La celulitis, también llamada piel de naranja, es uno de esos problemas que, sin ser una amenaza para la salud, preocupan mucho a quien los sufre. Es muy común en mujeres, sobre todo a partir de los 30 años, cuando la dermis alcanza su máximo espesor y comienza la caída de su integridad estructural.
Por eso, a partir de esa edad comienza una carrera desesperada por lidiar con ella: cremas anticelulíticas, mesoterapia, masajes drenantes… y, por supuesto, también terapias alternativas, como el cupping o la bambuterapia.
Desde luego, hay abordajes del problema para todos los gustos. Sin embargo, no todos son igual de eficaces. El primer paso si queremos combatir la piel de naranja es comprender que, lo más probable, es que nunca lleguemos acabar del todo con ella. Pero no te desanimes, al menos hay formas de conseguir mejorar su aspecto.
¿Qué es la celulitis y cuántos tipos hay?
Antes de empezar a hablar de este tema, es importante distinguir entre celulitis infecciosa y piel de naranja. La primera se da cuando un arañazo, una pequeña herida o una picadura se infecta por el contacto con bacterias que penetran en la piel, provocando la inflamación de los tejidos conectivos que se encuentran bajo la epidermis. Los síntomas van desde enrojecimiento hasta picor, pasando por dolor, escalofríos e incluso, en algunos casos, taquicardias. Se trata con antibióticos y no tiene por qué volver a repetirse.
En cambio, la celulitis estética o piel de naranja se da por una acumulación de grasa bajo la piel. Inicialmente apenas se nota. Sin embargo, con la edad el tejido comienza a perder colágeno y fibras elásticas, acentuando ese aspecto que tanto disgusta a quienes la sufren.
Según ha explicado a Hipertextual la doctora Paloma Cornejo, dermatóloga miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica de la AEDV, hay tres tipos diferentes de celulitis.
Por un lado, la celulitis dura es aquella en la que “la piel está prieta, con muchos tabiques, muy rígida y marca mucho el abullonamiento del tejido celular subcutáneo”.
El segundo tipo es la celulitis flácida, en la que la “flacidez hace que se marquen más los hoyitos, pero es más flácida que celulítica”.
Finalmente, la edematosa es aquella en la que se da una mayor retención de líquidos.
Ninguna de ellas está relacionada directamente con el sobrepeso. De hecho, se puede ver celulitis en las piernas y en otras partes del cuerpo de mujeres muy delgadas. Sin embargo, sí que es cierto que a más peso más evidente será. Y esto es algo que debemos tener muy en cuenta si queremos prevenirla.
¿Puedo prevenir la piel de naranja cambiando mis hábitos?
La celulitis tiene un importante componente genético, por lo que se puede evitar solo hasta cierto punto. Sin embargo, sí que hay medidas para prevenirla, si no completamente, al menos en parte.
Para empezar, la doctora Cornejo nos cuenta que hay hábitos que pueden favorecer la aparición de piel de naranja. Es, por ejemplo, el caso de cruzar las piernas, llevar pantalones apretados, fumar, tener una vida muy sedentaria o abusar de la sal y los hidratos de carbono.
Para evitar la celulitis, por lo tanto, primero habrá que prescindir de estos hábitos en la medida de lo posible. Por otro lado, es beneficioso “caminar, hacer deporte sin impacto, nadar, llevar medias de compresión, mantener una alimentación sana, rica en frutas y verduras, y disminuir los azúcares de la dieta”.
De todo esto, merece especial atención el tabaquismo. De poco sirve hacer ejercicio e intentar tener una vida sana si no abandonamos este hábito, ya que “se ha comprobado que fumar debilita la formación del colágeno, que es el principal elemento estructural del tejido conectivo”. Como consecuencia, un tejido conectivo más débil favorece las protrusiones grasas en la dermis.
Tener todo esto en cuenta nos ayudará a tener menos papeletas en la rifa de la piel de naranja. Sin embargo, no evitará completamente que podamos desarrollarla. Es por eso que, finalmente, es probable que terminemos por plantearnos cuáles son las mejores estrategias para combatirla. Como con todo, hay algunas bastante eficaces, mientras que otras no lo son tanto. Por lo general, las primeras son las que pasan más desapercibidas y las segundas las que más prometen.
¿Cuáles son los mejores tratamientos?
Según explica la doctora Cornejo, el primer paso que tenemos que tener en cuenta si queremos tratar nuestra piel de naranja es tener la mente abierta. “Se debe consultar con un profesional, saber que es importante partir de un buen diagnóstico y que hay que atacarla de forma multidisciplinar”, señala la especialista. “No solo se necesitan cambios en la alimentación y en los hábitos deportivos. También puede ser muy útil recurrir a la aparatología”.
Si es importante un buen diagnóstico es precisamente porque la aparatología y los tratamientos empleados dependerán del tipo de celulitis de cada persona. Por ejemplo, para la dura “es importante drenar mediante tratamientos como las ondas de choque, pero también son útiles la carboxigenoterapia y la mesoterapia”.
Para el segundo tipo, la piel de naranja flácida, la doctora recomienda técnicas tensoras, como la radiofrecuencia. Y, finalmente, para la edematosa, la presoterapia y las ondas de choque son la mejor opción.
Cupping y otras terapias alternativas
La investigación de los tratamientos eficaces frente a la piel de naranja está prácticamente en pañales todavía. Aún hay mucho que investigar, aunque comienza a verse luz sobre qué técnicas pueden aportar beneficios reales y a qué niveles.
Por ejemplo, la mesoterapia citada por la dermatóloga es una herramienta polémica. Consiste en la microinyección de sustancias que puedan ayudar a devolver a la piel la firmeza perdida. Algunas, como el colágeno o determinadas vitaminas, pueden aportar beneficios. Sin embargo, también hay centros en los que se inyecta homeopatía, por lo que es importante conocer bien cómo se llevará a cabo la técnica antes de prestarnos a recibirla. Y, aun así, hay que comprender que esto no acabará completamente con la celulitis. Por ejemplo, según un estudio publicado en 2012, esta técnica mejora la apariencia de la piel de naranja, pero no fortalece la dermis ni elimina completamente las protuberancias.
Pero esto no es lo único que debemos tener en cuenta. También debemos evitar ciertas terapias alternativas. O, al menos, si nos sometemos a ellas comprender que no harán gran cosa por nosotros. Y es que, en el mundo de la celulitis, no podían faltar los tratamientos ancestrales de la medicina tradicional oriental. Los hay de todo tipo, desde la bambuterapia hasta el cupping, pasando por los masajes con rodillos de jade. Estos últimos están también de moda para masajear la piel de la cara en busca de un sinfín de beneficios. Sin embargo, más allá de la experiencia agradable, no tienen beneficios demostrados.
Con la bambuterapia, consistente en el uso de ramas de bambú para masajear la celulitis de las piernas y el resto de zonas afectadas, ocurre algo similar. Se supone que, al emplear ramas alargadas, se puede llegar a la vez a varias zonas de la piel, ampliando los efectos beneficiosos. Pero no es así. “Los masajes con cañas de bambú o maderas alargadas son tratamientos drenantes”, comienza la doctora Cornejo. “Es un masaje drenante como otro cualquiera y más o menos agradable. En ningún momento va a reafirmar los tejidos, ya que no puede romper los nódulos celulíticos ni los tabiques fibrosos, aunque aumenta la oxigenación y con ello la calidad de la piel”.
No aportan beneficios y, según en qué pacientes, pueden acarrear perjuicios si no se realizan correctamente. “Es importante, por ejemplo, que no sea muy traumático si la paciente tiene muchas varices”.
Finalmente, otra terapia de la medicina tradicional china que se usa habitualmente para tratar la celulitis es el cupping. Esta técnica, que aprovecha la succión generada por ventosas colocadas en zonas estratégicas, es conocida por usarse a menudo en el ámbito deportivo, para relajar la musculatura, mejorar la circulación y tratar el dolor de las lesiones. Sin embargo, no hay evidencia científica de su eficacia, mientras que sí se conocen numerosos casos en los que ha generado lesiones como quemaduras o heridas que pueden terminar infectándose. Incluso se cree que puede afectar a las personas con presión arterial alta.
¿Y qué pasa con las cremas contra la piel de naranja?
Antes de optar por tratamientos con aparatología o pseudoterapias como el cupping, muchas mujeres prefieren recurrir solamente a las cremas anticelulíticas, que prometen acabar con la piel de naranja. ¿Pero cumplen realmente lo que prometen?
Lo cierto es que algunas cuentan con ingredientes interesantes, pero no tanto como el marketing quiere hacernos creer. De hecho, en un estudio publicado en 2019 sobre el tratamiento de la celulitis, se concluye que solo hay dos tipos de ingredientes que realmente tienen efectos beneficiosos contra la piel de naranja.
Estos son el ácido retinoico y las metilxantinas. El primero puede ser eficaz porque aumenta el grosor dérmico, mejora la formación de nuevos vasos sanguíneos y ayuda a crear nuevos componentes del tejido conectivo. Todo esto contribuye a mejorar la circulación de la piel y el aspecto de la celulitis.
En cuanto a las metilxantinas, las que más se usan para tratar la piel de naranja son la aminofilina y la cafeína, por su papel en la estimulación de la lipólisis, que favorece la movilización de parte de esa grasa acumulada.
Eso sí, si tu influencer de cabecera te recomienda exfoliarte la piel con azúcar y granos de café para combatir la celulitis en las piernas y otras partes del cuerpo, no creas que te funcionará. Conseguirás la exfoliación igualmente si solo usas el azúcar, pondrás la bañera perdida y los nódulos de grasa de tu piel ni olerán la cafeína. De hecho, este es el principal problema de estas cremas, que su uso es tópico y, por lo tanto, no pueden penetrar a donde se encuentra el problema. Es el motivo por el que estos ingredientes se emplean también en mesoterapia, donde, al usarse inyecciones, sí pueden alcanzar una mayor profundidad.
A todo esto, la doctora Cornejo añade que algunas de estas cremas tienen sustancias hidratantes, como el ácido hialurónico, que dan brillo y mejoran el aspecto de la piel. Esto puede enmascarar hasta cierto punto los defectos estéticos de la piel de naranja, pero nunca disminuirla.
Por lo tanto, las cremas lipolíticas y anticelulíticas pueden ser un buen aliado si se suman a un tratamiento pautado por un dermatólogo. O, al menos, a una vida sana, marcada por hábitos beneficiosos para prevenir la piel de naranja. De nada servirá embadurnamos religiosamente la crema, si nada más terminar nos atiborramos a patatas fritas en el sofá, justo antes de fumarnos un cigarro. Y es que para combatir la celulitis, como para tantas otras cosas, el sentido común es una de las mejores terapias que podemos utilizar.