Sergio (nombre ficticio) es un madrileño de 33 años cuyo empleo requiere acudir al centro de trabajo. “Tras varios meses de teletrabajo, hemos empezado a volver a la oficina. Pese a intentarlo, el trabajo -en una empresa de logística- requería ya que muchos técnicos pasaran por la central para recoger material de mantenimiento. Y el resto de trabajos como el mío, de administrativo, empezaba a hacerse muy cuesta arriba”.
Antes de la pandemia de la COVID-19, él acudía a su centro de trabajo en metro, “o a veces en coche si tenía después algún recado que lo requiriera”, pero su vehículo murió poco después del confinamiento. Echando cuentas, y a pesar de que prefería haberse comprado como poco un híbrido, al final se ha decantado por comprar un coche de segunda mano de gasolina que ahora usa los días que le toca trabajo presencial. “Tal y como está la cosa, prefiero evitar el transporte público y tampoco quería meterme en grandes gastos. Los coches eléctricos siguen teniendo un precio muy elevado sobre los de combustión”, afirma.
Aunque su coche, pese a ser de segunda mano, no es excesivamente viejo, su caso sí que recoge una tendencia que parece que se ha asentado tras la nueva normalidad: la venta de coches de segunda mano se ha disparado, y en concreto de los coches más baratos que se pueden encontrar. Esto es, lo más antiguos, y por lo tanto más contaminantes.
Según un estudio publicado estos días por el Instituto de Estudios de Automoción, las ventas de coches de segunda mano con más de 20 años de antigüedad en España se han disparado hasta un 31% en julio y agosto, hasta alcanzar casi 44.000 vehículos.
Es la salida más económica para todo aquel que necesite una opción de movilidad alejada del transporte público -por el pensamiento del riesgo de contagio que conlleva- y que no es posible moverse en patinete o bicicleta.
El precio medio de esas compras fue de unos 1.400 euros, con algunos coches que se venden por tan sólo 500 euros. Todo en un contexto en el que el Gobierno de España ha lanzado ayudas de un nuevo ‘Plan Renove’ para intentar alimentar a la industria tras la crisis del COVID, y que también ha estado acompañado del plan MOVES II, destinado a las ayudas del coche eléctrico, que, no obstante, apenas ha tenido penetración debido a que muchas autonomías no lo han trasladado a sus normativas.
El 20% de los coches que se venden, de segunda mano
Asimilando esto con los datos de las ventas de coches de nueva matriculación, unos 190.000 entre julio y agosto, nos dice que aproximadamente dos de cada 10 coches vendidos en España en estos dos meses han sido de segunda mano. Todo en un país donde el parque móvil tiene una edad media de 12,3 años.
"Los coches viejos, incluso cuando eran nuevos, contaminan más ya que las normas medioambientales eran mucho menos estrictas hace 15 o 20 años", comentaba Adrián Fernández, experto en transporte de Greenpeace España al hilo de los datos. "Es un paso atrás en la calidad del aire. Esto significa consecuencias negativas para las dolencias respiratorias, de las cuales la COVID-19 es una de ellas”.
El futuro de la movilidad: eléctrica y sostenible… o no
Los datos de Anfac, la patronal de los fabricantes de vehículos, ponen de manifiesto hasta qué punto el confinamiento ha ralentizado la venta de nuevos turismos. El suelo se tocó en abril -por razones obvias del confinamiento- con una caída del 97% con respecto al año anterior. En agosto, a pesar de que el país ya estaba inmerso en la nueva normalidad, las ventas seguían cayendo un 10% con respecto a 2019.
Por su parte, los coches híbridos y eléctricos sí que han aumentado sus ventas (de 7.841 el agosto del año pasado a 12.687 en el actual), pero parecen haber cortado una tendencia que se veía muy al alza antes del confinamiento.
Toda esta tendencia se remarca a nivel global, pero también local, por ejemplo, es las estadísticas que desde la pandemia están empezando a recopilar empresas y organizaciones como Apple. La empresa de Cupertino lleva un tiempo remitiendo informes usando los datos de sus usuarios de forma anónima que muestran los porcentajes de movimientos que se dan en las ciudades conduciendo, usando transporte público y andando.
El gráfico muestra de forma bastante clara cómo se ha roto una equivalencia que había los meses anteriores a los confinamientos, para después tomar ventaja el uso del coche, en gran medida también por el teletrabajo, mientras que los movimientos andando o en transporte público se han reducido.
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