Ayer fue un día triste para el cine. Dave Prowse, el actor conocido por interpretar al mítico Darth Vader, murió a los 85 años de edad. Su nombre, por supuesto, no tardó en convertirse en tendencia mundial en Twitter. En general, la mayoría de palabras que podían leerse en la lista de Trending Topics de esta red social tenían un sentido. Pero muchos se sorprendieron al ver también en ella a la luciferasa.
No es común ver una proteína en este ránking de popularidad. Sin embargo, ahí estaba, cerca del nombre de la persona responsable de su reciente fama: Paty Navidad. Y es que esta actriz y cantante mexicana dio ayer la nota de una forma un tanto menos literal de lo habitual, al publicar un tuit en el que mencionaba supuestos detalles poco conocidos de la vacuna frente al coronavirus. Según ella, se trata de vacunas de ARNm, nanotecnología, puntos cuánticos y la enzima luciferasa. Además, añade que nos modificarán genéticamente e iniciaremos de manera oficial la era del Transhumanismo, pues nos podrán conectar a una computadora cuántica y usarnos como robots. Poco de realidad hay detrás de todo eso, más allá de que dos de ellas sí son vacunas de ARNm. Pero centrémonos en el ingrediente que consiguió hacerse TT. ¿Qué es la luciferasa?
Luciferasa, la ‘bombilla’ de las luciérnagas
La luciferasa es una de las proteínas conocidas como enzimas. Su función es facilitar todo tipo de reacciones químicas, al actuar sobre moléculas llamadas sustratos.
En el caso de la que ayer se hizo TT, es conocida por generar luz en presencia de oxígeno y un sustrato denominado luciferina. Se encuentra en un gran número de seres vivos, como los dinoflagelados, responsables de que algunas playas se iluminen por la noche como si estuvieran llenas de miles de pequeñas linternas. Pero, sin duda, el organismo más conocido de todos los que la llevan es la luciérnaga.
Cabe destacar que no hay solo una luciferasa, sino un grupo de ellas, con pequeñas variaciones en su sustrato y en su mecanismo de acción. No obstante, a grandes rasgos, la reacción es siempre la misma. Básicamente, se trata de un proceso de oxidación, de ahí la necesidad de oxígeno. Al unirse a él la luciferina, se generan una serie de nuevos compuestos, en un proceso en el que se desprende luz y también un poco de calor.
Usos en ciencia
En realidad, Paty Navidad no ha sido la primera persona que ha apuntado al uso de luciferasa en la fabricación de vacunas. Fue un bulo que ya corrió por las redes hace unos meses.
No es para nada cierto, pero se sustenta en el hecho de que la luciferasa sí que es muy utilizada en investigación científica. Se debe a que puede actuar como “chivata”, para mostrar el “funcionamiento” de un gen de interés.
Sabemos que todas las células de un organismo tienen los mismos genes, pero que el modo en que se usan sus instrucciones para fabricar proteínas varía de unas a otras. Además, depende mucho del ambiente y de las necesidades del organismo en cada momento. Todo esto se conoce como expresión de genes. Para saber cuánto se expresa un gen o, lo que es lo mismo, cuántas proteínas se fabrican a partir de las instrucciones que porta, puede ser útil asociarlo a esta enzima. Si el gen se asocia al de la luciferasa, al exponerlo a luciferina y oxígeno, habrá más luz a medida que aumenta su expresión.
Además, sirve para experimentos destinados a visualizar el comportamiento espacial y temporal de ciertas células en animales vivos. Por ejemplo, es útil para monitorizar el crecimiento tumoral o la migración de células trasplantadas.
Pero no, ni la vacuna del coronavirus ni ninguna otra llevan luciferasa entre sus “ingredientes”.
Y no, su nombre no tiene nada que ver con el diablo, simplemente proviene del latín lucifer, que significa “portador de luz”.
Nadie va a “marcarnos” con un código de barras luminoso ni nada por el estilo. Ni nos van a insertar un chip. Tampoco nos conectarán a un ordenador cuántico.
Esta vacuna, como todas las demás, tiene un objetivo mucho más poderoso que cualquiera de los que se le han atribuido: salvar vidas. No temamos aquello cuyo propósitos es sacarnos de la pesadilla en la que estamos atrapados.