Hace no demasiado tiempo, un funeral a un glaciar nos habría parecido algo extravagante, casi cómico. Sin embargo, en los últimos años se han realizado varios en diferentes puntos del mundo y por desgracia no se trataba de una broma. El último en recibir este homenaje ha sido el glaciar Clark, ubicado en Oregon.

Afortunadamente, aún quedan otros muchos en esta zona de Estados Unidos. De hecho, gracias a ellos los recientes incendios de este verano no fueron todavía peores de lo que podían haber sido. Pero la cosa podría cambiar si no se toman medidas adecuadas contra el cambio climático.

Otro funeral a un glaciar, ¿cuál será el siguiente?

El año pasado, el funeral a un glaciar en Suiza llegaba a los medios de comunicación como símbolo de la destrucción que empieza a causar el cambio climático en nuestro planeta.

Lo concebimos como algo futuro, pero ya está haciendo estragos. Los hizo en Suiza y poco después en Islandia, donde se llevó a cabo un homenaje similar para lamentar la primera pérdida de un glaciar en la zona.

Son muchos los glaciares que se han sumado a la lista, aunque no todos se han ido con honores. Sí lo ha hecho el glaciar Clark, gracias a la intervención del Instituto de Glaciares de Oregon, un nuevo organismo que se ha creado para monitorizar el estado en el que se encuentran estas masas de hielo, muy abundantes en dicho estado.

En el caso de Clark, el fatídico diagnosticó llegó cuando comprobaron que, si bien seguía habiendo parches estacionarios de nieve y hielo permanente en su pico, la masa total de agua helada no sigue aumentando y disminuyendo, como normalmente hacen los glaciares. Cabe destacar que estos se originan cuando las precipitaciones anuales de nieve en invierno superan las fusionadas en verano. Y esto es algo que, a causa de la acumulación de carbono atmosférico y el calentamiento global, ocurre cada vez menos.

Consecuencias terribles

En declaraciones a Earther, el presidente y científico jefe del Instituto de Glaciares de Oregon, Anders Carlson, ha explicado que la decisión de hacer un funeral a un glaciar se basa en la necesidad de exponer un duelo público, para mostrar al mundo que una parte importante de nuestro planeta se ha ido.

Y no es para menos. En Oregon, aparte de regar los cultivos y dar de beber al ganado, los glaciares han jugado durante mucho tiempo un papel esencial en la reducción de incendios forestales. Incluso este año, cuando una cantidad inmensa de hectáreas de terreno ardieron a causa del fuego, el agua fría que bajaba de las laderas de los glaciares ha evitado que la catástrofe fuese aún mayor. Clark ya no podrá seguir velando por la naturaleza que le rodea. Por suerte aún quedan otras. No obstante, el equipo de Carlson sostiene que, si bien durante la Revolución Industrial había unos 50 glaciares en la zona, hoy hay bastantes menos.

Si las cosas no cambian llegará un día en que no estén ahí para salvar los bosques, ni calmar la sed de las reses o ayudar a florecer los campos. El salvavidas contra la destrucción se habrá convertido en otra forma de destrucción. Una vez superado el duelo por la pérdida de Clark, es momento de seguir tomando medidas para evitar que ese futuro llegue a producirse. Sobre todo está en las manos de quienes legislan, pero también en las de todos nosotros. Cada granito de arena para luchar contra el cambio climático cuenta.

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