En lo peor de la pandemia por el coronavirus están saliendo algunos de los movimientos de empresas tecnológicas más interesantes. O al menos de los sectores más peculiares y curiosamente más afectados por el confinamiento. La última noticia al respecto, confirmada tras unos primeros rumores lanzados por The Information, se centra en la nueva ronda de financiación millonaria de Lime. O lo que es lo mismo: un soplo de aire para una compañía que, como el resto del sector, necesitaba liquidez.
El gigante de los patinetes ha anunciado una operación de 170 millones de dólares; lo que valora la compañía en 510 millones de euros –un 79% menos que en la anterior ronda–. Pero el volumen del acuerdo no es el único movimiento estratégico. La compañía que ha liderado la inversión es Uber, seguida de Alphabet, Bain Capital Ventures, GV.
Además, con este acuerdo, la relación entre Lime y Uber –que ya venía de lejos con acuerdos de operaciones previos– se estrecha aún más. Según se explica en el comunicado de la compañía de patinetes, Lime absorbe las operaciones comerciales de Jump –la división de patinetes y bicicletas de Uber– en todos los mercados en los que se encuentran an activo.
"Lime tiene la experiencia operativa y el enfoque indiviso necesarios para construir un negocio de micromovilidad sostenible y escalado", explica Dara Khosrowshahi, CEO de Uber en un comunicado. "Estamos contentos de que nuestros clientes continúen teniendo acceso a bicicletas y scooters en nuestras dos aplicaciones porque creemos que la micromovilidad es una parte crítica del paisaje urbano, ahora más que nunca ".
¿Esto significa la desaparición de Jump? De momento, ambas marcas mantendrán su presencia en los mercados operativos. Este acuerdo implica que los usuarios podrán usar indistintamente los patinetes de una y otra compañía a través de las dos aplicaciones habilitadas. Una decisión que, al menos en España, tiene un sentido estratégico. Un cambio de nombre de todos los patinetes de Jump a Lime –y por lo tanto, la desaparición de la marca– implicaría una pérdida de las licencias que operan bajo esa enseña (al menos en Madrid).
Aclarando las cuentas de Lime y Uber
La realidad es que esta operación viene en un momento sensible para ambas compañías. Y también para el sector que se enfrenta a su propio éxito con valoraciones por encima de la realidad y la búsqueda de la rentabilidad para un negocio que aún no sabe cómo enfrentarse a su propia realidad en cuanto al robo, vandalismo y vehículos de corta vida.
Por una parte, Uber –que justo hoy se enfrenta a la llamada a los accionistas para aportas los resultados del primer trimestre de 2020– ya sabe que este año será nefasto para sus cuentas. La idea de alcanzar la rentabilidad antes de final de año ya se ha descarado por la compañía. La cual, además, ya ha tenido que despedir al 14% de su plantilla (3.700 empleados) a raíz de la crisis de la COVID -19 y la caída de la demanda en todos sus mercados.
La cesión del negocio de los patinetes, aún teniendo en cuenta la operación de inversión, formaría parte de ese movimiento estratégico para alcanzar los números verdes.
Por la parte de los patinetes eléctricos, y en consecuencia de la movilidad compartida, el confinamiento ha tenido un efecto similar al de los vehículos. Solo ahora, con el descenso de los fallecimientos en algunas geografías, el servicio está comenzando a reanudar su actividad.
Pero la situación pre coronavirus no era mucho más positiva para Lime. El gigante, al igual que Uber, tenía la misión de encontrar beneficios como fuese. Ya a principios de 2020, la empresa despidió al 14% de su plantilla (unos 100 empleados) a nivel global para lograr este requisito.