Marta pensó que no podía tener más mala suerte cuando, dos semanas después de que se declarara el estado de alarma por el coronavirus, tuviera una erupción en la piel. Al principio pensó que no era nada, pero los picores iban a peor con los días y le llegaron a casi todo el cuerpo. Mientras, las urgencias en Madrid, su ciudad de residencia, estaban colapsadas. Ni siquiera se recomendaba a las personas con síntomas de la COVID-19 que acudan a los centros médicos. Solo para urgencias. Una amiga de Marta fue la que sacó el tema: ¿por qué no le preguntas a un médico por Whatsapp? Le pasó el número de un dermatólogo y, dos horas después, Marta estaba teniendo una videollamada con el doctor, enseñándole la erupción. "No caí en que se podía hacer así. Supongo que en otros casos será difícil tener una consulta por videollamada, pero a mí me ha funcionado bien", explicó.
Con la llegada de las nuevas tecnologías, los hábitos han cambiado. Ya casi nunca vamos a las sucursales de los bancos para realizar las gestiones porque todo lo podemos hacer desde la aplicación. ¿Está pasando lo mismo con los médicos en algunos casos? En la sanidad privada, este método lleva 10 años implementado. "Si podemos solucionar cosas a distancia, lo hacemos para que no tengan que desplazarse si no es necesario. Les pedimos que vengan para una evaluación inicial pero luego las revisiones las hacemos por teleconferencia por teléfono", explicó Ángel Aledo Serrano, neurólogo de la Clínica Corachán.
En su especialidad hay cosas en lo que es complicado evaluar el estado de un paciente a través de una cámara o una llamada porque es importante poder ver cómo la persona mueve los ojos y su manera de hablar si tiene lesiones neurológicas. "Hay muchas de esas cosas que no se pueden hacer por telemedicina. Pero una vez que has evaluado al paciente en una primera consulta, se puede hacer seguimiento y evolución. Por ejemplo, explicar los resultados de una resonancia, o evaluar una analítica de sangre", dijo en entrevista con Hipertextual.
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Sin embargo, tanto en el ámbito privado como en el público, existen varios retos para conseguir la implementación de este método. En primer lugar, Aledo Serrano apunta a una brecha por la cultura social que se basa en el contacto estrecho humano, que puede ser incluso mayor en personas de avanzada edad. La otra gran brecha porque el acceso a los dispositivos está limitado en ciertos lugares del país o contextos sociales.
Dentro del ámbito digital, los desafíos son mayores dentro de la sanidad pública. David García, neurólogo del Hospital Clínico Universitario de Valladolid y representante de la Sociedad Española de Neurología, apuntó que en muchos centros, las historias clínicas todavía están en papel, lo que no permite hacer un seguimiento del paciente telemáticamente. "En algunos hospitales los puedes pedir pero a veces están en un archivo externo. Pero aunque el hospital tenga un sistema informático, a veces no es lo suficientemente avanzado y no permite un acceso remoto".
Además, muchos médicos de la sanidad pública no han tenido hasta ahora una agenda en la que se contemple un tiempo determinado para llamar a los pacientes y se ha dado total prioridad a las consultas físicas. "Debería darse el valor que se merece", subrayó el neurólogo. Sin embargo, en el último mes, la telemedicina ha avanzado a pasos agigantados. Desde la llegada del coronavirus y el colapso de los hospitales, muchos profesionales de la salud están llevando el seguimiento de los casos por teléfono para evitar que los pacientes corran riesgos innecesarios al acudir a un centro médico. Carlos Mateos, vicepresidente de la Asociación de Investigadores en eSalud en España (AIES), apuntó que existen diferentes informes que apuntan a un adelanto de 5 años en la telemedicina por el coronavirus.
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No obstante, estos avances siguen estando más presentes en la sanidad privada. "Se han visto muchas iniciativas, desde las aseguradores hasta médicos que ofrecen teleconsulta. La receta privada electrónica ya ha sido aprobada también y varias empresas van a impulsarla. Pero en el sistema público yo no he visto nada en este sentido", dijo a Hipertextual.
Como comentábamos, la crisis actual por la COVID-19 puede marcar un antes y un después y, en opinión de Mateos, no quedará otro remedio que fomentar todavía más la telemedicina en la sanidad pública. Cuando se levante el estado de alarma y podamos volver a una vuelta a la rutina de manera progresiva, las listas de espera en los hospitales se pueden multiplicar porque muchas personas llevan meses sin acudir a su médico.
Una manera para atender y acelerar eso es la teleconsulta. Si a la gente le dan posibilidad de que las atiendas con mayor rapidez, al menos para una primera valoración, la acogida va a ser muy alta".
Además de la telemedicina, en la época post-coronavirus aumentaría también la presencia de los chatbots, sobre todo en el ámbito privado. En el mismo contexto de una posible saturación de las citas, se podría descongestionar con el chatbot para preguntas menores antes de acudir al médico. A pesar de que es un método que no se utiliza de manera generalizada, cada vez hay más que han sido utilizados para miles de preguntas, lo que aumenta su capacidad de respuesta y los hace más efectivos.
¿Tendría una segunda cita con su doctor?
Existen numerosos estudios sobre la eficacia de la telemedicina y la opinión de los pacientes. A pesar de que algunos no son concluyentes, en otros sí se ha registrado el mismo grado de satisfacción en una consulta física y digital. Sin embargo, los expertos consultados acuerdan que una mayoría está a favor de la implementación de la telemedicina. María Ángeles Medina, vocal de la Asociación de Salud Digital (ASD) y presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria explicó que en el centro en el que trabaja tiene la suerte de contar con la tecnología necesaria para llevar a cabo un seguimiento de los pacientes a través de la tecnología.
Tenemos hasta pacientes hiperfrecuentadores de la plataforma de comunicación digital. Lo que hace falta es formación, dotarlos de esta capacitación para que sean más diestros a la hora de utilizar la telemedicina. ¿Qué abuelo de España no está haciendo ahora videollamada de Whatsapp para ver a sus nietos todos los días? Cuando a ti te dan un Rolls Royce te adaptas rápido, ¿que tienes un Seat Panda? También te adaptas pero cuando algo va bien y te saca las castañas del fuego, lo haces más rápido.
Medina trata de 25 a 30 pacientes al día a través de la plataforma, la mayoría de ellos por teléfono, gracias al cual resuelve el 80% de los casos. En el otro 20%, es necesario que el enfermo o enferma acuda al centro para poder confirmar el diagnóstico. En la plataforma, la doctora no tiene acceso a videollamadas pero, si en un futuro puede llegar a tenerlo, el número de casos resueltos podría ser mayor. "No podemos volver a tener las salas de espera llenas de gente cuando podemos tener una agenda virtual para llamar a nuestros pacientes y atenderlos por videollamada", destacó.
El cambio es inminente. A pesar de los estragos de la crisis, van a quedar muchas cosas buenas, continuó Medina, y los que hasta ahora eran escépticos de la eficacia de la telemedicina tendrán que subirse al carro. Pero también sería antiético no hacerlo porque si existen las herramientas para que las prácticas médicas mejoren y dé seguridad y garantías al paciente, ¿por qué no se deben de utilizar?, se pregunta la doctora. "La telemedicina es una herramienta y si no la empleamos estaríamos faltando al código deontológico".
El estado de alarma y la cuarentena está durando más de lo que se podía prever hace un mes. Todavía no tenemos fecha de salida pero, mientras tanto, cada vez más médicos y pacientes están teniendo consultas online y seguimientos de sus patologías o enfermedades. Y, cuanto más tiempo pase, más se habrá acostumbrado la población a este método. Medina concluye que debemos ser conscientes de que los esquemas anteriores a esta pandemia ya no son válidos. "El que no lo entienda se va a quedar atrás".