Muchos mitos se crearon entre las estrellas, que después sirvieron para navegar en el mar sin perderse. Hoy en día el cosmos es fascinante para los científicos y las agencias espaciales que envían misiones para buscar respuestas al origen del universo y de la vida. Pero también fascina a aquellos que no son astrofísicos y en casi todas las provincias hay asociaciones astronómicas en las que se enseña a mirar el cielo de forma práctica.
Sin embargo, los principiantes también pueden animarse a salir a buscar constelaciones, planetas y estrellas fugaces sin la necesidad de un astrónomo al lado, pero ¿por dónde empezar? ¿Hace falta un telescopio? ¿Con Luna o sin ella? ¿Playa o montaña?
Todas estas preguntas han llevado a realizar esta breve guía para principiantes, con el objetivo de saber cómo observar las estrellas y no muera en el intento.
¿Por dónde comenzar?
El cielo va cambiando cada día aunque no lo percibamos, así que orientarse es un poco difícil si no se tiene un mapa celeste de la misma noche en la que se pretende observar los astros. Puede parecer difícil dar con ellos o entenderlos, pero no lo es ya hay aplicaciones, programas gratuitos y los conocidos planisferios.
Entre las apps y programas gratuitos están Sky Maps y Stellarium, aunque este último es de pago para el móvil. Por otra parte está Heavens Above, una página web muy completa que incluye los planetas que habrá en el cielo, la trayectoria de satélites e, incluso, de la Estación Espacial Internacional (ISS), también sin tener que pagar para usarla.
Otra opción es el uso de planisferios que son mapas celestes que se pueden mover y poner la fecha y hora en la que se va a mirar el cielo para saber qué podemos ver esa noche: “Se puede comprar en las tiendas de los planetarios, museos o incluso en librerías, por ejemplo. Además, son baratos”, comenta Javier Armentia, astrofísico y director del Planetario de Pamplona.
Contaminación lumínica
Cualquier momento del año es bueno para salir a mirar las estrellas. “En invierno hace más frío, pero el cielo es precioso, mientras que en verano acompaña el buen tiempo”, comenta Armentia. Sin embargo, lo más importante no es cuándo sino dónde. Las ciudades, incluso las pequeñas, proyectan luz durante la noche. Esto impide que los astrónomos puedan observar el cielo debido a la gran cantidad de luz: “Hay un creciente fenómeno de contaminación lumínica. Por ejemplo, algunos astrónomos madrileños pueden llegar a tener que irse a 200 kilómetros para poder ver las estrellas”.
“Nosotros observamos que desde la frontera con Francia, en el Pirineo, a 2.000 metros sobre el agua, se ve una boina de luz sobre Madrid y esa iluminación no está lanzada para el cielo sino para el suelo, por lo que está mal hecha y es exagerada”, ilustra Armentia. Por este motivo, lo mejor es buscar lugares oscuros como la montaña, desde donde se puede mirar de forma más nítida el cielo.
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No obstante, la playa también es un buen lugar para ir a observar el cielo: “Lo bueno de la costa es que en la dirección del mar no hay luz porque no hay ciudades y se puede ver perfectamente el firmamento desde ahí”. Por esto es también una opción, sobre todo ahora que llega el buen tiempo y el calor. Aunque es cierto que, como explica Armentia, en las montañas cuando más alto estás, menos contaminación y nubes hay. El lugar es, por tanto, cuestión de gustos. Eso sí, siempre alejados de la ciudad por la gran cantidad de luz que se proyecta hacia el cielo.
¿Hace falta telescopio?
No es necesario. “Lo mejor para empezar a mirar al cielo es el ojo”, afirma Armentia. Pero esto siempre que no se haga en plena ciudad ya que la contaminación lumínica dificulta ver las estrellas. “Gran parte de la afición de la astronomía puedes tenerla sin la necesidad de un telescopio, que es un instrumento caro”, señala el astrofísico. “Mirando al cielo y con unas nociones, con un planisferio o alguna aplicación, se puede descubrir los objetos que hay”.
El director del Planetario de Pamplona también recomienda que, si uno quiere ir un poco más allá, también puede utilizar unos prismáticos: “Para la Luna van muy bien, también para ver algunos planetas. A lo largo de la noche ahora mismo, por ejemplo, se pueden ver perfectamente las lunas de Júpiter con unos prismáticos. Al igual que el Camino de Santiago, otra forma de llamar a la Vía Láctea”, comenta.
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Después están, evidentemente, los telescopios, “que son sistemas que te permiten recoger más luz y usar objetivos para poder ver con mayor aumento, incluso, cómo son las bandas de nubes o ver detalles, como los cráteres y las cordilleras de la Luna”. Sin embargo, los telescopios necesitan “mucho cuidado” y son caros. “Solemos recomendar a los que se inician en la astronomía que antes de comprarse un telescopio paguen la suscripción de una asociación”, explica Armentia. “Además, suelen preparar salidas, dan cursos de astronomía y tienen telescopios. De esta forma, uno puede ir con ellos y aprender mucho sobre el cielo sin gastar dinero en un telescopio”.
Los telescopios se emplean desde hace “poco más de 400 años”. “El primero en realizar observaciones astronómicas de forma sistemática fue Galileo”, comenta. Desde ese momento, “el cambio ha sido radical” hasta llegar a los grandes telescopios terrestres, pero también los espaciales como el Hubble.
“Incluso a nivel de aficionados se puede ver el cambio”, comenta Armentia. “El hecho de que haya tanto aficionado está haciendo que los astrónomos no profesionales y los profesionales colaboren en muchos proyectos y se pueden descubrir planetas menores en torno al Sol, asteroides, seguir el curso de los cometas, estudiar las lluvias de estrellas fugaces que hay a lo largo del año, etc”. Pero no todo queda aquí. La “popularización” de los instrumentos para observar el cielo y que no sean “tan caros” está haciendo que aficionados con telescopios “les apliquen cámaras para realizar fotografías”. “Son impresionantes y se pueden ver en las redes sociales”, afirma el director del planetario de Navarra.
¿Con o sin Luna?
Depende, aunque en general la Luna, comenta Armentia, no dificulta tanto la observación del cielo, pero para observar a nuestro satélite, por supuesto, siempre es necesario que esté presente. No pasa lo mismo con la Vía Láctea: “Si no hay Luna se ve mejor la Vía Láctea, ese camino de Santiago que vemos en el cielo es muy tenue y la luz que refleja la luna dificulta que se vea”, razona.
Para observar objetos del cielo profundo o un cielo más oscuro “es mejor en noches sin Luna”. “También se puede observar cuando la Luna está en cuarto creciente porque podemos ver el satélite al comienzo de la noche y, luego, a medianoche se pone y ya se puede mirar el resto de objetos”, aconseja el astrofísico.
Reconocer los planetas
Los planetas en el cielo se reconocen de forma fácil: “Cuando miras al cielo hay objetos que son más brillantes y parpadean y otros que no, estos últimos son planetas”, explica el astrofísico. Es decir, las estrellas parpadean y los planetas son puntos fijos. Además, cada uno tiene colores característicos: “Venus es más blanco-amarillo, Marte es rojizo y Saturno es más naranja, por ejemplo”. “Se pueden reconocer muy rápidamente en el cielo, aunque con un programa, una app o un planisferio siempre será más fácil”, afirma el astrofísico.
Otros consejos
Abrigarse bien e ir en compañía son dos de los consejos que Armentia da a cualquiera que quiera comenzar en el mundo de la astronomía amateur. “Una cosa que recomendamos es que se abriguen bien, incluso en verano, también en sitios de playa, porque de estar quieto mirando el cielo te quedas frío, no hablemos ya si uno está en el norte, como nosotros. Estar calentito es fundamental”, comenta desde el otro lado de la línea telefónica.
“Además, la astronomía es una buena actividad que se comparte muy bien y se puede hacer con otras personas y pasarlo bien”, afirma. “Las agrupaciones y sociedades astronómicas organizan ahora mismo salidas de modo que casi todos los fines de semana en algún punto del país tienes una observación pública, ya sea con o sin telescopios, aunque muchos sí los tienen, y que es una oportunidad estupenda porque te van a explicar el cielo que estás viendo y a contar todas las leyendas de los estrellas, te van a enseñar a manejar un telescopio”, cuenta.
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Quizás es el momento de animarse a coger la mochila, salir a mirar el cielo con un mapa celeste, empezar a observar y conocer aquello que nos rodea cada día y en lo que apenas nos fijamos. A veces por las prisas de la ciudad y otras por la contaminación lumínica. Así que si alguien se anima a salir durante estos últimos días de primavera es muy probable que encuentren justo encima de sus cabezas las siete estrellas que forman la Osa Mayor.