En Japón nadie esperaba que la película de Haruo Sotozaki Demon Slayer — Kimetsu no Yaiba — The Movie: Mugen Train salvara al negocio del cine. La película de anime que cuenta la historia de un grupo de cazadores en una misión arriesgada ha asombrado a todos.

Sin ser lo mejor de su género o una joya animada al estilo Studio Ghibli, lo que Demon Slayer sí que tiene, y en abundancia, es una trama trepidante, acción y personajes entrañables. Aun así, eso sigue sin explicar el fenómeno. ¿Qué ha hecho que se transforme en un éxito?

La película de Haruo Sotozaki había logrado el año pasado, lo que parecía imposible. En medio de la pandemia, y en un Japón aterrorizado por la posibilidad del contagio, se convirtió en el primer estreno en cines en ser rentable. Pero poco después fue evidente que no se trataba solo del volumen de las ganancias, sino de su crecimiento sostenido en el tiempo.

Hubo debates sobre si las salas podrían sobrevivir al streaming en un país en que el ir al cine es algo muy común. Al final, la discusión se centró en el desgaste que provocó la emergencia. Y aunque el gobierno del país no exigió confinamientos obligatorios, sí requirió de un “comportamiento ejemplar” de sus ciudadanos. La petición se tradujo en un cierre voluntario del ocio, restaurantes y por supuesto, cines. 

En medio de la situación, el mundo cinematográfico local se llevó la peor parte. Especialmente con sistemas de distribución y proyección que dependen de locales independientes. Por lo que una reapertura parcial en septiembre fue una prueba de fuego difícil de superar. La película de Haruo Sotozaki lo hizo. 

'Demon Slayer', un éxito de allí a dónde va

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El triunfo de la película a nivel de taquilla comenzó con su estreno en octubre del 2020. No había expectativas a su alrededor y la publicidad fue deficiente, pero en menos de 10 días alcanzó los 100 millones de dólares. Como si eso no fuera suficiente, causó furor en su país y logró opacar a Tenet de Christopher Nolan. Se trató de una reacción del mercado sin precedentes. 

Hay varios elementos que hacen sorprendente el éxito cinematográfico de Demon Slayer. Más allá de que haya competido con títulos de envergadura como el de Nolan, también está el hecho de que en realidad es un producto local. Y uno dirigido a un público muy específico. El largometraje es la secuela de la historia de 26 de capítulos que componen la primera temporada de la serie del mismo nombre. 

De hecho, no se trata de un argumento diseñado para que el público que no está familiarizado con la historia pueda comprenderla sin problemas. En realidad, las líneas narrativas están tan directamente unidas al material original, que cualquier espectador requiere de ciertos conocimientos para entender qué ocurre.

Con todo, la película logra emocionar y sobre todo, conquistar el público de los países en los que ahora se ha estrenado. La gran sorpresa radica, además, en la forma en el relato logra sorprender y emocionar. Incluso si el público no tiene muy claro el núcleo de la acción.

Una larga tradición de historias

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Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba es una serie de manga de la mangaka Koyoharu Gotouge. Su primera aparición ocurrió el 15 de febrero de 2016 en la revista semanal Shūkan Shōnen Jump de la editorial Shūeisha hasta hasta mayo de 2020. La serie completa se ha recopilado en 23 volúmenes.

La inevitable adaptación en anime producida por el estudio Ufotable fue estrenada el 6 de abril de 2019 con un considerable éxito. La serie finalizó el 28 de septiembre del mismo año con buenas críticas sobre su adaptación.

El argumento está ambientado en el Japón de la era Taisho (1912–1926) y relata la historia del adolescente Tanjiro Kamado. Este hijo mayor de una familia humilde descubre un día que todos sus parientes fueron asesinados por un oni, o demonio, que se alimenta de humanos. 

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La única sobreviviente a la masacre es su hermana Nezuko, convertida en demonio durante la tragedia. No obstante, Nezuko protege a su hermano incluso desde su nueva condición. 

A partir de ahí, la serie muestra el tradicional camino del héroe, con Tanjiro convertido en un aspirante a cazador de demonios. A mitad de camino entre la tragedia, la aventura y el drama, se trata de un historia con el suficiente contenido humano para conmover. 

Además de su preocupación por encontrar una forma que su hermana recupera su naturaleza humana, la serie profundiza sobre en varios personajes de interés. Pero en especial, tiene el ingrediente clásico de toda historia japonesa. La camaradería, el honor y diversas dimensiones de simbolismo. 

Un fenómeno sorpresivo

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Aunque el manga tiene una base de fans sólida y tuvo un moderado éxito comercial, el salto de la historia llegó con la adaptación televisiva. Su primera temporada Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba llegó a la televisón de Japón de abril a septiembre de 2019. Unos meses después, se hizo popular en Netflix y HULU. A partir de entonces, se volvió un fenómeno mundial. 

La serie es una confluencia de buenas decisiones tanto argumentales como de técnicas. La magnífica animación está considerada una pequeña pieza de arte, que combina las escenas de acción con una hábil economía de recursos.

Pero más allá de lo visual, el verdadero éxito de la serie son sus personajes. Tanjiro, un sobreviviente en busca de reivindicar el bien y el mal en su interior, se ha convertido en un símbolo japonés. Especialmente cuando el país comienza a recuperarse de los estragos de la pandemia y busca unir esfuerzos para la recuperación económica. 

Además, el éxito de la película se ha convertido en sí mismo en una metáfora. Que una película animada con un tema tradicional japonés sea mucho más popular que una producción extranjera es significativo. Y buena parte de los japoneses están convencidos que la película es un tributo a los sobrevivientes de la pandemia. Al final, se trata de una celebración a la tradicional paciencia y esfuerzo japonés por la supervivencia

'Demon Slayer': un éxito de taquilla inesperado

La película Damon Slayer ha recaudado hasta abril del 2021 más de 417 millones de dólares en todo el mundo. El récord le permitió convertirse en el primer largometraje japonés en alcanzar los 400 millones de dólares. En Estados Unidos su éxito también fue inesperado. Logró el primer lugar de taquilla sobre Mortal Kombat y lo mantuvo por una segunda semana.

¿En qué consiste el éxito de una historia con su propia mitología y no precisamente fácil de entender? En realidad, la pregunta debería enfocarse hacia qué la hace más atractiva que el cine local y a que los movimientos de la industria cinematográfica después de la pandemia que siguen siendo sorprendentes. Tanto como para desconcertar y seguir considerándose fenómenos de estudio. En el caso de Demon Slayer, además, se trata de una curiosidad simbólica. Una forma de demostrar que, a pesar de todo, el cine que conmueve y asombra sigue imponiéndose a propuestas más elaboradas y quizás costosas. 

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