Hay algo en ese plano fijo con el que se inicia “The Passenger” (2x02), el nuevo episodio de la serie The Mandalorian (Jon Favreau, 2019) estrenado en Disney Plus, que rezuma realismo ambiental. Como una clara alma de western, por si no nos ha resultado evidente que es la médula de este asunto galáctico en todos los capítulos anteriores, y lo que ocurre a continuación, una satisfactoria escena de asalto y enfrentamiento, consigue tensar nuestros los músculos de espectadores curtidos en mil una aventuras del séptimo arte, y termina arrancándonos una carcajada. No se le puede pedir mucho más a un comienzo.
Aquí hay varias oportunidades para apreciar el clásico trabajo animatrónico de Star Wars y, por su aspecto palpable, agradablemente físico, que se aleja con decisión firme de las detalladas imágenes digitales que colman la industria de Hollywood, es perfecto para aunar credibilidad en lo que contemplamos y, la vez, ese aguijón puñetero que nos pincha en la nostalgia por un modo perdido de hacer las cosas en la época de la primera trilogía de Star Wars. Un enfoque muy coherente a estas alturas de la madura saga ideada por George Lucas tras más de cuatro décadas, en el que converge lo novedoso con las raíces de la tradición.
Y algo en lo que se prodigaban las tres trilogías sobre los Skywalker son las secuencias sobre viajes espaciales, con persecuciones y batallas, pero en The Mandalorian no han derrochado precisamente con eso hasta ahora. Por tal razón, se sienten muy oportunas y de lo más agradables de ver las circunstancias que afrontan Din Djarin (Pedro Pascal), Baby Yoda y compañía mediando “The Passenger”, en una secuencia de vuelo visualmente espectacular y de consecuencias imprevistas. Y el nos perturba un poco el comportamiento del pequeñajo orejudo durante la accidentada travesía en la Razor Crest.
Menudo susto nos dan, por otra parte, cuando escuchamos una voz conocida que de ningún modo esperábamos volver a oír. Y lo que se nos viene encima poco después, un multitudinario ataque monstruoso que nos recuerda ciertos pormenores de la saga de Alien (Ridley Scott, 1979) o los momentos más angustiosos del largometraje King Kong (Peter Jackson, 2005), nos estresa y nos horroriza de tal forma que lo de retreparse en el asiento para disfrutar The Mandalorian como un sencillo pasatiempo confortable es del todo imposible aquí. Y, qué demonios, se agradece que nos provoquen estos escalofríos.
Y no somos los únicos que no estamos acostumbrados a secuencias de este calibre, en esta serie de Disney Plus al menos: “The Passenger” ha sido dirigido por el estadounidense Peyton Reed, en cuya filmografía no encontramos nada semejante. Su gusto por las obras cómicas es obvio por los episodios que ha realizado en otras ficciones de la pequeña pantalla como la animada Regreso al futuro (Bob Gale y Robert Zemeckis, 1991-1993), The Weird Al Show (Al Yankovic, 1997-1998), Upright Citizens Brigade (Matt Besser, Amy Poehler, Ian Robert y Matt Walsh, 1998-2000), Grosse Pointe (Darren Star, 2000-2001) o New Girl (Elizabeth Meriwether, 2011-2018).
Además, también firmó las comedias A por todas (2000), Abajo el amor (2003), Separados (2006) y Di que sí (2008), por no hablar de que es el otro cineasta junto con James Gunn (Guardianes de la Galaxia) y Taika Waititi (Thor: Ragnarok) que le ha aportado el tono humorístico al Universo Cinematográfico de Marvel con Ant-Man (2015) y Ant-Man y la Avispa (2018). Conque, en efecto, un capítulo como este de The Mandalorian, con su horror arácnido, está fuera de su jurisdicción habitual. Al margen de que nos propone una situación que se prolongará en los siguientes episodios y, visto lo visto, no tenemos ni idea de adónde nos conducirá.