Hay personas que sienten verdadera pasión por los festivales de música. Guardan las pulseras de abonado como si de la más valiosa de las joyas se tratara y su viaje soñado es cualquiera implique asistir a grandes eventos, como Coachella o Tomorrowland. Otras, en cambio, no irían a ninguno de estos lugares ni aunque les regalaran la entrada y les pagaran por ello. Lo bueno es que no son obligatorios. Quien no disfrute de las masificaciones o la música demasiado alta para sus oídos puede quedarse en casa tranquilamente. El pez sapo del Golfo (Opsanus beta), en cambio, no puede decir lo mismo. En realidad no puede decir nada, porque es un pez; pero, si hablara, seguramente mostraría su descontento.

El pez al que no le gusta la música electrónica

El Ultra Music es un festival de música electrónica que se celebra cada año, a finales de marzo, en Florida. Ha tenido varias ubicaciones desde su fundación en 1999, todas en Miami.

La última vez, en 2019, se llevó a cabo Virgina Key, una isla barrera en cuyas inmediaciones viven un gran número de especies acuáticas.

El problema de la contaminación acústica está mucho menos interiorizado por la población que otros tipos de polución. Sin embargo, supone un problema, tanto para los propios humanos como para muchas especies animales.

Es el caso del pez sapo, uno de esos habitantes de Virginia Key a los que el festival de 2019 no les trajo más que problemas.

Es la conclusión de un estudio recién publicado en Journal Environmental Pollution de la mano de científicos de la Escuela de Ciencias Marinas y Atmosféricas Rosenstiel de la Universidad de Miami (UM).

En él, analizan la sangre de varios ejemplares de pez sapo antes y después de que tuviera lugar el Ultra Music. De este modo, pudieron comprobar que los niveles de cortisol de los animales aumentaron de 4 a 5 veces después del festival. Esta es una hormona relacionada directamente con el estrés, por lo que era un indicador de que la música elevada podría estar afectando a esta especie acuática, ¿pero por qué?

Pez sapo/Wikimedia Commons

Estrés y distracción, la tortura musical del pez sapo

Para responder a esta pregunta, los autores del estudio colocaron grabadoras de sonido tanto dentro como fuera del agua. Lo hicieron directamente en el hábitat de los peces, pero también en tanques dispuestos para ello en el laboratorio.

Comprobaron que la intensidad del sonido provocada por la música aumentó en el rango de baja frecuencia de 7 a 9 decibelios en los tanques y de 2 a 3 decibelios en el hábitat del pez sapo.

Estos animales son especialmente sensibles a esas frecuencias, en comparación con otras especies acuáticas, de ahí que pudieran estresarse más.

Además, la música muy elevada parece dejarlos a merced del delfín de nariz de botella, uno de sus principales depredadores en esta zona de Florida. Se sabe que el pez sapo es capaz de detectar las llamadas que estos cetáceos se hacen entre ellos cuando se encuentran en busca de comida. De este modo, pueden estar alerta para evitar convertirse en sus presas.

Por desgracia, si la música está muy elevada estas llamadas pasan desapercibidas y los peces se encuentran más vulnerables, de ahí posiblemente el aumento de estrés.

El enclave del festival no será el mismo en 2021, pues está prevista su realización en Bayfront Park. Ya se realizó ahí con anterioridad, pero se decidió trasladarlo a Virginia Key por quejas de los vecinos. No sabemos qué ocurrirá este año. Las que sin duda no se quejarán son las especies acuáticas. No obstante, eso no quiere decir que no lo pasen mal. No hay más que ver el sufrimiento del pez sapo.