Trollhunters: El despertar de los titanes es la película de Netflix que lo tiene todo para culminar la historia de la serie homónima con gran elegancia. De hecho, terminar las historias de las anteriores temporadas con una película es una decisión inteligente. Principalmente por el hecho de que el amplio mundo imaginado por Guillermo Del Toro se expandió hasta crear una personalidad precisa. La mejor forma de despedir a sus personajes quizás sea con un arco conclusivo que rinda homenaje a cada uno de ellos. 

Trollhunters: El despertar de los titanes parece más interesada en dejar claro que este es el final a la mitología imaginada por Guillermo del Toro. Mucho más incluso que celebrar lo que la hizo especial o reflexionar sobre su trascendencia. Se trata de una despedida, pero demasiado apresurada y con pocos alicientes. De la tres temporadas anteriores, la serie de Netflix hereda el sentido de la espectacularidad y su enorme carga de metáforas superpuestas. Pero lo que podía funcionar en una serie de capítulos, en una película tiene algo de urgente, de conclusión incompleta. 

Para bien o para mal, hay algo esencial en las obras de Del Toro: su amor a sus monstruos. Y ese cariño sincero fue una de los elementos reconocibles en las tres temporadas de Trollhunters. La serie avanzó con inteligencia, ingenio y buen pie a través de la cada vez más complicada narración, hasta llegar a un altísimo punto narrativo. Tal vez por ese motivo, Trollhunters: El despertar de los titanes tiene algo de incompleto.

'Trollhunters: El despertar de los titanes', el resumen de todos los problemas

Trollhunters: El despertar de los titanes

Quizás era inevitable. La historia basada en los relatos de Guillermo Del Toro y Daniel Kaus siempre tuvo problemas para encontrar su estilo. Al fin y al cabo, en 2016 Netflix buscaba crear series animadas que pudieran competir de manera consistente con otros universos parecidos. Pero la narración de Del Toro, emparentada con mitología clásica y todo tipo de referencias mágicas, desbordó el formato. 

Su primera temporada llena de chistes y buen hacer creativo sorprendió a la audiencia. La segunda tuvo que afrontar la muerte de Anton Yelchin, el talento detrás de la voz de Jim, personaje principal. Para Del Toro, obsesionado con la personalidad de sus criaturas cinematográficas, fue un golpe complicado de sobrellevar. 

La tercera temporada encontró a la serie en un tono más adulto, más profundo y más elaborado. La gran pregunta que Netflix debió plantearse entonces fue si seguir con el proyecto, cada vez más ambicioso pero menos popular, o cerrar con dignidad. Y la respuesta fue Trollhunters: El despertar de los titanes , un proyecto pequeño que intentaría culminar el gran arco central de forma apropiada. 

Quizás uno de los grandes problemas de Trollhunters: El despertar de los titanes sea intentar abarcar todo lo que Del Toro había planteado antes. Hacerlo, además, con una precipitada sensación de mostrar cada elemento que hizo memorable el programa. Temporada a temporada la serie creció y aumentó de complejidad hasta perder el tono infantil. Para su película de 104 minutos y un renovado presupuesto en animación, el equipo de producción debió tomar algunas decisiones. Y una de ellas fue dejar a un lado todo el sustrato alegórico y extraño para crear algo más. 

Trollhunters: El despertar de los titanes resume todos los pequeños lugares comunes del Del Toro y los celebra con enorme gracia. Pero en ausencia de una historia mayor que se renueva, como ocurría con la serie, la película se dirige directa al centro de la narración. Con aires de mitología artúrica y el entramado de un camino del héroe, la película explora el crecimiento de sus personajes. Pero no logra mostrar más ni hacerlo mejor, por es inevitable la sensación de que Trollhunters: El despertar de los titanes solo cumple un papel. El de terminar un ciclo de un programa televisivo que superó las expectativas y se convirtió en un híbrido de varias cosas al final levemente confusas.

De nuevo una amenaza planetaria

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Una de las cosas que se lamentan de Trollhunters: El despertar de los titanes es el hecho de abandonar su tono mitológico por algo más artificioso. A diferencia de las temporadas de la serie de Netflix, la película es más sencilla pero mucho más ambiciosa. De hecho, hay algunos paralelismos entre HellBoy que dejan entrever una intención más sólida en el argumento.

Pero es evidente que los guionistas Marc Guggenheim, Dan Hageman y Kevin Hageman no están muy interesados en conflictos profundos o emocionales. De modo que el argumento toma lo mejor de la serie y lo lleva a un conflicto mundial que abarca todos los puntos centrales de la historia. Hay por supuesto magia, sellos mágicos, de nuevo grandes destinos y una misión suicida que depende del buen corazón. Nada diferente, pero sí bastante limitado en cuanto a planteamiento y desarrollo. 

Se echa en falta que el personaje de Jim, héroe central de la historia, tenga más densidad. La película Trollhunters: El despertar de los titanes resuelve el conflicto de la serie de forma simple. Tanto como para parecer que la película solo se apresura a llevar adelante un problema menor argumental para seguir con algo de mayor interés. ¿Es válido? Sin duda. ¿Es justo para la construcción de personajes de la serie Trollhunter? No del todo.

Claro está, Trollhunters: El despertar de los titanes tiene una buena dosis de sacrificios y épicas diminutas que sostienen el argumento con buen gusto. Si se olvida por un momento la historia de la que procede, es una película disfrutable y hasta satisfactoria. Pero el recuerdo de la importancia de la mitología y la intrincada narración original, deja claro que pudo ser más que un adiós apresurado.

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