Han pasado seis meses desde el comienzo de las misteriosas muertes de elefantes en Botsuana. Ahora, parece ser que por fin los científicos que han investigado el caso tienen una respuesta.

El pasado mes de agosto ya se teorizó que pudiera tratarse de envenenamiento por toxinas generadas por bacterias, que los animales habrían consumido accidentalmente al beber aguas contaminadas. Parecía una opción más que probable, pero era necesario esperar a los resultados de las pruebas realizadas en laboratorios de Sudáfrica, Canadá, Zimbabwe y Estados Unidos. Estas por fin han llegado, apuntando a las culpables definitivas: cianobacterias presentes en pequeños abrevaderos que, por suerte, hace ya meses que se secaron.

Resuelto el misterio de las muertes de elefantes en Botsuana

Las alrededor de 350 muertes de elefantes en Botsuana han tenido en jaque a los científicos desde marzo.

Se barajaron muchas posibilidades, pero siempre había una razón para desecharlas. Los cadáveres estaban intactos, con los colmillos en su lugar, por lo que no parecía ser obra de cazadores furtivos.

Tampoco cuadraba que se debiera a un brote de ántrax, ni a los efectos de la sequía. La única pista era que algunos testigos aseguraban haber visto a los animales deambular de forma errática y que la postura en la que se encontraban los cadáveres señalaba que habían muerto fulminantemente.

Todo apuntaba a algún tipo de daño neurológico. Por eso, se empezó a contemplar la opción de que se hubiesen envenenado con alguna neurotoxina, de las generadas por bacterias típicas de aguas estancadas. Los paquidermos fallecidos se encontraban todos en torno al delta del río Okavango, por lo que no era descabellado que se hubiesen intoxicando mientras saciaban su sed. Sin embargo, era necesario esperar a los resultados de los laboratorios para tener las pruebas definitivas.

Sentencia a las cianobacterias: culpables

El análisis de las muestras extraídas de los cadáveres concluyó que, efectivamente, habían muerto por neurotoxinas procedentes de cianobacterias.

Estas se encontraban en pequeños abrevaderos distribuidos por toda la zona, que comenzaron a secarse a partir de junio, justo cuando las muertes de elefantes en Botsuana se detuvieron abruptamente. En invierno estos animales suelen hidratarse mediante el agua obtenida de alimentos como raíces y cortezas, especialmente las del baobab.

Por eso, hasta que en primavera vuelvan a tener agua estancada de la que beber, hay tiempo para que se diseñe una estrategia para evitar nuevos envenenamientos. El Departamento de Vida Silvestre y Parques Nacionales del país africano ya anunciado que sus científicos se encuentran manos a la obra. Cuanto antes se obtenga una solución, mejor.

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