El dromedario es un animal fascinante. Puede pasar días y días sin agua, pero una vez que la encuentra es capaz de beber 140 litros de una sentada. Son capaces de deshidratarse hasta un 40%, sin consecuencias para su salud, y cuentan con una reserva de grasa en la joroba que les aporta energía y les mantiene a salvo del frío de las noches del desierto. Sin duda, su joroba, así como las dos que tienen los camellos, es muy útil para ellos, pero no es la razón por la que pueden aguantar tanto tiempo sin beber agua.

Es una creencia muy arraigada, pero no es cierta. Al menos no del todo. Es verdad que les ayuda a mantenerse con vida en condiciones extremas, pero lo que les permite resistir a la deshidratación es su riñón. Ya había sospechas en este aspecto, pero ahora, gracias a un estudio publicado en Communications Biology por científicos de la Universidad de Bristol, sabemos a qué se debe. Una pista: la clave está en el colesterol.

El superpoder de los dromedarios

Los dromedarios son animales muy apreciados en las regiones áridas y semiáridas del norte y el este de África, la Península Arábiga e Irán. A las personas que viven allí les sirven como aporte de leche, carne y abrigo y también como medio de transporte.

Consiguen resistir a la deshidratación gracias a la concentración de su orina

Todo esto no sería posible si no resistieran hasta los ambientes más extremos. Y esto es así gracias a sus riñones, que han evolucionado para producir orina tan concentrada que el agua no llega a agotarse. Los autores de este estudio necesitaban saber por qué, ya que entender cómo resisten a la deshidratación es clave de cara al panorama futuro que se presenta con el cambio climático.

Por eso, analizaron los patrones de expresión de los genes del riñón del dromedario. Como ya hemos visto en otros artículos de Hipertextual, todas las células tienen los mismos genes. Sin embargo, no todas emplean toda la información que estos contienen. Eso dependerá del lugar en el que esté esa célula y también de las condiciones externas en las que se encuentre el organismo. Así, cuando se utiliza la información de un gen se dice que este se está expresando.

En el caso del dromedario, querían ver qué genes de las células del riñón se expresan o se dejan de expresar cuando se encuentran deshidratados. Vieron que había algunos asociados a la síntesis de colesterol, que parecían estar muy involucrados en el proceso. Las membranas celulares están compuestas por lípidos, entre ellos el colesterol. Pero vieron que cuando este se encontraba en menor cantidad en las membranas de las células renales se propiciaba un flujo de agua y sustancias disueltas en ella que finalmente derivaba en una orina más concentrada. 

Pasos futuros

El trabajo de estos científicos no ha terminado. Una vez finalizado el estudio del dromedario, quieren analizar también otros animales adaptados al desierto. Por ejemplo, planean repetir pronto el procedimiento con el jerbo. 

Desgraciadamente, estamos caminando hacia un clima polarizado, en el que unos lugares podrían acabar inundados y otros dominados por un clima desértico. Saber cómo logran resistir algo tan extremo ciertos animales puede ser muy útil para el futuro.

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