En un futuro, cuando los historiadores describan cómo fue este 2020, no sabrán por dónde empezar. La pandemia que dejó en stand by a más de medio planeta, el primer viaje espacial tripulado con un cohete “reutilizable”, erupciones volcánicas, plagas… Con lo que llevamos de año hay material de sobra para contar, a pesar de que solo hemos recorrido cinco meses completos. Como es lógico, nuestro astro rey no podía ser menos, por lo que ha “elegido” este año también para lanzar una gran llamarada solar, que indica algo que los astrónomos ya venían anunciando desde hace tiempo.

No se trata de algo peligroso, ni tampoco un hito desconocido. No obstante, no deja de ser un evento curioso; que, por supuesto, no hubiese podido ocurrir en un año mejor que este.

¿Qué son los ciclos solares?

Nuestro Sol es una “esfera” rodeada de materia en forma de plasma, un estado de agregación similar al gaseoso, pero compuesto por partículas cargadas eléctricamente.

El movimiento de este plasma es el responsable de que en torno a él se genere un campo magnético que varía con el tiempo. Estas variaciones se organizan en ciclos de aproximadamente 11 años, aunque no se sabe con exactitud cuándo empieza y cuándo acaban. En cada ciclo, este campo magnético se invierte, de modo que sus polos se intercambian.

La manera más clara de determinar cómo evoluciona es a través de la actividad solar, marcada por la presencia de manchas y llamaradas solares. Cuanto mayores sean, mayor será la actividad; mientras que, cuando lleguen a su punto mínimo, se puede considerar que un ciclo acaba y empieza uno nuevo. Y eso es lo que parece estar ocurriendo ahora.

¿En qué consiste una llamarada solar?

Una llamarada solar es una explosión que se da en el Sol por la liberación repentina de una gran cantidad de energía acumulada, normalmente sobre las manchas solares.

Se clasifican en tres categorías, llamadas X, M y C. Las primeras son las de mayor magnitud. Pueden generar grandes tormentas de radiación o apagones generales derivados de interferencias con las ondas de radio satelitales.

Las M están en un rango intermedio y también pueden generar apagones, pero mucho más leves y solo en las regiones cercanas a los polos.

Finalmente, las de tipo C son mucho más pequeñas y apenas tienen consecuencias perceptibles sobre la Tierra.

NASA

La llamarada solar que marca un nuevo ciclo

Dada la fecha del último cambio de ciclo y las observaciones realizadas sobre la evolución de la actividad del Sol, los astrónomos han calculado que el próximo cambio de ciclo tendría lugar en abril de 2020, con un error aproximado de seis meses, por arriba o por abajo.

El mínimo no es idéntico en cada ciclo, por lo que la única manera de saber que ha tenido lugar es comprobar que la actividad vuelve a subir. Puede compararse con una cuesta, cuyo fin no conocemos. No sabremos que hemos llegado a su parte más baja hasta que no comprobemos que empezamos a subir de nuevo.

Y precisamente por eso es tan interesante la llamarada solar de clase M que se detectó el pasado 29 de mayo.
No se había registrado una de este tipo desde octubre de 2017, por lo que podría indicar que se ha llegado a un momento de bajada, para luego empezar a subir de nuevo.

De cualquier modo, según explica la NASA en su web, son necesarios seis meses de observaciones de manchas solares después de un supuesto mínimo, para comprobar que, efectivamente, lo ha sido.

Por lo tanto, ahora toca estar ojo avizor. La llamarada solar en cuestión no ha entrañado ningún peligro para las comunicaciones, mucho menos para el ser humano. Por lo tanto, no podemos considerarla una de esas “plagas” peligrosas de 2020. Pero, ¿por qué no?, sí otro suceso importante para recordar este año tan fuera de lo habitual.

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