Se fueron, al menos temporalmente. La totalidad de los patinetes de Jump, división de patinetes de Uber hasta hace unas semanas, han sido retirados de la circulación. La explicación es muy simple: Lime ha culminado la absorción de Jump tras el acuerdo cerrado en mayo de este mismo año. Primero fue en Estados Unidos, y ahora le ha tocado a su negocio de Europa.
La sorpresiva ronda de financiación de 170 millones para el gigante de los patinetes tenía una doble vuelta. Uber lideraría la operación de Lime aportando capital, pero a la vez cediendo todo su negocio de patinetes.
Un movimiento estratégico que les permitía, por un lado, soltar lastre de negocios no estratégicos en mitad de una crisis de cuentas –2020 y el coronavirus se han llevado por delante el ideal de Uber de alcanzar la rentabilidad–, que continúan arrastrando pérdidas millonarias. El año que prometía ser redondo para Uber, se ha convertido en la peor de sus pesadillas con un negocio prácticamente paralizado en todo el mundo y despidos masivos. Solo Uber Eats salva los muebles de una compañía muy golpeada por el virus. Por otro lado, mantienen una relación directa con el negocio de los patinetes a través del capital de Lime.
Ahora la pelota se encuentra en el tejado de Lime, que ha enviado todos los patinetes bajo la enseña de Jump a los almacenes. ¿El problema? No está claro que es lo que quiere hacer la estadounidense con todas esas unidades. Y lo cierto es que un problema generalizado para el sector de la movilidad eléctrica. Ya Bird, tras la compra de Circ, se ha visto en la tesitura de tener que reorganizar su negocio abandonando Oriente Medio y retirando todas las unidades –de momento sin barajar la opción de venta a compradores ya interesados en los patinetes casi nuevos–.
Ya antes de la llegada del coronavirus, los bailes dentro de las grandes compañías de patinetes eléctricos comenzaron a sucederse. En una especie de premonición, que ya adelantó el sector de las bicis compartidas de la mano de las numerosas compañías chinas que conquistaron occidente, se concluyó que no había lugar ni negocio para todas. El patinete eléctrico ha resuelto la saturación del negocio con compras por parte de los grandes competidores.
El problema de las licencias de los patinetes eléctricos
De momento, según anuncia la compañía, los empleados y activos ya forman parte de Lime, pero los patinetes se podrán encontrar indistintamente en ambas aplicaciones. Lo que no aclaran es cómo será la desescalada de todas las unidades retiradas de Jump, donde se incluyen patinetes y bicis.
Primero llegará Londres, seguido de Roma, París y Barcelona. El resto de regiones, entre las que se encuentran Málaga y Madrid, gestionadas por Jump antes de la compra aún están a la espera de saber si resultarían rentables para la nueva y renovada Lime.
De hecho, en ciertas regiones Lime se encontraría un problema añadido a su regreso. La idea de la compañía es mantener –de momento– la estética de Jump en todas las unidades. A largo plazo estas irían cambiando para verse unificadas con Lime. En Madrid esto supondría la pérdida de un gran número de licencias de circulación. Casi 566 autorizaciones quedarían en el limbo al pertenecer a Jump como marca y no a Lime.