Parece que ha pasado una eternidad desde que conocimos por primera vez la existencia del SARS-CoV-2, ese coronavirus que actualmente tiene a dos tercios del planeta confinado y a prácticamente todo el mundo preocupado por su expansión. Sin embargo, hace poco más de tres meses que conocemos su identidad.
Desde entonces se han publicado numerosos estudios científicos dedicados a conocerlo un poquito mejor, con el fin de dar con los mejores métodos para combatirlo: su genoma, sus síntomas, su modo de infectar a las células, su origen, la manera en la que afecta a los niños… Son muchísimas las cuestiones que se han abordado sobre esta nueva amenaza mundial. Al igual que ocurre con algunos ensayos clínicos, la burocracia necesaria para llevarlos a cabo, y también para publicarlos, se ha acelerado notablemente, dado lugar a muchísima información interesante sobre el tema. Pero debemos tener cuidado con qué consideramos válido y qué no.
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Muchos medios de comunicación han publicado estos días información de preprints, o lo que es lo mismo, estudios sin revisión por pares. Este es un asunto muy conocido en ciencia, y en investigación en general, pero que se puede escapar al lector. No obstante, no deja de ser importante, pues supone un dato muy necesario a la hora de tener en cuenta los datos vertidos por ese trabajo. Ahora bien, ¿a qué hacen referencia exactamente esos conceptos?
Revisar es importante
Cuando un investigador o un equipo de ellos terminan un estudio, llega el momento de enviarlo a una o varias revistas para su publicación.
En un primer momento el “manuscrito” es evaluado por el editor jefe o un editor asociado, que realizará un primer análisis para comprobar datos básicos, como que la temática se corresponde con la de la revista en cuestión o que el formato es el adecuado.
Si considerara que alguno de estos puntos no es correcto podría rechazarse directamente. Si no es así, pasa al proceso conocido como revisión por pares. En él, uno o varios expertos en la temática del estudio analizan su contenido de una forma mucho más exhaustiva.
En este punto no basta con un buen formato. El desarrollo debe ser adecuado y sólido, el contenido riguroso y la metodología correcta. Además, también se tienen en cuenta la importancia y la originalidad de los hallazgos obtenidos. No es lo mismo un estudio sobre algo muy novedoso que uno que no aporta nada nuevo al campo de investigación que trata.
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Aunque esto no siempre es así, por lo general la revisión por pares se lleva a cabo mediante un proceso conocido como “doble ciego”. Esto quiere decir que los revisores no conocen en ningún momento quiénes son los autores del estudio y a su vez estos tampoco cuentan con información sobre la persona o personas encargadas de revisar su trabajo.
Una vez que estos han analizado el estudio, pueden ocurrir tres cosas: que lo rechacen directamente, que lo acepten sin correcciones o que propongan correcciones de cara a una o varias revisiones posteriores. En caso de que se acepte, esto último es lo más frecuente, pues rara vez se admite sin cambios para su publicación.
Diferentes revistas
El nivel de exigencia depende mucho de la revista en cuestión. Hay algunas más laxas que otras, pero precisamente por eso las más prestigiosas son aquellas en las que es más difícil publicar. Es el caso, por ejemplo, de medios como Nature, en los que se publica un porcentaje muy bajo de los manuscritos recibidos.
Por otro lado está el caso de las revistas en abierto, como PLOS One. En estas, se hace solo un análisis muy superficial, en el que se comprueba que no haya fallos importantes o que se haya desarrollado una buena metodología. Una vez evaluado esto, se publica en abierto, de modo que sean los lectores, muchos de ellos expertos en el área, los que actúen como revisores.
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Finalmente, y es aquí donde entran en juego los estudios sobre el coronavirus, está el caso de los preprints, publicados en medios como arxiv.org. En este caso, se trata de estudios que se han enviado para su revisión; pero que, mientras que se lleva a cabo todo el proceso, se publican con una intención similar a la de las revistas en abierto.
Un proceso de revisión por pares puede ser muy largo. De hecho, si requiere varias revisiones puede llegar a durar incluso años. Cuando se trata de un tema tan importante como el de la COVID-19, es importante que toda la información que haya esté disponible para que los epidemiólogos, sanitarios e investigadores que trabajan en busca de tratamientos o vacunas puedan estudiarla. No obstante, deben hacerlo siempre sin olvidar que se trata de un trabajo sin revisar y que, como tal, la información aún no está suficientemente contrastada.
Por eso, también es importante que aquellos medios de comunicación que decidan recurrir a un estudio de este tipo se lo indiquen al lector si es posible, ya que esto le ayudará a saber que la información no puede tomarse como definitiva. En realidad, en un asunto como el del coronavirus, en el que lo que conocemos cambia continuamente, ni siquiera el estudio mejor revisado debe tomarse como tal. La ciencia es así. El conocimiento que nos aporta evoluciona y se somete a cambios, a medida que se van colocando nuevas piezas. Por eso no es extraño que tanto los datos como las medidas relacionadas con el SARS-CoV-2 cambien tanto y tan deprisa. No se trata de mentiras, sino de que cada vez conocemos mejor al coronavirus. Por eso hay que saber cuándo debemos extremar la cautela.