En un gesto poco frecuente. Artistas y escritores de cómics se han unido a los usuarios en Twitter para presionar de manera directa por una demanda contra las fuerzas policiales. Las mismas que durante años han utilizado el icónico cráneo del cómic The Punisher en uniformes y cascos. No obstante, en medio de las protestas que ocasionó el asesinato de George Floyd a manos de un policía, la situación parece incluso más pertinente que nunca.
Disney se comprometió esta semana a brindar un completo apoyo a The National Association for the Advancement of Colored People (NAACP) y otras organizaciones que luchan contra el racismo en un despliegue público de solidaridad a las manifestaciones que se llevan a cabo a lo largo y ancho del país para denunciar el racismo y la brutalidad policial.
La postura pública de la compañía, llevó al escritor de cómics Matt D. Wilson a comenzar una campaña a través de las redes sociales para exigir a la compañía que obligara a la policía a dejar de usar el logotipo de The Punisher, algo que ya el co creador del popular cómic Gerry Conway denunció de manera insistente el año pasado.
The Punisher: el descuido de Disney
A la llamada de atención de Wilson se unieron otros creadores y figuras del mundo del cómic, como Mags Vissagio y Kat Verhoeven, que hicieron hincapié en el hecho que Disney al parecer suele ser muy cuidadoso con el uso de los elementos de su marca, menos para el trabajo y contenido gráfico de The Punisher, considerado uno de los cómics fundamentales de los últimos años.
Pronto, miles de usuarios reclamaron a Disney el hecho de que fuerzas de seguridad del estado y otros funcionarios de cuerpos policiales a lo largo y ancho de Estados Unidos usen uno de los símbolos más emblemáticos de The Punisher. Sobre todo de una forma que no solo desvirtúa su esencia transgresora, sino que además menoscaba el trabajo e intención de sus creadores.
No es la primera ocasión en que el mundo del cómic ha insistido en una solución al problema del uso ilegal de material visual de The Punisher en ámbitos más allá de la hoja y el papel. En 2019, un grupo de escritores se solidarizó con Marvel y los creadores del personaje cuando el sindicato de policía de St. Louis pidió a sus funcionarios llevaran a cabo una protesta simbólica para apoyar a un grupo de oficiales que se encontraban bajo investigación, precisamente por el uso fraudulento del logotipo.
En una clara provocación, la organización insistió mostrar el cráneo en una versión “policíaca” para demostrar su rechazo a la medida administrativa.
Un conflicto complejo
Por supuesto, se trata de un tema que ahora mismo se encuentra en medio de la polémica pública debido a las protestas sobre la actuación policial y sus excesos, que se extiende a un buen número de ciudades en EE.UU.. La presión sobre la posibilidad que Disney intervenga, ya sea en una demanda contra las agencias por apropiación indebida de material intelectual o directamente denunciando de manera explícita el uso indebido del logotipo, es más fuerte que nunca.
No obstante, todavía Disney no se ha pronunciado sobre el tema, lo que hace que la incomodidad de creadores y fans sea aún mayor.
No es la primera vez que el cómic The Punisher está envuelto en polémica: desde que Gerry Conway, Ross Andru, Frank Giacoia y Dave Hunt presentaron al personaje en Amazing Spider-Man # 129 en 1973, se ha convertido en uno de los más controvertidos, transgresores y complejos del mundo del cómic.
Por supuesto, razones no faltan: se trata de un vigilante que vive al margen de la ley, y que además asesina a criminales en una forma de justicia violenta, muy alejada de la pulcra moral de la casa Marvel. The Punisher abarca un estrato complicado de matices, que le permitió a sus creadores y guionistas experimentar con un nuevo de antihéroe que pasó de ser el némesis de Spider-Man a tener su propio cómic dos años después.
La repercusión de Frank Castle en la cultura pop se convirtió en un referente al momento de analizar a personajes que no pueden ser interpretados de manera sencilla, lo que llevó a que todos los elementos de su universo — incluyendo el famoso logotipo — fueran parte de una versión sobre la moral y la justicia levemente retorcida.
La clásica calavera, esbozada por el propio Conway y después desarrollada por el Director de Arte de Marvel, John Romita, se ha convertido en motivo de polémica, y sobre todo en un enfrentamiento más o menos frecuente con algunos cuerpos policiales y de seguridad. ¿El motivo? Las razones parecen ser más complicadas que la simple capacidad del emblema para representar ideas transgresoras en momentos complicados.
De la calavera al casco: un recorrido difícil
Cuando Mike Zeck convertido en una figura de considerable importancia en el mundo del cómic, gracias a su trabajo en Marvel Super-Heroes Secret Wars, se unió al lanzamiento de una mini serie de The Punisher. La relevancia del personaje tanto dentro de la casa de las ideas como en la cultura pop cambió para siempre.
Se trató de un espaldarazo a un personaje que hasta entonces se había considerado menor dentro de la mitología de Marvel, y también en un tipo de personaje incómodo que no parecía encajar demasiado bien con los formidables héroes incorruptibles o los villanos temibles, tan populares en la casa editorial. En contraste, The Punisher mostraba un universo corrupto, sucio y en constante transformación.
En un intento de revitalizar la historia y su contexto, el escritor Steven Grant propuso a Marvel una miniserie en el 1979. Pero le llevaría casi un año entero lograr que el proyecto lograra luz verde, y además encontrar al equipo que le permitiría llevar a cabo su visión sobre el controvertido personaje.
Finalmente Zeck y su ilustrador John Beatty se unieron al proyecto, que fue aprobado por editor de Marvel, Carl Potts. La mini serie se convirtió en un éxito de ventas y de crítica, que relanzó al personaje y le convirtió en una de las figuras más importantes de un nuevo tipo de Universo Cinematográfico de Marvel, mucho más oscuro y adulto.
Del éxito a la serie
Parte de ese éxito contribuyó a que, a mediados de los años ’90, el cómic protagonizara tres series mensuales. También Frank Castle fue incluido en varias series de la casa editorial en simultáneo, lo que provocó que entre 1991 y 1993, la figura lóbrega y cónica del vengador se convirtiera en un personaje de considerable éxito.
Poco a poco, el elemento militar fue en aumento dentro de la serie y de hecho, para finales de la última década del siglo pasado era evidente que el peso de Castle como un símbolo del desencanto social y cultural respecto a las fuerzas del orden y la justicia se había convertido en un elemento notorio dentro de sus historias.
Fue durante esta época en que el uso de la calavera se popularizó entre militares y fuerzas del orden, en especial por la forma en que Castle simbolizaba la integridad de los oficiales contra la corrupción del sistema. Poco después, en el año 2003, el paralelismo llegó a un punto álgido cuando el conocido Chris Kyle (el personaje real en que se basa la película de Clint Eastwood American Sniper) incluyó varias reflexiones sobre el personaje en el libro que después se convertiría en una exitosa adaptación.
“Él corrigió los errores. Mató a los malos. Hizo que los malhechores le temieran … Pintamos con spray [el logotipo de Punisher] en nuestros Hummers y armaduras corporales, y nuestros cascos y todas nuestras armas. Rociamos -pintamos en cada edificio o pared que pudimos. Queríamos que la gente supiera que estamos aquí y queremos f*** contigo”.
Luego de semejante referencia — el libro de Kyle se convirtió en un sonado éxito de ventas — el logotipo de The Punisher se hizo frecuente en todas las fuerzas armadas estadounidenses en Irak, en donde incluso llegó a considerarse una forma de identificar las fuerzas militares estadounidenses, y también a cierto sector de las fuerzas armadas del país.
Lo demás es sin duda una consecuencia inmediata de todo lo anterior: una vez finalizada la guerra, la percepción de la calavera de The Punisher como una metáfora de la fuerza de la ley, incluso en condiciones extremas, ha formado parte de cierta región de la cultura popular estadounidense. En 2004, un grupo de policías de Milwaukee creó un grupo de vigilantes al margen de la ley, que llevaban máscaras y utilizaban el símbolo. Aunque escritores y dibujantes levantaron quejas y se habló de una demanda, la agrupación continuó en activo hasta 2007.
La calavera azul de Blue Lives Matter
El punto de inflexión más importante en el uso del logotipo ocurrió cuando fue incluido en la campaña de propaganda Blue Lives Matter. En una especie de versión del mundo policíaco del movimiento Black Lives Matter. La iniciativa se creó en 2014 cuando dos policías fueron asesinados en la ciudad de Nueva York. El objetivo de la organización era declarar “delitos de odio” a los ataques contra policías y otros funcionarios de cuerpos de seguridad del estado.
El logo de The Punisher fue incluido en carteles, calcomanías y otros productos similares a pesar que ninguno de sus creadores, Disney o Marvel, lo autorizó. En 2017, el departamento de policía de Cattlesburg, Kentucky, usó la imagen de la calavera en sus patrullas junto con la frase “Blue Lives Matter”. Poco después, el departamento de policía de Solvay, Nueva York, agregó la calavera Punisher en un fondo azul en la mayoría de sus patrullas, también como una muestra evidente del apoyo al movimiento. Como si todo lo anterior no fuera suficiente, el uso de la calcomanía coincidió con el estreno de la serie de Netflix en 2017.
Mucho más preocupante resulta el hecho que el logotipo de The Punisher ha sido absorbido además por la propaganda en sitios de mercadería pirata, que usan la calavera azul para vender mercancía de apoyo a ideas extremas, algo que se ha hecho más evidente durante las recientes protestas callejeras a lo largo de EE.UU..
Por ahora, y en medio del malestar político, cultural y social que ocasionó el asesinato de George Floyd, la confusión simbólica y el uso tergiversado de la simbología asociada a The Punisher parece más preocupante que nunca. ¿Podrá Disney detener este efecto en cadena? Lo más probable es que a pesar de las buenas intenciones de la compañía el efecto sea más perdurable y preocupante de lo que puede analizarse ahora mismo.