La compra de Twenty Century Fox en marzo de 2019 por parte de The Walt Disney Company abrió la puerta a incluir a los X-Men, y a los Cuatro Fantásticos, en el Universo de Marvel. El productor estadounidense Kevin Feige y su equipo han trazado los planes para hacerlo, pero llama poderosamente la atención que nos hubiesen dejado alusiones a los mutantes superheroicos en películas previas a la adquisición de sus derechos, como el easter egg sobre el Blackbird SR-71 en Iron Man (Jon Favreau, 2008), es decir, sobre el X-Jet, cuando Tony Stark realiza un vuelo de prueba con un traje y lo toma como referencia de altitud.
Y hay otra alusión los X-Men en el segundo filme que protagoniza el dios asgardiano del trueno, **Thor: El Mundo Oscuro (Alan Taylor, 2013). Al físico Erik Selvig (Stellan Skarsgård) se le internó un tiempo en un hospital psiquiátrico después de que Loki (Tom Hiddleston) controlara su mente en Los Vengadores (Joss Whedon, 2012); e intenta explicarle a sus compañeros internos las teorías sobre el evento cósmico de la Convergencia, el instante en el que los Nueve Mundos de Yggdrasil, Asgard incluido, se alinean cada 5.000 años, su pizarra muestra información acerca del Multiverso de Marvel; también de la Falla.
Este suceso fundamental fue la rotura del continuo espacio-tiempo durante una guerra terrible entre los sh’iar y los kree en el Subsector 43 de la galaxia natal de los primeros. La conquista de esta galaxia por el supervillano mutante Vulcan, hermano no nacido de Cíclope y Havok a cuyos padres había secuestrado D’Ken, el Magestor del Imperio Shi’ar, desencadenó la guerra. Vulcan tuvo que enfrentarse durante la misma al superhéroe Rayo Negro, emperador de los Inhumanos, y los kree decidieron detonar un dispositivo llamado T-Bomb que produjo la Falla, un peligrosísimo agujero en la estructura de la realidad en forma de lágrima hacia universos alternativos**; sobre todo, hacia el siniestro Cancerverso.