El pasado mes de julio se dio a conocer el hallazgo de más de 300 elefantes muertos en Botsuana. Al parecer, las defunciones habían empezado en marzo y se habían mantenido misteriosamente en el tiempo, sin que nadie lograra averiguar por qué.

Inicialmente se descartó que se tratara de caza furtiva, pues sus colmillos permanecían intactos. Tampoco parecía ser ántrax ni muertes a causa de la sequía. Al menos no en todos los casos. La única pista disponible era que muchos de ellos habían sido vistos por la zona con apariencia demacrada y un comportamiento errático, que podría corresponderse con algún tipo de daño neurológico. Además, algunos se encontraron boca abajo, lo cual indica que sufrieron un colapso fulminante. Por este motivo, desde mediados de julio la teoría más aceptada es que se trate de algún tipo de neurotoxina muy mortal, ¿pero cómo pudo llegar hasta ellos? En realidad, esta pregunta no tiene aún una respuesta definitiva, aunque algunos expertos parecen estar ya mucho más cerca de alcanzarla.

Las claves de los elefantes muertos en Botsuana

Inicialmente, como es lógico, se tomaron muestras de los cadáveres para enviarlas a analizar. No obstante, según ha explicado en declaraciones a Agence France-Presse transmitidas por Science Alert el jefe del Departamento de Vida Silvestre y Parques, Cyril Taolo, los resultados obtenidos no han sido concluyentes. Pero sí que tienen algunos datos preliminares que constituyen un buen hilo del que tirar.

Este indica que las defunciones podrían deberse al efecto de alguna toxina natural. Estas pueden ser generadas por algunas bacterias, especialmente si se encuentran en agua estancada. La mayoría de los elefantes muertos en Botsuana aparecieron en un área muy concreta, situada alrededor del Delta del Okavango. Tendría sentido que al acercarse a beber agua se intoxicaran con estos productos bacterianos, enfermando y muriendo poco tiempo después. Para estar más seguros, han tomado muestras otra vez y las han enviado a nuevos laboratorios, ubicados en Sudáfrica, Canadá, Zimbabwe y Estados Unidos.

Habrá que esperar para conocer los resultados, con los que, si todo va bien, se tendrán las respuestas necesarias para tomar medidas al respecto. El gobierno de Botsuana ha hablado oficialmente de 281 paquidermos fallecidos. En cambio, la organización benéfica de conservación de la vida silvestre, Elephants Without Borders (EWB), apunta a que, en realidad, son 356. Sean los que sean, se trata de demasiados animales fallecidos sin saber el motivo. Urge la necesidad de encontrar respuestas y tomar medidas para evitar que su población se siga mermando.

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