Cada vez aparecen más empresas de comida preparadas, que te llevan a casa platos tradicionales o saludables, como pueden ser Wetaca o la reciente ROOTS Mindfoodness; aunque esta segunda está más centrada en platos saludables para embarazadas y bebés de hasta dos años. Pero, ¿es la escasez de tiempo lo que nos hace recurrir a estos servicios? ¿Por qué los jóvenes están tan obsesionados con la falta de tiempo? ¿Es una sensación real o una imposición?
En esta vida nada se puede generalizar. Habrá personas que recurran a las empresas de comidas preparadas por pereza o porque no les guste o no sepan cocinar. Y habrá otras que lo harán por el tiempo. O mejor dicho: por la escasez de tiempo.
Alejandro reconoce que a veces tira de comidas preparadas "por pereza". "Es rápido y cuando no me apetece cocinar o no tengo tiempo, tiro de ellas", indica. Las comidas que suele comprar son congeladas. No tira de este tipo de comida todos los días, pero sí suele tener algo en el congelador para algún día que se complica el teletrabajo o termina demasiado cansado de trabajar. Además, ha probado en varios sitios de comidas preparadas con las que está bastante contento.
En cambio, Blanca, que es autónoma y madre separada, ha pedido una sola vez a Wetaca por recomendación de amigos. "En general estaba muy bueno, excepto una cosa que no le gustó a la niña y otra que me pareció que estaba muy salada, comimos bien. Ahora sí, las raciones no son tan grandes como me habían dicho y para las dos nos quedamos un poco cortas", explica. "Se puede acompañar con algo más, como una empanada de primero, por ejemplo". Tomó la decisión de pedir porque le entraba un pico de trabajo importante, así que decidió que podía ahorrar tiempo recurriendo a este tipo de platos preparados. "Solo tienes que meterlo en el microondas un par de minutos y ya está", afirma. Así que sí, ante la escasez de tiempo, pedir comidas preparadas aquella semana le hizo ahorrar tiempo que pudo dedicar a trabajar.
Comidas preparadas y falta de tiempo
Como ya hemos comentado, este parece ser el punto de partida: la falta de tiempo. Pero no nos quedemos en la parte más superficial de por qué recurrimos a las comidas preparadas, veamos por qué tenemos esa falta de tiempo. Para entender mejor qué está pasando con el auge de este tipo de empresas, en Hipertextual hemos hablado con Mariano Urraco, profesor de Sociología en la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).
“Todo ese tipo de iniciativas que surgen y parece que vienen a ayudar nos dan indicios o pistas sobre cómo funciona la sociedad contemporánea y hacia dónde va en el futuro”, explica a través del teléfono Urraco. Pero para poder entender mejor lo que estamos viviendo ahora, tenemos que remontarnos unas décadas atrás.
Y es que “desde hace algunas décadas estamos metidos de lleno en una sociedad que podríamos denominar de hágalo usted mismo”. Entre los ejemplos que destaca el experto en soviología de la juventud están el pasar nosotros mismo la compra y pagar por la caja del supermercado sin cajera o lo mismo con el surtidor de gasolina. También el uso del cajero automático o la banca online en vez de la persona que atendía en ventanilla. En definitiva, al final es uno el que termina trabajando y “haciendo cosas que antes hacían otras personas”, ilustra Urraco.
“Y el giro interesante a nivel sociológico es que nos venden este hágalo usted mismo como algo positivo, incluso como una manera de expresar tu identidad, qué menos que montarte tú los muebles u otras muchas cosas que antes te hubiera hecho una persona específicamente dedicada a eso”, indica el sociólogo de UDIMA. "Pero eso era estandarizado, aburrido. Y es mejor, desde este punto de vista, que cada cual pueda ir haciendo sus cosas y construyendo sus productos de consumo entre una variedad de elección muy limitada".
El dinero no da la felicidad...
Pero este tipo de sociedad no aparece de la nada. "Se ha desarrollado bajo la bandera de la mejora de la eficacia, la rapidez. La rapidez es la clave de esta sociedad", cuenta Urraco. "El tiempo está acotado, no se puede alargar el día por mucho que queramos. De ahí esa escasez de tiempo. El tiempo es una poderosa moneda en nuestra sociedad. A día de hoy y, sobre todo en el futuro, veremos que el rico no es aquel que tiene tiempo sino aquel que tiene dinero para poder comprar tiempo", añade el sociólogo.
"Y esta compra de tiempo se hace bajo muchas formas: hay espectáculos que hay una cola para la gente que paga menos y luego hay un acceso premium en el que paga más. Ahí ganas tiempo de no estar en la cola. También puedes pagar gente que te haga trámites o gestiones, que te administre determinadas cuestiones o te haga recados, que te cuide a los hijos, en fin, hay muchas maneras de comprar tiempo, más de las que podamos pensar cuando hablamos de esta frase".
Mariano Urraco, sociólogo y profesor de UDIMA
Sobre esta afirmación del sociólogo, Blanca se muestra muy de acuerdo. "Si yo pudiera contratar una persona para que me limpiase la casa, por ejemplo, lo haría. Excepto para cuidar de mi hija, pagaría por muchos servicios ", señala.
...pero puede comprar el tiempo para ser felices
Por tanto, el dinero no da la felicidad; pero sí puede comprar el tiempo que necesitamos para ser felices. ¿No preocuparse por las facturas y pasar el día haciendo lo que queramos? Probablemente será el sueño de muchos, que además se conformarían con no preocuparse por llegar a final de mes si tener que pluriemplearse.
De hecho, no es la primera vez que hemos visto este planteamiento de que los ricos son los que más tiempo tienen. Solo hay que recordar In time (Andrew Niccol, 2011), la película distópica en la que los servicios se intercambiaban por tiempo de vida. Y la falta de tiempo era un problema. Para Urraco, la película es interesante "por ver cómo el tiempo se asocia a la riqueza".
Weber ya habló de esto
No solo empresas de comidas preparadas nos venden ese ahorro de tiempo para gastarlo en otras cosas. "Podemos pensar en la cantidad de profesiones que existen hoy en día que son maneras de proporcionar tiempo a los consumidores. Evidentemente son servicios para aquellas personas que pueden pagárselos. Esto enlaza con una sociedad que está sometida a un proceso de racionalización continuo. Esto ya lo dijo hace más de un siglo Max Weber, que fue uno de los primeros sociólogos", comenta Urraco.
"Él hablaba que desde el origen del capitalismo, la sociedad está sometida a ese proceso continuo de racionalización que implica una búsqueda continua de la eficacia y la eficiencia, que implica tomar el cálculo con principio de todas nuestras acciones. Digo nuestras como individuos, pero también digo nuestras de las empresas, que calculan hasta el último detalle, hasta el último segundo, cuánto se puede obtener de cada momento. Y ahí una vez más el tiempo entra en la ecuación.
En ese sentido se han ido perfeccionando y siguen perfeccionándose las técnicas que se emplean para exprimir hasta el último segundo de tiempo y hacerlo lo más productivo posible. Esto es la sociedad contemporánea, esta es la sociedad sometida a la racionalización, a ese cálculo constante del coste-beneficio. En la práctica se traduce en una escasez de tiempo y en ese discurso tan tramposo de que lo importante es el tiempo de calidad".
Producir o consumir, las dos únicas opciones
Urraco también explica la falacia del tiempo de calidad. Nos venden que, aunque nos falte tiempo, con solo diez minutos podemos tener tiempo de calidad. Es decir, ya sería suficiente. "Esto es una forma de engañar a la gente. Pero cala mucho, porque todos tenemos muy interiorizado, estamos muy socializados en esto, ese reloj de estoy produciendo o no estoy produciendo. Esto es tiempo de calidad y esto es tiempo perdido", explica.
"La idea de tiempo está basada, a su vez, en el momento histórico de desarrollo del modelo capitalista en el que vivimos. Que, como no podemos tirar tiempo, tenemos que generarlo dentro de esas 24 horas; hay que intentar aprovechar al máximo ese tiempo. Y se han desarrollado mucho esas técnicas de optimización en el trabajo y, desde luego, también se están optimizando en el consumo, como por ejemplo con estas plataformas que venden comidas preparadas". "Si se puede ganar tiempo en la preparación de la comida, ese tiempo hay que aprovecharlo. Este tipo de empresas se aprovechan de eso, bajo la idea de tiempo para ti, que es como lo venden, ese tiempo terminará siendo tiempo para beneficio de otro", concluye el sociólogo.
En definitiva, la escasez de tiempo no solo es un problema real, debido a las condiciones laborales que tienen muchas personas o porque tienen que cuidar de niños o familiares enfermos. No importa el motivo sino que el sistema nos bombardea para que sintamos que todo lo que no sea producir o consumir es una pérdida de tiempo. Y nadie quiere tirar su vida a la basura, ¿no?
No solo son platos preparados
Pero no es solo en cuanto a comida, casi cualquier servicio de streaming te vende algo similar. ¿Quieres hoy música sin anuncios? Paga Spotify u otra plataforma del estilo. ¿Quieres ver series o películas cuando te apetezca sin depender de la televisión en abierto? Paga Netflix, Amazon Prime Video, Disney Plus y HBO. También lo vemos en el transporte: ¿no quieres coger un taxi porque son caros, pero no te da tiempo a llegar en transporte público? Prueba con Cabify, Uber o incluso Blablacar. Volvamos a la comida: ¿quieres comer de tu restaurante favorito, pero no te apetece vestirte, ir hasta allí, esperar la cola y comer? Con Uber Eats, Deliveroo o Glovo tienes tu pedido en poco tiempo en casa. Sin tener que perder ni un segundo.
En definitiva, tenemos solo una vida y el sistema se aprovecha para vendernos toda una serie de servicios relacionados con esta escasez de tiempo. Pero, por desgracia, solo sirven para paliar la falta de tiempo entre las personas que tienen dinero. Para los que no tienen ni una cosa ni la otra, el sistema seguirá exprimiéndoles y haciéndoles sentir mal por no consumir; a pesar de que seguro que tienen varios empleos para poder sobrevivir. El tiempo no debería ser una moneda de cambio.