Muchos pequeños inversores se toparon este lunes con una sorpresa a la hora de revisar el precio de las acciones de dos de las compañías más boyantes en bolsa en los últimos meses.

Apple, quien había subido tras caer -como casi todos los negocios- a finales de marzo por la pandemia del coronavirus, pasaba de cotizarse por encima de los 500 dólares a poco más de 125.

Por su parte, Tesla, cuyo ascenso hasta superar los 2.000 dólares por acción ha levantado muchos titulares en los últimos meses, también veía sus títulos 'rebajados'a 445 dólares.

¿Qué había pasado?

Ambas compañías habían tomado la decisión, de forma independiente, de realizar un split en sus acciones. Una división de las mismas en fracciones más pequeñas. En el caso de Apple, por cada acción anterior pasaban a existir ahora 4, mientras que por Tesla la proporción era de 1 a 5.

¿Pero qué significa esto para las compañías y para el mercado? Paco Lodeiro, director de Academia de Inversión, explica a Hipertextual que tanto a nivel de valor de mercado, como de las cuentas de la propia empresa, este movimiento no tiene ningún efecto real real más allá de aumentar la liquidez para los pequeños inversores.

“Un split de acciones se puede ejemplificar como que, de una tarta que hasta ahora estaba dividida en 100 partes, se sacan ahora 500. En definitiva, trozos más pequeños. No tiene ningún efecto directo sobre las compañías, es neutro para el mercado, pero es un mecanismo utilizado en algunas ocasiones cuando las acciones tienen un precio elevado para facilitar la entrada de pequeños inversores. Quizá para un pequeño inversor que quiere comprar Tesla una inversión de 2.000 euros se salía de sus planes, pero ahora, con ese valor dividido entre cinco, puede que sí que se anime. Eso sí, hay que aclarar que el valor es idéntico al que había antes. No es que ahora las acciones estén más baratas, es que se han dividido”, explica Lodeiro.

Los split de acciones son un mecanismo al que históricamente se ha acudido en Wall Street. Apple por ejemplo es el quinto que realiza en toda su historia. Como resultado, los inversores que poseían una acción de Apple antes de su primera división de acciones en 1987 poseerían 224 acciones hoy. El split como decíamos también sirve para mantener el precio de las acciones más asequible. Un ejemplo es que si Apple nunca hubiera dividido sus acciones, ahora cotizarían por un valor por encima de los 27.000 dólares.

En el caso de Tesla, cuya cotización ha aumentado más de un 900% en lo que va de año, es la primera vez que acudía a una división de este tipo.

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‘Stock split’: Una práctica que parece volver

La motivación de Apple y Tesla para este movimiento es, además de abrir la veda a pequeños inversores, ayudar a impulsar un poco más su cotización.

“Es cierto que aunque lo que ahora se puede comprar es una parte de una acción anterior, existe un efecto psicológico cuando los pequeños inversores ven que ahora está a un precio a su alcance. Pese a esto, un ‘split’ no tiene por qué ir seguido de subidas constantes, porque los inversores antiguos (que por cada acción anterior han recibido ahora 4 o 5) también pueden verse animados a vender una parte si creen que es el momento”, comenta Lodeiro, también co-presentador del podcast Value Investing FM.

Sin embargo, existe una connotación especial en el caso de estas dos compañías. Tanto Apple como Tesla venden productos que en cierto modo son aspiracionales y que generar un sentimiento muy fuerte con sus consumidores. “Ambas son empresas centradas en los consumidores, y dar la oportunidad de que un consumidor sea también accionista eleva el vínculo, consiguiendo que sea más fiel a la empresa”, señala Lodeiro.

La duda está ahora en si otras empresas podrían seguir sus pasos. Desde hace unas semanas medios especializados especulan con que Netflix también podría dividir sus acciones, o Amazon, que lleva unas semanas cotizando por encima de los 3.200 dólares. “Es algo lógico, pero los split solo se dan en empresas que han alcanzado una cotización alta, no tiene sentido partir una acción que vale 5 dólares”, dice Lodeiro.

El regreso de este mecanismo es una novedad en el mercado reciente. En 2019 solo se dieron 3 ‘splits’, y tan solo se suman 17 en lo que va de década, frente a las 102 que se dieron en 1997, otro momento de auge alcista en la bolsa que muchos recuerdan ahora cómo acabó.

La nube de la burbuja de las puntocom

Y es que estos ‘splits’ han llegado en un clima en el que, en los últimos meses, y debido a la pandemia del coronavirus, se empieza a hablar si el auge que han tenido algunas tecnológicas podría ser semejante al que sucedió a comienzos de siglo, cuando explotó la burbuja de las Puntocom.

Las opiniones que plantan esta semilla aluden al comportamiento alcista que ha tenido Wall Street a pesar de la situación derivada por la COVID, un crecimiento que ha estado impulsado especialmente por las empresas tecnológicas. Por poner algunos ejemplos, a finales de marzo -cuando la pandemia afectó a la bolsa- Tesla cotizaba a 400 dólares, Apple a 280 o Amazon a 1.600. Desde entonces, no han dejado de subir, a pesar de que la economía está sufriendo los efectos del virus.

En Bloomberg preguntaban a este respecto a los gerentes de varios fondos de inversión especializados en tecnológicas que sobrevivieron al estallido de la burbuja de 2001, y el resultado es que hay cosas en común con aquella etapa pero también otras muy distintas.

Ryan Jacob, quien fundó Jacob Internet Fund en diciembre de 1999 a la edad de 30 años comentaba al medio que “las únicas personas que dicen, 'Sí, es como la década de 1990' son los administradores de fondos de cobertura que están netamente pensando a corto plazo y molestos. Decir que es como finales de la década de 1990, no tienen ni idea". Sin embargo, también atisbaba que “hay algunas empresas sobrevaloradas”.

Para Lodeiro, también hay “algunas similitudes pero también muchas diferencias”. Un dato clave es que a finales de los 90 la media de las empresas que cotizaban en el NASDAQ estaba por debajo de los 5 años. Ahora es más del doble.

Durante la burbuja de las puntocom muchas empresas entraron en bolsa como un mecanismo para obtener capital. Las empresas digitales se veían con una escalabilidad y un potencial de rentabilidad que compensaba que en ese momento dieran pérdidas. Hasta que se desinfló. Hoy las tecnológicas son algunas de las empresas más grandes del mundo, y no se puede decir que el contexto sea el mismo.

“En la burbuja no había empresas que ganaran dinero. Creo que sí que puede haber cierta sobrevaloración actualmente y sí que puede haber cierto comportamiento de burbuja en algunos valores de empresas menos consolidadas, que están creciendo mucho y a las que el mercado está valorando más por el crecimiento que por las ganancias o los beneficios”, comenta Lodeiro.

El asesor de inversiones pone como ejemplo de estos valores a Zoom Video Communications, la matriz de Zoom, el software de videollamadas que ha crecido exponencialmente en usuarios durante el confinamiento. Cotizaba a 70 dólares a comienzos de año, y ahora lo hace a más de 450. Y también Nikola, la empresa de camiones sostenibles que está cotizando sin haber pasado apenas del prototipo.

“Zoom basa su negocio en un producto que apenas tiene barreras de entrada -Microsoft u otro actor podría relanzar Skype con sus características-, y hasta ahora había estado dando pérdidas. El caso de Nikola es aún más llamativo e incluso podríamos decir que irracional y sí que puede tener semejanzas con algunos casos que se dieron en la burbuja de las puntocom. Pero estas compañías no tienen nada que ver con que Apple, Amazon o Alphabet, que al final son empresas que llevan años dando ganancias. O incluso Tesla, que siempre está en el comentario sobre si es una burbuja o no. Por lo tanto, tenemos factores distintos a los de finales de los 90, pero también otros que pueden ser semejantes”, finaliza Lodeiro.

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