Si nos ceñimos al concepto de homeopatía, una sobredosis de la misma no debería existir. Como mucho, podríamos pensar que provoque una hiperglucemia, dado su contenido en azúcar. Aunque sería necesario tomar muchas de esas bolitas homeopáticas para llegar a ese punto. En el caso de los preparados que contienen alcohol entre sus ingredientes, podrían dañar a alguien con problemas hepáticos. Pero, más allá de eso, la única consecuencia de tomar demasiada homeopatía sería estar muy bien hidratado. 

Sin embargo, recientemente se ha publicado en una revista sobre toxicología el caso de un hombre alemán que acudió a urgencias con una intoxicación causada por homeopatía. Y, en realidad, ni siquiera había tomado de más. Había sido un fallo de laboratorio por el cual el principio activo sí que estaba presente. Muy presente.

Un pequeño recordatorio

La homeopatía se basa en que lo similar cura lo similar. Por lo tanto, para curar una patología, se utilizan sustancias que causen síntomas similares.

Para evitar envenenamientos, los principios activos se diluyen tanto que al final solo hay agua

Muchas de ellas son sustancias tóxicas, cuyos envenenamientos podrían generar una sintomatología parecida a la de la enfermedad en cuestión. Otras son algo más metafóricas. Es por ejemplo el caso del preparado a base de Muro de Berlín, para curar la opresión resultante de la ansiedad. Hay que echarle imaginación, pues son opresiones totalmente diferentes, pero la parte buena es que está tan diluido que hay restos de Muro de Berlín para todos.

Y es que esa es la segunda parte de las teorías en las que se basa la homeopatía. Lo similar cura lo similar, sí, ¿pero a qué precio? Conscientes de que muchas de las sustancias que emplean pueden llegar a ser mortales, los fabricantes las diluyen tanto que al final solo queda agua. Pero, y aquí está el último golpe de efecto, se supone que el agua tiene memoria, por lo que mantiene las propiedades curativas de aquello que alguna vez estuvo ahí, antes de perderse entre diluciones.

El resultado final, dejando a un lado las teorías homeopáticas, es simple y llanamente agua, a la que se suele añadir también azúcar. 

Por lo tanto, es muy difícil, por no decir imposible, hablar de sobredosis. De hecho, para demostrar la ineficacia de esta pseudoterapia, muchos divulgadores científicos recurren a los conocidos como suicidios homeopáticos. Estos consisten en tomarse toda una caja de pastillas para dormir basadas en homeopatía. Lógicamente, con un tratamiento convencional, esto acabaría siendo mortal. Pero con píldoras homeopáticas el resultado no difiere del que se obtendría al tomar una bolsa de gominolas.

¿Cómo puede ocurrir una sobredosis de homeopatía?

El hombre cuyo caso se acaba de describir en Clinical Toxicology acudió a urgencias aquejado de confusión, ansiedad, dificultad para hablar y pérdida del control muscular. 

No tenía ninguna patología ni estaba recibiendo ningún tratamiento convencional. Solo reconoció estar tomando unas píldoras homeopáticas a base de Atropa belladonna. Esta es una planta tóxica, muy usada en homeopatía para tratar fiebres y procesos inflamatorios. No hay problema con su toxicidad, porque se toma muy diluida, como siempre. Concretamente, en este caso los autores del estudio citan que tenía una dilución D4. Esto indica que hay un ml del extracto de belladona en cada 10.000 ml de producto. O, dicho de otro modo, en cada 10 litros. Esto convierte el resultado que se introduce en las cápsulas en agua. Sin más.

Afortunadamente, el paciente se curó

Sin embargo, las pruebas de tóxicos realizadas a este hombre de 53 años revelaron que había tomado una concentración 600 veces superior a lo previsto.

El motivo resultó ser un error en las diluciones durante el proceso de fabricación. Al ser una sustancia tan venenosa, en el momento que sus efectos aparecen se convierte en un peligro. Y lo peor es que no es la primera vez que se reportan este tipo de errores de fabricación.

Afortunadamente, la intoxicación no fue mortal y este hombre pudo recuperarse. No obstante, puede que le sirviera para ser consciente de que incluso lo que promete ser inocuo puede ser peligroso. Por supuesto, en la medicina convencional también se pueden cometer errores o efectos secundarios inesperados. Pero al menos sabemos que corremos esos riesgos mínimos a cambio de obtener resultados  eficaces, basados en la evidencia científica. Con la homeopatía, no hay nada a cambio. ¿Para qué correr el riesgo?

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