Se le ha conocido como el éxito de la movilidad de Europa; el llamado a luchar contra el imperio de Uber –y de Estados Unidos en general– en el Viejo Continente. Bolt, antes conocida como Taxify, ha sido precisamente la propuesta de Europa –financiación pública por medio– para luchar contra los llamados monopolios extranjeros en el sector. Muy en la línea de las últimas decisiones lideradas por Margrethe Vestager, la Comisaria europea de Competencia de la Unión Europea.

Ahora, la compañía de base estonia acaba de cerrar una nueva ronda de financiación por 149 millones de euros para seguir creciendo en el negocio de la movilidad, según adelanta TechCrunch. Dirigida por D1 Capital Partners y Darsana Capital Partners, esta nueva ronda de financiación se une a la cerrada en mayo de este mismo año. Ahora, la tecnológica de Estonia estaría rozando los 3.600 millones de euros de valoración.

Con presencia en 200 ciudades de 40 países, el objetivo de Bolt con esta nueva inyección de capital es seguir aumentando su hueco en Europa y África. Y, especialmente, seguir compitiendo contra Uber –su mayor rival– en el negocio de la movilidad.

Si la compañía comenzó en el sector del transporte de pasajeros, la tecnológica ahora también está conquistando el negocio de los patinetes eléctricos, bicis eléctricas y el reparto de comida a domicilio. Sobreviviendo a la ola de bajas de empresas de patinetes en la capital, la compañía también está presente en Barcelona bajo el modelo de bici eléctrica desde este mismo agosto.

Es precisamente el negocio de los patinetes eléctricos el que quiere conquistar Bolt con esta nueva financiación. Su objetivo, en este caso, sería Lime; la todopoderosa tecnológica de vehículos de dos ruedas que, según sus datos, ya roza la rentabilidad.

Los negocios pendientes de Bolt

De momento con poca presencia en el negocio del transporte de pasajeros en España, vía licencia VTC, y ya que no es el mejor momento del ecosistema, el reparto de comida a domicilio es el filón que quiere explotar la tecnológica. De momento sin aplicación traducida al castellano para pedir comida, lo cierto es que Bolt entraría en uno de los sectores más convulsos al sur de los Pirineos. Con una Ley Rider a las puertas, que no termina de convencer a ninguna de las partes en lo que a laboralidad se refiere y que sigue luchando por la implantación de una supuesta web de control –ahora con medidas mucho más laxas–, Bolt estaría compitiendo en un sector repleto de incertidumbres.

Pese a todo, y teniendo en cuenta el actual estado del sector de la movilidad compartida y los viajes con pasajeros a nivel mundial, la decisión de Bolt de meterse en el reparto de comida fue más que acertada. Es de los pocos nichos de mercado que han vivido un 2020 de éxitos y crecimiento.

Pese a todo, Bolt quiere ser el más grande de Europa con un modelo tan similar como diferente al de Uber. Por un lado, ha ido conquistando los mismos verticales de negocio que la empresa estadounidense; de hecho, se mantiene en aquellos que Uber ha ido dejando atrás en su ansiada búsqueda por la rentabilidad. Ha sido la eficiencia de capital y el foco en los mercados emergentes con menos competencia –junto a grandes ciudades estratégicas– lo que les ha permitido competir. Principalmente desde 2019, momento en el que la compañía decidió dar el empujón a su modelo de negocio.