Esta está siendo una semana muy interesante para los amantes de la astronomía. Hace apenas un par de días se daba a conocer la existencia en Venus de un gas que, entre otros, podría tener un origen relacionado con la vida. Y por si eso fuera poco, hoy un equipo de científicos de la Universidad de Kansas ha dado a conocer por primera vez el hallazgo de un planeta orbitando a una enana blanca.

Es un descubrimiento realmente sorprendente, puesto que el proceso por el cual una estrella acaba transformándose en enana blanca arrasaría con cualquier planeta circulando a su alrededor. Sin embargo, este, al que han bautizado como WD 1856 b, logró esquivar la destrucción. Tanto nuestro Sol como muchas de las estrellas anfitrionas de otros sistemas planetarias se transformarán algún día en gigantes rojas y después en enanas blancas. ¿Significa eso que alguno de los planetas que les acompañan podrían “sobrevivir”? Esta es solo una de las interesantes preguntas que plantea esta nueva investigación.

¿Qué es una enana blanca?

Las estrellas similares al Sol utilizan como combustible el hidrógeno de su núcleo, que se fusiona a helio en un proceso que desprende grandes cantidades de energía y radiación.

Cuando este combustible se agota, la estrella colapsa. Comienza a condensarse y compactarse, calentándose aún más, quemando el poco hidrógeno que le queda y haciendo que sus capas más externas se expandan hacia fuera. De este modo se convierte en una gigante roja.

Pero esto no durará mucho tiempo, apenas unos mil millones de años. Puede parecer irónico decir que eso es poco, pero es una décima parte del tiempo que pasan usando el hidrógeno como combustible.

Pasado este breve periodo, las estrellas expulsan todo el material de esas capas exteriores que se habían expandido, dando lugar a una envoltura de gas, conocida como nebulosa planetaria. Y ya, en el centro, queda esa nueva fase conocida como enana blanca. Se trata de estrellas muy densas, con una masa similar a la del Sol, pero un radio cien veces más pequeño.

Todo este proceso, plagado de expansiones, estallidos y nubes de gas, se llevaría por delante a cualquier objeto cercano. Por eso es tan interesante que estos científicos hayan encontrado un planeta orbitando una enana blanca.

Así se descubrió el planeta

El hallazgo de este planeta orbitando a una enana blanca fue posible gracias al Telescopio Espacial TESS, de la NASA.

Este instrumento se encarga de detectar planetas a partir de la perturbación del brillo de las estrellas. Si esta se bloquea de forma periódica, significa que entre ella y el observador hay algo que gira de forma ordenada, dando una vuelta siempre en un mismo periodo de tiempo.

Una vez detectada la presencia de este objeto, usaron el Telescopio Espacial Spitzer para medir sus emisiones infrarrojas. Todos estos datos permitieron saber más acerca de él.

Finalmente determinaron que se trataba de un planeta de tamaño similar a Júpiter, ubicado a 80 años luz de la Tierra, en la constelación de Draco. Además, observaron que tiene un periodo muy corto, de modo que lo que aquí sería un año allí solo tendría una duración de 1,4 días terrestres.

¿Cómo pudo ‘sobrevivir’ un planeta orbitando una enana blanca?

En realidad, WD 1856 b no sobrevivió al proceso de conversión a enana blanca, básicamente porque lo más probable es que no estuviese allí cuando ocurrió todo. Así lo ha explicado a Hipertextual el autor principal del estudio recién publicado en Nature, Ian Crossfield: “El planeta no podría haber sobrevivido si hubiera comenzado donde lo vemos ahora: debe haber estado orbitando mucho más lejos de la estrella”. Aclara que lo que posiblemente ocurrió es que se acercó a la estrella más tarde, después de que esta se convirtiera en enana blanca. “Esto podría suceder debido a varias interacciones gravitacionales que podrían involucrar a otros planetas del sistema, otras estrellas cercanas, etc. Por lo tanto, todavía hay mucho que aprender sobre este emocionante sistema”.

Tal como él lo describe, se trata de un hallazgo emocionante. El hecho de haber encontrado por primera vez un planeta orbitando una enana blanca lleva a pensar inevitablemente en nuestro propio Sol. Algún día, al igual que otras estrellas, también se rodeará de una nube de gas y quedará condensado como enana blanca. ¿Significa eso que nuestra Tierra y el resto de planetas que giran alrededor de él podrían aguantar? Lo más probable es que no, como bien aclara Crossfield en un comunicado emitido por su universidad. Sin embargo, seguir aprendiendo sobre WD 1856 b nos ayudará a entender mejor los pasos que le queda por recorrer a nuestro sistema solar.

Pero más importante aún es que ahora los astrónomos saben que no deben dejar de estudiar posibles planetas en torno a una estrella solo porque sea una enana blanca. ¿Quién sabe? Quizás uno potencialmente habitable ha estado pasándonos desapercibido solo por tener una anfitriona tan longeva que hace ya muchos años que perdió su combustible. Cuando se trata de buscar una aguja, puede que se encuentre en el recoveco más extraño del pajar. Mejor no dejarlo sin inspeccionar.