La Diana Prince (Gal Gadot) de Wonder Woman 1984 está sola, marginada en medio de una época en la que intenta pasar desapercibida. Además, todavía se encuentra herida por el recuerdo de Steve Trevor (Chris Pine), su amante fallecido en la película original.
El guion escrito a cuatro manos por Patty Jenkins, Geoff Johns y David Callaham no deja de hacer hincapié en el hecho de que la heroína está en una coyuntura complicada de su vida inmortal. Excluida de la tierra que le vio nacer, sin amigos o conexiones emocionales cercanas, es una isla en mitad de un mundo que evoluciona muy rápido.
El argumento insiste en cada oportunidad posible que esa soledad involuntaria condujo a Diana a una madurez amarga. Una versión del dolor que la hizo más humana, pero también un poco más consciente de su estatus.
En medio de un planteamiento así, Wonder Woman 1984 no se hace preguntas sobre el principal propósito de Diana. O al menos, la forma en que concibe sus capacidades sobrehumanas y su naturaleza mitológica. Al final del día, Diana es una mujer extraordinaria en una situación plana que atraviesa lo que puede.
'Wonder Woman 1984', un juego en el debate de la mortalidad
Patty Jenkins desea dejar claro que su personaje sufre los rigores de la inmortalidad desde la paciencia y la abnegación, además de ser parte de esa noción sobre el tiempo que transcurre y cómo puede afectarle.
Entonces, el argumento recurre a un Deux ex Machina para concederle a Diana lo que parece ser su único deseo real: que Trevor regrese. Y lo logra. Pero al hacerlo, también el deseo — y la forma de obtenerlo — confronta a la esencia de Diana, quien en la película original expresaba un más que profundo respeto por el mundo humano y sus pequeñas vicisitudes.
Para volver a la vida, Trevor debe ocupar el cuerpo de un desconocido, lo que implica que el ¿alma? ¿identidad? debe ser ¿desalojada? ¿neutralizada? para que el amor perdido de Diana pueda tener un rápido y poco claro renacimiento. Y aunque es obvio que se trata de un recurso argumental para poner a prueba la moralidad de Diana, sorprende la forma en que la heroína — o la forma en que se plantea la disyuntiva — de inmediato olvida todos su intención y motivación, en favor del ¿amor? ¿Un interés personal?
La duda sobre el fin último de un héroe
No se trata de una excesiva sensibilidad a un recurso del cine fantástico y de superhéroes para analizar a sus personajes centrales. Durante toda su historia en el cómic como en su encarnación cinematográfica, uno de los atributos más reconocibles de Diana Prince siempre fue su decisión irrevocable de proteger a la humanidad. Hacerlo desde la justicia, el bien y el amor. Por supuesto, es una mirada romantizada y edulcorada que no admite cinismo alguno, lo que hizo del personaje una especie de figura benigna por necesidad y símbolo de justicia y ecuanimidad en sus diferentes encarnaciones a través de los años.
¿Qué ocurre entonces con la Diana de Patty Jenkins? A Diana, en realidad, no le interesa el destino — cual sea — del hombre que ocupó el cuerpo que ahora pertenece a Steve. Y de hecho, queda más que claro que no le preocupa si podrá regresar.
Solo desea que Trevor permanezca a su lado, a pesar que incluso su antiguo amor le insiste que quizás debe seguir adelante. Que el tiempo para ellos ha terminado. Pero a Diana no le importa. El personaje olvidó todas sus batallas morales, el sacrificio original de Trevor y la forma en que su muerte le mostró los alcances y el valor de cada vida humana. Más allá de eso, la decisión de Diana de ignorar que hay una víctima en medio de todo su deseo es una especie de ruptura con lo que personaje fue y ha sido. Y también un fallo de congruencia monumental en la historia en pantalla.
El juego de los papeles
¿Qué ocurriría si en lugar de Diana Prince, fuese Superman — personaje que como Diana, tiene un estrecho vínculo con su moralidad — el que aceptara que Lois Lane regresara de la muerte en el cuerpo de una mujer desconocida?¿Cuál sería la reacción si Superman, en toda su gloria como símbolo de un tipo de masculinidad amable, esgrimiera sus decisiones sobre una mujer víctima?
Las implicaciones de esa ruptura del personaje de Diana con su yo más antiguo, sin otro objetivo que mostrar su humanidad, resulta desconcertante. ¿Por qué despojar a Diana Prince del único atributo que no depende de su herencia mitológica, como lo es su bondad y su cualidad de comprender a plenitud la justicia?
Bárbara Minerva y el miedo
Pero Wonder Woman 1984 también toma otras decisiones extravagantes e innecesarias para demostrar la naturaleza del poder y la maldición de los deseos cumplidos, al menos dentro de la narrativa de la película. Y lo hace sin encontrar una forma hábil de profundizar sobre el sentido de lo poderoso, al menos en el ámbito que rodea al personaje.
En una de las escenas más perturbadoras de Wonder Woman 1984, el personaje de Bárbara Minerva (Kristen Wiig) casi sufre una violación a manos de un desconocido, que Diana logra impedir gracias a su oportuna aparición. Más tarde, cuando Minerva recibe su deseo, el personaje se enfrenta otra vez a la situación, solo que ahora puede defenderse por sí misma.
Pero a diferencia de la forma en que se analiza lo ocurrido con Diana — su llegada heroíca — , las acciones de Minerva se analizan desde un cariz mucho menos favorecedor. ¿El motivo? Que propina una paliza al violador con toda la furia y la rabia que supone el casi haber sufrido un crimen de semejante naturaleza.
¿Se equivoca 'Wonder Woman 1984' con la representación del miedo?
¿Por qué el guion analiza el hecho del miedo, la rabia y la lógica reacción de Minerva como un elemento que apuntala su aparente “maldad”? ¿Cuál es el motivo por el que el grupo de guionistas presentan como un hecho “maligno” a una mujer que detiene una agresión y que lo hace, en un furor profundo de poder, sea de hecho algo desagradable? Por supuesto, puede debatirse que mientras Diana cumple con “su deber”, Minerva disfruta de la violencia. Pero al final, se trata del sustrato de la violación, sin otro propósito que demostrar la evolución hacia la oscuridad de las capacidades recién adquiridas de Minerva.
Una escena semejante protagonizó Michelle Pfeiffer en Batman Returns (1992) de Tim Burton, en la que la Selina Kyle sufre una transformación misteriosa que le convierte en la mítica villana de Gotham. Lo siguiente que ocurre es que Kyle sale a la calle y se tropieza con lo que parece ser un intento de violación, de la que salva a la víctima. Pero después, enfurecida, le recuerda a la mujer “que no todas tenemos que esperar que Batman nos rescate”.
Quizá, más de lo mismo
El cambio de discurso y tono convierte al personaje de Minerva en una extraña versión de la misma idea. Porque mientras Burton logró que Kyle fuera una justiciera consciente del poder y su transgresiones, Jenkins crea en Wonder Woman 1984 una especie de venganza circunstancial.
La misma paliza podría haber recibido un asaltante o un hombre que golpea a una mujer. Para Jenkins, lo esencial parece ser dejar claro que el poder de una villana puede arrasar con su ira, de la misma forma que Diana puede proteger con su cualidad justiciera.
Burton supo encontrar la forma de trasladar una idea tan complicada a un escenario realista: su Catwoman no pretendía la heroicidad ni la venganza, sino delimitar lo que consideraba correcto o no. La Bárbara Minerva de Jenkins solo expresa violencia por el mero hecho de hacerlo. Entonces, ¿Diana puede ser justiciera mientras que Minerva es solo una criatura enloquecida por el poder? ¿Es esa condescendencia mítica de Diana hacia el resto de los seres humanos permisible, mientras que la violencia de Minerva no lo es?
En otras palabras, la palabra sugiere que Diana está por muy encima de cualquier ser humano, lo que contradice la última escena del film original. Mientras Minerva deseaba tener autoconfianza, la Amazona puede tener un deseo egoísta, en esencia violento. ¿Está Diana en un estrato distinto? ¿Por qué lo está? ¿Solo por sus poderes y longevidad?
Un debate con larga historia, que 'Wonder Woman 1984' no abarca bien
Es un tema que sin duda podría aplicarse al resto de los superhéroes, pero que en Wonder Woman 1984 es más evidente que nunca. Diana se queja que “su trabajo” es proteger a los seres humano. Lo hace en el mismo tono que podría hacerlo el terrorífico Homelander (Antony Starr) de The Boys.
¿No se supone que los superhéroes escogen usar sus poderes en beneficio más grande que un atributo moral personalísimo? ¿No era el propósito de Diana, luego de una larga discusión con Ares (David Thewlis) que sentía una necesidad esencial de proteger al hombre de sí mismo?
Por supuesto, la Diana de Wonder Woman 1984 pasa por un momento duro de aislamiento y dolor. Y es probable que todo lo anterior sea una forma del guion de expresar sus dudas y grietas. Pero sin duda, el argumento carece de la habilidad para racionalizar algo semejante o al menos, hacerlo algo comprensible. El mayor fallo del regreso de un personaje entrañable herido por su imprevisible superficialidad.