En septiembre de 2019, la estrella Betelgeuse, que se ubica en la constelación de Orión y es una de las más brillantes del cielo, comenzó a oscurecerse poco a poco. Siguió haciéndolo durante meses, hasta el punto de que en febrero de 2020 ya se había atenuado en un 35%. Los más esotéricos y conspiradores podrían pensar que era un aviso de los tiempos oscuros que estaban a punto de llegar. Pero aquí estamos para hablar de ciencia. Además, eso no tendría absolutamente ningún sentido.
Los astrónomos han teorizado desde entonces sobre cuál pudo ser el motivo de ese oscurecimiento que nunca antes se había detectado. Se lanzaron varias hipótesis, basadas en el análisis de las imágenes tomadas por telescopios como el Hubble y el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (VLT de ESO). Ahora, gracias a ambos, un equipo internacional de científicos ha publicado en Nature el estudio en el que se consolida la opción más posible: polvo de estrellas.
Detectives tras el misterio de Betelgeuse
Para la realización del estudio, sus autores, dirigidos por Miguel Montargès, buscaron una foto de Betelgeuse tomada por el VLT de ESO en diciembre de 2019 y la compararon con otra de enero de ese mismo año. Así, vieron que la superficie estelar era notablemente más oscura, sobre todo en el hemisferio sur. Pero no tenían claro por qué. ¿Qué le estaba pasando a esta estrella de la constelación de Orión para perder su brillo tan bruscamente?
En busca de una respuesta, siguieron tomando imágenes hasta comprobar que en abril de 2020 volvió a su brillo normal. Era la primera vez que se veían los cambios de una estrella a tiempo real, con una escala de semanas. Sin duda emocionante. Pero seguían sin conocer el motivo, por lo que era necesario seguir estudiándolo.
Para ello, se ayudaron de las imágenes del Hubble, que ya había hecho parte del trabajo, al captar cómo Betelgeuse liberaba una burbuja de gas.
Partiendo de esa base, a través del modelado computacional y el análisis ampliado de las imágenes de VLT, han podido saber qué ocurrió después. Al parecer, se produjo una bajada de temperatura, característica de la evolución de la estrella como gigante roja, provocando que algunos de los elementos de esa nube de vapor, como el silicio, se condensaran y se volvieran sólidos. Así, se generó el polvo que la oscureció temporalmente.
En palabras de Montargès en un comunicado de prensa, fueron “testigos directos de la formación de polvo de estrellas”.
¿Qué ocurrirá ahora en la constelación de Orión?
El diagrama de Hertzsprung-Russell es una gráfica en la que se representan las estrellas comparando su brillo con su temperatura.
De todas las bandas que lo componen, la más amplia es la conocida como secuencia principal, pues es ahí donde se encuentran la mayoría de estrellas del firmamento. Las más frías son las enanas rojas y las más calientes las gigantes azules. Todas ellas se caracterizan por encontrarse en la etapa de consumo de hidrógeno en el núcleo. Esto significa que los núcleos de hidrógeno se están fusionando, para dar lugar a uno de helio. Es una reacción llamada termofusión nuclear, en la que, como resultado, aparece el característico brillo de las estrellas.
Pasan así la mayor parte de su vida, pero llega un momento en el que el hidrógeno comienza a escasear. Llegados a este punto, pasarán a fases diferentes, dependiendo de su masa. En el caso de Betelgeuse, se transformó en una gigante roja. Aquí, el helio acumulado en el núcleo provoca la comprensión del mismo. A su vez, se genera tal cantidad de energía, que las capas más externas de la estrella se expanden. El resultado será tan grande que el calor que se genera no es suficiente para calentar la superficie, por lo que se tiñe con su característico color rojizo.
¿Pero de qué se alimenta ahora la estrella? Ya no hay hidrógeno, por lo que ahora el combustible será el helio, que se fusiona dando lugar principalmente a carbono, pero también a oxígeno. A su vez, el núcleo, que sigue contrayéndose, atrae átomos de hidrógeno, que forman una especie de cáscara, esta vez alrededor del núcleo. Ahí comienza de nuevo a fusionarse, para dar lugar a helio, que se vierte al núcleo para seguir generando carbono y oxígeno.
Pero esto no es eterno. Llega un momento en que el núcleo ya no tiene suficiente calor ni presión para seguir con la fusión de elementos. Aquí entraría en una nueva etapa, llamada supernova. Pero, justo antes, ocurre algo más: expulsan masa al espacio que las rodea. Esto, según ha explicado Montargès a Science Alert, es todo un misterio, pues no se sabe exactamente cómo se desencadena esa pérdida de masa.
Por eso es tan emocionante lo que está ocurriendo con Betelgeuse, ya que creen que podría ser el resultado de una pérdida paulatina de masa. Pero no tanta como para que la conversión a supernova sea inminente.
Es precisamente con lo que se ha especulado desde que comenzó el oscurecimiento de esta estrella de la constelación de Orión. Los astrónomos no han observado una explosión de supernova desde el siglo XVII, por lo que no es un proceso conocido. No está claro qué se debe esperar de él y, sin duda, sería emocionante presenciarlo. Pero la conclusión de este estudio es que aún queda un poco. Y un poco, en cifras astronómicas, podrían ser miles de años o incluso millones de años. De cualquier modo, los autores del estudio mantienen que nunca se había observado tan de cerca un cambio tan dramático de una estrella. Para ellos ha sido todo un privilegio. No es la traca final, pero sí unos bonitos fuegos artificiales.