Si queremos que la ansiedad no se adueñe de nosotros en 2020, aferrarnos a las cosas buenas que continúan pasando este año puede ser un buen ejercicio. Por eso, los logros científicos de estos últimos meses se han celebrado si cabe más de lo habitual. Fue especialmente prolífico en ese aspecto el mes de septiembre. Primero el anuncio de una onda gravitacional que desafía la física tal y como la conocemos y después el hallazgo en Venus de una sustancia que podría estar asociada, entre otras cosas, a la vida. Menudo inicio del último cuatrimestre del año. El problema es que nos habíamos olvidado de que en 2020 todo puede pasar y por eso ahora es posible que no haya fosfina en Venus.
Es la teoría que arroja un estudio, recién publicado en Astronomy & Astrophysics; en el que, de hecho, participan algunos de los investigadores de la publicación inicial. ¿Pero qué dicen exactamente?
Después de todo, es posible que no haya fosfina en Venus
Los autores del primer estudio encontraron esta sustancia, también llamada trihidruro de fósforo o fosfano, gracias a dos instrumentos: el Telescopio James Clerk Maxwell, ubicado en Hawái, y el radiotelescopio ALMA, de Chile.
Era un hallazgo único, ya que en la Tierra es un compuesto que normalmente se asocia a la presencia de vida. Puede tener otros muchos orígenes, pero era inevitable pensar en esa posibilidad, aunque era necesaria más investigación para determinar su procedencia.
Pero lo que no imaginaban es que este análisis más exhaustivo, en vez de señalar el origen, apuntaría a que es posible que no haya fosfina en Venus después de todo.
En este nuevo estudio, el equipo hizo dos observaciones importantes. En primer lugar, al buscar fosfina en las capas altas de las nubes del planeta vecino no encontraron ni rastro de ella. Por sí solo esto no tendría por qué significar que no la haya, pues podría estar en la parte más baja de las nubes. Sin embargo, unido a un segundo dato, sí que tiene relevancia.
Y al final todo era “ruido”
En su primera investigación, estos científicos encontraron la fosfina durante el análisis de los espectros emitidos desde las nubes de Venus. Esta es una forma habitual de determinar la composición de la atmósfera o las nubes de otros planetas, pero a menudo puede ser difícil de interpretar, por la acumulación de otras señales externas, que actúan como “ruido”.
Los datos obtenidos con el Telescopio James Clerk Maxwell no eran del todo claros, pero pudieron confirmarlos después con ALMA. Sin embargo, incluso con el radiotelescopio chileno fue necesario un análisis estadístico para intentar obtener una conclusión a pesar de las interferencias.
Estos métodos no son infalibles; por lo que, antes de seguir adelantes con sus averiguaciones sobre el origen del trihidruro de fósforo, decidieron repetir el procedimiento. Lo hicieron con los mismos datos y el mismo método. No obstante, esta vez el resultado fue diferente. Había un gran número de señales que parecían reales, pero que en realidad no estaban allí, por lo que debían ser eliminadas. Al retirarlas, ya no había rastros del espectro de emisión de la fosfina. Por otro lado, se ha encontrado un problema en el conjunto de datos de ALMA, que ha hecho necesario volver a calibrarlo. Podría ser que ese error estuviese detrás de las mediciones equivocadas que llevaron a pensar que esta sustancia se encontraba en el segundo planeta del Sistema Solar.
En definitiva, puede que no haya fosfina en Venus. O quizás sí. Lo que está claro es que, con los últimos resultados, es complicado incluso sugerirlo. Al menos tenemos aún aquella onda gravitacional de septiembre y ahora parece ser que hay más agua en la Luna de lo que se creía. Venga, que 2020 sí que trae buenas noticias, aunque algunas al final puedan salirnos rana.