La industria de las flores está de moda y también mueve millones. Colvin, la startup española de venta de ramos de flores online, acaba de levantar la friolera de 45 millones de euros para seguir creciendo un un mercado complicado. La tecnológica que quería democratizar un negocio chapado a la antigua y quitarse a los intermediarios de en medio va logrando su propósito poco a poco.
Para esta ocasión, Colvin ha cerrado una Serie C con Eurazeo. Un fondo francés –inversor de Glovo– que ha liderado una operación en la que también han participado Capagro, AgTech o FoodTech VC. La entrada del fondo acentúa el interés del país galo en los emprendimientos en España. Ya no solo por la vía de la financiación que viene acompañando a uno de los unicornios españoles por excelencia, sino por también en los intereses de compra. Hace apenas unas horas que se conocía el comprador de Bipi, la tecnológica de alquiler de coches para larga duración, por parte del Grupo Renault.
Sea como fuere, Colvin sigue conquistando a los inversores con su propuesta de cambiar la industria de las flores. La tecnológica fundada a la sombra de los primeros proyectos pos universidad de sus fundadores, Marc Olmedillo, Andrés Cester y Sergi Bastardas, comenzó con la venta a cliente final. ¿Podían ser la flores algo que llegase a las manos de cualquiera? Sorprendente, pero sí.
En sus ideas, ser una plataforma de venta que conectase directamente con los productores. A un precio más bajo que sus competidores por quitarse a los intermediarios, era una apuesta fuerte que, de triunfar, enfadaría a muchos por el camino. Ahora, con su nueva operación, buscan afrontar el sector profesional. El B2B.
La startup que quiere matar a los intermediarios
Los intermediarios en el sector de la floricultura están cortados por el mismo patrón que los de otros sectores. A rasgos generales son los que se llevan la mayor parte del pastel y aumentan el precio final de los productos. Al final del día, la realidad es que los intermediarios ganan más que los productores, independientemente de los aumentos de precios y demanda.
Si cambiamos tomates por flores, la estructura se repite. Un patrón que Colvin quiere llevarse por delante a los que operan en el proceso, que pueden ser de entre 5 a 1o dependiendo del momento. Aún en 2021, las flores siguen haciendo el viaje de su vida antes de terminar en el jarrón de casa. Unos 20 días que acortan la vida productos y con un 30% de la cosecha que termina en la basura. Con una producción de casi 1.000 millones en el último año según el Ministerio de Agricultura, y casi 110.000 miles de docenas en producción de clavel y rosa entre Andalucía, Canarias y Cataluña principalmente, la floricultura es un sector importante en España. Pero que sigue dejando sus esfuerzos en el intermediario y eso sin tener en cuenta impacto medioambiental de esta travesía.
Uno que exporta la mayor parte de sus productos principalmente a Francia. Pero que antes de llegar al país vecino tiene que viajar a Holanda, el reino del tulipán, para enfrentarse a la subasta de flores más grande del mundo. Es muy probable que la flores que muchos compren a la vuelta de la esquina y se hayan producido a escasos kilómetros de su casa, hayan viajado por medio continente antes de colocarse en el jarrón. Colvin quiere derrocar al gigante de las subastas desde su propio marketplace. Un gigante que, pese a todo, lleva tiempo intentando arreglar su situación convirtiéndose en una infraestructura de logística que en un gran mercado.
Con esta tesitura, Holanda tiene el monopolio de la flor mundial como el primer exportador con un negocio valorado en 7.000 millones de euros. Ahora en ligero declive por la pandemia, aun así casi el 65% de las flores del mundo pasa en este momento por el país.
Colvin quiere eliminar el imperio holandés, y eso puede enfadar a mucha gente
La venta a cliente era el caballo de Troya para digitalizar el comercio de las flores. Al menos en España. La verdad venía después con el fondo del negocio de Colvin: la venta a profesionales. O lo que es lo mismo, digitalizar una industria para evitar que las flores viajen cada día y sin motivo a Holanda. Colvin ya tenía experiencia tratando con los productores –a los cuales costó años convencer y que con la crisis por coronavirus y los cambios climáticos está más que dentro del proceso– para nutrir su foco de negocio principal; solo tenía que ampliar la perspectiva a los mayoristas del sector.
"Queremos crear un ecosistema digital con los productores y compradores para aumentar las oportunidades del sector. No es solo una herramienta de desintermediación, es algo más para todas las partes", explica Bastardas a Hipertextual. De hecho, apunta a que los intermediarios pueden verse beneficiados; sería ese gran mercado holandés el que perdería su monopolio.
Con esta nueva apertura quieren poner en contacto a los productores de flores con los compradores mayoristas de forma directa. Sin pasar por el camino intermedio-sí, el que menos hace y más gana-. Un marketplace para profesionales de la flor. Nada revolucionario para el común de los mortales, pero sí para un negocio que sigue anclado en las mismas pautas de principios del siglo pasado.