas de ARN mensajero, es importante tener claro qué son los priones.

Estos son agentes infecciosos formados por proteínas mal plegadas que pueden transmitir ese plegamiento incorrecto a otras proteínas, afectando a su función y provocando un amplio abanico de enfermedades. Es especialmente famosa la encefalopatía espongiforme bovina, más conocida como enfermedad de las vacas locas. Pero hay muchas más.

Por otro lado, otro término que debemos tener en cuenta antes de hablar del tema de las vacunas es el de los dominios similares a los priones. Estas son secuencias que se encuentran en determinadas proteínas de unión a ARN. Muestran cierta similitud con las proteínas priónicas, de ahí que se las conozca así. Pero no son priones.

Un ataque a la vacunación desde el principio

En el estudio científico sobre priones y vacunas de ARN mensajero que está circulando por las redes hay varios detalles que llevan a pensar que no es serio.

Se señala que las vacunas, en general, pueden causar diabetes, pero eso no es cierto

Para empezar, se basa más en el ataque a las vacunas que en el análisis. Empieza, por ejemplo, relacionándolas con la diabetes tipo 1. Este es un mito bastante extendido, que nació al comprobar un aumento en el diagnóstico de casos de esta enfermedad coincidente con determinadas campañas de vacunación. Sin embargo, no se ha podido demostrar ninguna relación, por lo que lo lógico es que no fuera más que una casualidad. Para entender esto mejor, existe un ejemplo muy ilustrativo, en el que se expone que los años en los que se publicaron películas de Nicolas Cage aumentaron los ahogamientos en Estados Unidos. Encontrar una vinculación con ambos hechos parece absurdo. Porque casualidad no es lo mismo que causalidad. Y, del mismo modo que este actor no tiene nada que ver con muertes en piscinas, tampoco hay relación entre diabetes y vacunas.

De hecho, si nos vamos a poner a buscar relaciones, en 2020 se relacionó la aparición repentina de diabetes en un joven alemán con el hecho de haber pasado la COVID-19 de forma asintomática. Los científicos que estudiaron el caso expusieron que podría haber una relación, pero que era imposible estar seguros; puesto que, aun con teorías razonables, no tenían claros los mecanismos. Esa es la diferencia entre la buena y la mala ciencia.

Por otro lado, el estudio también habla sobre cómo las primeras vacunas contra la poliomelitis aumentaron los casos por una mala atenuación del virus. Hace referencia al caso Cutter, un suceso que ocurrió en los años 50, cuando se comercializaron algunos lotes defectuosos de dicha vacuna. Este fue un grave error, sin duda, pero no era propio de la vacuna en general, sino de unos pocos lotes en los que no se había atenuado correctamente el virus.

Aquello llevó a que se realicen muchos más controles sobre estos y otros fármacos, para evitar este tipo de sucesos. Y, desde entonces, gracias a la vacuna, la polio se encuentra cerca de ser la segunda enfermedad humana totalmente erradicada, después de la viruela; que, por supuesto, también desapareció gracias a la vacunación. Por lo tanto, no tiene sentido señalar aquel suceso como un ejemplo de peligros de las vacunas. Además, cabe destacar que las vacunas de ARN mensajero no incluyen virus atenuados, por lo que son mucho más seguras en ese sentido.

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Foto por Richard Dykes en Unsplash

Métodos dudosos

Una vez finalizado el ataque gratuito inicial hacia las vacunas, comienza el estudio, firmado por el inmunólogo antivacunas J. Bart Classen. La organización es similar a la de otras investigaciones científicas, pero deja bastante que desear. De hecho, lo primero que llama la atención es el apartado de métodos. 

En los estudios científicos este es el apartado en el que se explica detalladamente cómo se han realizado los diferentes procedimientos y experimentos que han llevado a la obtención de conclusiones. Suele ser un apartado bastante extenso. En este caso, consta de un solo párrafo en el que se puede leer lo siguiente:

"La vacuna basada en ARN de Pfizer contra COVID-19 se evaluó para determinar el potencial de convertir TDP-43 y/o FUS a sus estados causantes de enfermedades basadas en priones. El ARN de la vacuna fue analizado para la presencia de secuencias que pueden activar TDP-43 y FUS. Se analizó la interacción de la proteína spike transcrita con su diana para determinar si esta acción también podría activar TDP-43 y FUS."

Classen, 2021

¿Cómo se realizaron todas esas evaluaciones o análisis? No dice nada. En cuanto a TDP-43 y FUS, ambas son proteínas con dominios similares a priones, como los mencionados anteriormente. ¿Significa esto que son peligrosas per se? No. Simplemente, determinadas mutaciones asociadas con ellas se han relacionado con enfermedades como la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) o el alzhéimer. Pero eso ocurre con otras muchas proteínas. De hecho, cuando no están mutadas estas tienen funciones muy interesantes. La TDP-43, por ejemplo, reprime la transcripción del VIH, necesaria para que infecte a las células. En cuanto a FUS, se ha visto que ayuda en determinados mecanismos de reparación del ADN.

¿Qué pasa con las vacunas de ARN mensajero?

En los resultados del estudio se cita que “La secuencia de ARN en la vacuna contiene secuencias que se cree que inducen a TDP-43 y FUS a agregarse en su conformación basada en priones que conduce al desarrollo de enfermedades neurodegerativas comunes”.

No hay absolutamente ninguna evidencia de por qué “se cree” esto que, además, nada tiene que ver con los priones. Se citan estudios que, o bien no hacen referencia a las vacunas de ARN mensajero, o bien han sido llevados a cabo por el propio Classen. Es normal en ciencia que se citen estudios del mismo grupo de investigación, sobre todo si lleva tiempo estudiando un mismo tema. Pero la insistencia en citar sus propias investigaciones deja ver que no se basan en premisas aceptadas ampliamente en el panorama científico. 

También explican que en el análisis llevado a cabo para este estudio se encontraron secuencias de ARN vinculadas a que las dos proteínas mencionadas adquieran su configuración patológica en el citoplasma. Pero volvemos al error de los métodos: ¿qué análisis?

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Foto por CDC en Unsplash

Más ataques a las vacunas de ARN mensajero

Si el estudio empezaba con ataques, no termina de un modo muy diferente. La discusión final empieza diciendo que las enfermedades causadas por los priones derivados de las vacunas de ARN mensajero pueden ser incluso peores que la COVID-19. Pero en ningún momento han demostrado que eso pueda ocurrir.

Por si eso no fuera suficiente, se habla de que los priones podrían usarse como armas biológicas. Así, de paso, le echan leña al fuego de la conspiración. Y, por supuesto, como no hay teoría conspiranoica sin prohibiciones ocultas, hace referencia a que en el pasado se prohibió publicar datos sobre armas nucleares. Así, aunque este inmunólogo no esté dando ningún dato científico que apoye su teoría, se lleva la atención del lector hacia el hecho de que haber logrado publicar es una proeza, dadas las prohibiciones existentes. Incluso podrían pensar que los cientos de estudios que sí están correctamente diseñados, en realidad solo cuentan lo que los de arriba quieren que creamos. 

En el estudio se recurre numerosas veces a la conspiración para hacerlo atractivo a pesar de la falta de datos científicos

Además, no solo señalan que las vacunas de ARN mensajero podrían ser un arma biológica por transformarse en priones. También hablan sobre otro virus casi desconocido, muy peligroso, que se une a la proteína spike.

Recordemos que lo que hacen estas vacunas es introducir en el organismo las instrucciones para que nuestras propias células fabriquen la proteína spike, característica del SARS-CoV-2. Esta es precisamente la proteína que el virus utiliza como llave para entrar en las células, pero también la señal que pone en marcha al sistema inmunitario. Si solo la introducimos a ella, se generarán las defensas necesarias sin que haya infección. Y ya está. La proteína spike es la llave para la cerradura ubicada en nuestras células. Es ella la que se une. No hay otros virus que se unan a ella. Mucho menos si lo que introducimos es solo el ARN mensajero para fabricarla. Por eso, esta teoría tampoco tiene ningún sentido.

Y eso es todo. Absolutamente todas las vacunas salvan vidas. Estas, además, nos sacarán de la mayor pandemia del último siglo. Temer al flotador que nos salvará de ahogarnos no tiene ningún sentido. Independientemente de si ese año se han estrenado películas de Nicolas Cage.