Era la gran pregunta del sector: ¿podría ser una empresa de patinetes rentable? No estaba del todo claro, al menos en sus inicios. Y, de hecho, para la mayor parte de los players del sector sigue sin serlo. En el caso de Lime, y según confirman desde la compañía, esta situación ya es una realidad en sus cuentas.

Según publica la tecnológica de movilidad, durante el último trimestre analizado –el que correspondería a verano de 2020– Lime se convirtió en una empresa de patinetes rentable. Por primera vez en sus cuatro años de vida, el flujo de caja fue positivo. Desde Lime esperan que el tercer trimestre del año siga la misma tendencia pese a la llegada del invierno en las geografías en las que cuenta con unidades activas. Hay que recordar que los meses de frío, y nieve en muchos de los casos, no son los más propicios para el uso de estos vehículos.

Para 2021, el objetivo de Lime es cerrar el curso con números verdes. ¿Cuáles? Esa es la gran incógnita. Si bien quieren alcanzar la rentabilidad, no comunican sobre qué números se quiere cerrar ese objetivo.

En el comunicado apunta, además, al efecto innegable que ha tenido el coronavirus en su actividad. Como prácticamente todas las actividades, el confinamiento fue un duro golpe a su actividad. En muchas regiones, entre las que se incluye Madrid –ciudad en la que operan bajo licencia–, se obligó al conjunto del sector a parar su actividad como control de la salud pública.

No estaba claro cómo iba a sobrevivir un sector que ya venía peligrando desde hace tiempo. Si bien Bird, Lime o Jump –propiedad de Uber y que después paso a manos de Lime– habían sobrevivido a las idas y venidas de una larga lista de compañías que fueron devoradas por un negocio aún en pañales, también las grandes tenían una nube de dudas sobre ellas. Meses después, y solo con ciertas medidas de seguridad, el sector retomó actividad.

Las regulaciones, principalmente en Europa, nunca vieron con buenos ojos el libre albedrío de los patinetes. En el caso de España, las licencias de operación fueron su principal barrera. En Valencia, la batalla entre el consistorio y Lime marcó ríos de tinta. En Cataluña, este modelo de movilidad compartida apenas da sus primeros pasos. Madrid tuvo sus lucha personal con Carmena y la avalancha de patinetes que comenzaron a florecer durante sus gobierno. Quizá Andalucía fue la más optimista en cuanto al nuevo negocio directo de Silicon Valley.

De hecho, precisamente el hecho de que el negocio hubiese nacido bajo el sol y las grandes financiaciones de Silicon Valley fue uno de sus mayores problemas. Las condiciones climáticas estacionales en Europa, con una larga variedad de inviernos y veranos, no sentaron demasiado bien a un negocio acostumbrado al buen tiempo eterno. Tampoco se habían enfrentado a dos de sus mayores enemigos: los robos y el vandalismo. De hecho, España ha sido uno de sus mayores quebraderos de cabeza con más unidades perdidas o deterioradas. Según confirmaban fuentes del sector a Business Insider, "los robos de patinetes en Madrid estaban por encima de los registrados en Ciudad de México". Uno de los motivos, apuntaban, era la obligatoriedad de distribuir unidades en barrios conflictivos a causa del reparto de licencias de la Comunidad de Madrid.

Tras tres años de actividad, y en el caso de Lime, se decidió repensar su concepto y forma: reducían mercados y personal (un 14% de su plantilla) para reducir costes y, así, alcanzar esa rentabilidad. De hecho, fuentes cercanas al sector apuntaban que para ser rentables, un patinete debía alcanzar una facturación de 15 euros al día –con los gastos de marketing al alza, muchas unidades fuera de juego y una gran competencia, las cifras no salían.

Ahora la cosa ha cambiado, y si bien la pandemia golpeó fuerte durante meses, la vuela a las calles fue un punto a su favor. Nunca antes el contacto con la gente había estado tan en compromiso, y nunca antes el transporte colectivo había tenido tan mala fama; era el momento de las opciones de movilidad públicas, pero de un solo usuario. No solo de patinetes eléctricos; las bicis eléctricas compartidas también ocupan su meritorio lugar en las ciudades.

Las bicis y patinetes eléctricos viven su año dorado. El interés por la compra de un patinete eléctrico durante la pandemia se ha disparado en un 38%, según cifras de Idealo. En el caso de la movilidad compartida, Lime anunciaba que, en apenas unas semanas, volvía a recuperar las cifras pre confinamiento llegando a su record personal de 200 millones de viajes.