Puede parecer raro que algo tan simple como un buen lavado de manos sea una de las armas más eficaces de las que disponemos para combatir la actual pandemia de coronavirus. Sin embargo, está más que demostrado que, si se hace correctamente, contribuiremos a degradar con gran eficacia la capa lipídica que envuelve su ARN, acabando así con su capacidad de infección.

Para ello es importante usar jabón, o gel hidroalcohólico si no hay más remedio, y frotar correctamente toda la mano, durante al menos 30 segundos. Pero nuestra estrategia defensiva no acaba después de enjuagar la espuma jabonosa sobre nuestra piel. También es importante secar correctamente y para ello no vale cualquier cosa.

Mejor con toallas de papel

Por mucho que nos esforcemos en lavar las manos correctamente, siempre puede que dejemos algo de coronavirus aún activo en nuestras manos.

Quizás la carga viral no sea suficiente para producir una infección, pero también podría ser que sí. Por eso, antes de tocar nuestra cara o cualquier superficie que pueda facilitar el contagio por contacto de otras personas, debemos secar correctamente. Esto también ayuda a retirar parte de los patógenos que todavía puedan quedar en las manos o el agua, ¿pero cuál es la forma más eficaz?

Si tenemos en cuenta que parte de esos patógenos podrían pasar al elemento que utilicemos para secarnos, utilizar una toalla de tela, especialmente si la compartimos con otras personas, puede no ser una buena opción. Si en casa hay una persona enferma o sospechosa de estarlo debe usar papel o, al menos, tener su propia toalla. Si no es el caso se podría intentar usar cada vez una zona diferente de la toalla y, sobre todo, cambiarla con regularidad, pero el papel desechable continúa siendo una opción mucho mejor. Ahora bien, ¿qué pasa con los secadores de aire caliente?

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Para comprobar si eran mejores o peores que las toallas de papel, un grupo de científicos de la Universidad de Leeds y el Hospital de Enseñanza de Leeds NHS Trust, ambos en Inglaterra, llevaron a cabo un experimento en el que se comparaban las dos opciones, usadas en el baño de un hospital.

Los participantes del estudio se contaminaron las manos con bacteriófagos, un tipo de virus que infecta a las bacterias, pero no causa ningún daño en humanos, y a continuación pasaron a lavarse las manos incorrectamente, sin prestar atención a la eliminación de patógenos. A continuación se secaron, unos con toallas de papel y otros con aire caliente, y luego comenzaron a tocar varias superficies de uso común, como pomos de puertas o barandillas.
Cuando los investigadores analizaron la presencia de virus en las superficies, comprobaron que el simple hecho de secar las manos ayudó a reducir notablemente la cantidad de estos patógenos, tanto en las manos como en los objetos que tocaron. Sin embargo, la proporción no fue la misma con ambos métodos de secado, ya que en 10 de las 11 superficies la contaminación fue mayor después del uso del chorro de aire caliente.

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Estos científicos planeaban presentar sus resultados en Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID), que se iba a celebrar en París; pero que, como tantos otros eventos, ha sido cancelado a causa de la pandemia por coronavirus. Por eso, han expuesto sus conclusiones en un comunicado de prensa, en el que inciden en que el paso de mayor importancia es el lavado correcto de manos; pero que, por si acaso, también es importante secarlas bien. Y para eso lo mejor es usar una toalla de papel.

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