El entorno rural suele ser un lugar perfecto para pasar fines de semana con amigos, en pareja o en familia; pero, cuando se trata de vivir en él, suelen ser solo las personas mayores las que deciden quedarse. Tanto, que en algunos pueblos supone una gran celebración la llegada de matrimonios jóvenes con hijos, o con idea de tenerlos. Sí que es cierto que las tecnologías o las opciones de ocio disponibles en estos lugares dejan bastante que desear, pero lo innegable es que se trata de enclaves maravillosos para criar niños, o al menos para gestarlos. Y es que, de este modo, se evitan dos graves peligros, relacionados con una cifra considerable de partos prematuros: la contaminación química ambiental y la contaminación acústica.

Esto es lo que se deduce de dos estudios llevados a cabo por investigadores del Instituto de Salud Carlos III, uno publicado en 2015 y otro recientemente. En el primero, se analizaba cómo influye en este tipo de alumbramientos la contaminación acústica, tan típica de las ciudades, mientras que en el segundo se comprueba el efecto de la contaminación del aire generada por diversos factores, pero especialmente por la combustión de los vehículos presente en el tráfico urbano.

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Los peligros de nacer antes de tiempo

Según la Organización Mundial de la Salud, cada año nacen de forma prematura-antes de la semana 37 de embarazo-15 millones de niños en todo el mundo. Este nacimiento anticipado es la causa principal de muerte durante el primer mes de vida y la segunda causa más común de fallecimiento por neumonía antes de los cinco años. De hecho, se considera que el 15% de las defunciones en niños menores de esta edad se deben a que su parto fue prematuro.

Además, en algunos casos, aunque el pequeño sobreviva puede acarrear problema de salud, tanto física como cognitiva. Aunque existen muchos factores que pueden conducir a este fenómeno, desde malos hábitos, como el consumo de alcohol o tabaco, hasta un componente genético, la presencia de diferentes tipos de contaminación durante la gestación puede tener también una influencia mucho menos conocida.

Otra consecuencia más de la contaminación

Para la realización de este estudio, publicado en Science of the Total Environment y llevada a cabo por Cristina Linares, Virginia Arroyo y Julio Díaz, todos ellos del Instituto de Salud Carlos III, se hizo un seguimiento de los nacimientos que tuvieron lugar entre 2001 y 2009 en la mayoría de las provincias españolas. Con el fin de relacionarlo con la contaminación química del aire, se utilizaron datos sobre las temperaturas máximas y mínimas, aportados por la Agencia Estatal de Meteorología. Por otro lado, el Ministerio de Agricultura y Pesca puso a su disposición la información obtenida con las mediciones semanales de la concentración de tres sustancias contaminantes: el PM10, el dióxido de nitrógeno y el ozono.

El primero es la materia particulada cuyos efectos sobre la gestación son más conocidos. Penetra en el organismo por vía respiratoria, generando inflamación de los tejidos. Además, puede atravesar los alveolos y llegar hasta la sangre de la embarazada, tras lo cual generaría síntomas como disminución de la circulación útero-placentaria o hipertensión materna. Precisamente esta última complicación es uno de los fenómenos que más frecuentemente se asocian a la generación de partos prematuros, de ahí que sea importante controlar su concentración en el aire.
En cuanto al dióxido de nitrógeno, puede favorecer el parto prematuro por causas similares a las del PM10. Además, se relaciona con problemas congénitos, debido al impacto que provoca durante el primer trimestre de embarazo, siendo este el más susceptible a este tipo de anomalías.

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Finalmente, si bien otros investigadores han asociado la presencia de concentraciones elevadas de ozono y la aparición de hipertensión materna, en este caso no parece haber una relación remarcable.

Sin embargo, la unión de PM10 y dióxido de nitrógeno sí que mostró una correlación preocupante. De hecho, en el estudio se calcula que cada año se dan en España 2.400 nacimientos prematuros relacionados con la presencia de estas sustancias. Esto supone alrededor de un 17% delos partos prematuros anuales y un 1’35% del total de alumbramientos. Quizás pueda parecer un porcentaje bajo, pero si nos centramos en las cifras totales es una cantidad más que preocupante. “Reducir 2.400 partos prematuros al año supondría un coste económico, social y personal muy elevado desde nuestro punto de vista”, aclara Cristina Linares a Hipertextual. “No se debe olvidar que un parto prematuro implica posibles futuras secuelas en salud para el niño/a durante toda su vida”.

El silencioso perjuicio del ruido

Hoy en día la inmensa mayoría de la población es consciente de los peligros que supone para la salud la contaminación del aire. Sin embargo, otros tipos de contaminación, como la acústica, son mucho menos temidos, a pesar de acarrear también consecuencias muy perjudiciales, tanto para el ser humano como para otros animales.

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En el caso concreto de las embarazadas, aumenta la probabilidad de que den a luz a sus bebés de forma prematura. Aunque es algo que ya se había estudiado en el pasado en otros países, el mayor estudio al respecto realizado en España lo llevó también a cabo el equipo de Cristina Linares, aunque en aquella ocasión solo en Madrid. En total, entre 2001 y 2009 se dieron en la capital 24.000 partos prematuros y 23.000 nacimientos de bebés con bajo peso (menos de 2’5 kg). Además, hubo 1.200 casos de mortalidad fetal; es decir, niños nacidos muertos o fallecidos durante sus primeras 24 horas.

Al analizar si podían estar influidos por los niveles de contaminación acústica encontraron una relación estadísticamente significativa. Esto se debe a que el ruido actúa como factor estresante durante el último tramo de la gestación. Es cada vez más conocido que el estrés actúa de una forma muy negativa sobre el embarazo, especialmente por el aumento de los niveles de glucocorticoides, muy perjudiciales para el feto.

Todo esto, según los autores del estudio, podría mejorar notablemente reduciendo levemente el ruido de las ciudades. De hecho, un solo decibelio podría favorecer que se redujera en un 6’4% el número de bebés nacidos con bajo peso, la mortalidad fetal en un 6% y los partos prematuros en un 3’2%. Lamentablemente, al pasar tan desapercibida este tipo de contaminación es más difícil que se tomen medidas al respecto. Sin embargo, está prácticamente al nivel de la contaminación atmosférica química. “El ruido ambiental tiene un impacto al menos igual al de las PM10 en las grandes ciudades, según los estudios realizados para Madrid”, explica Linares a este medio. “Es un tema en el que las administraciones competentes (ayuntamiento, comunidad y ministerios de sanidad y de medio ambiente) deberían tomar parte e implicarse”.

Sobran las razones para luchar contra la contaminación, tanto la que hace ruido sin sonar, como la que actúa de forma silenciosa, a pesar del ruido.

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