Aunque pueda parecernos de lo más cotidiano y habitual, lavarse las manos con agua y jabón por motivos higiénicos, se trata, en realidad, de una práctica relativamente reciente en la historia de la humanidad. De hecho, las personas comenzaron a lavarse las manos para evitar la transmisión de enfermedades infecciosas hace apenas dos siglos. Solo desde que científicos como Semmelweis, Pasteur o Lister descubrieran la importancia de la higiene y que detrás de muchas enfermedades se escondían microorganismos invisibles para el ser humano (la teoría microbiana de la enfermedad), medidas como el lavado de manos se extendieron por la sociedad occidental del siglo XIX.
La historia de los geles y soluciones hidroalcohólicas (SH) para la higiene de manos es mucho más reciente. Fue la enfermera Lupe Hernández, que residía en Bakersfield (California) quien inventó en 1966 una nueva forma de desinfectarse las manos sin tener que acudir al lavabo para usar agua y jabón: los desinfectantes para manos. La idea le llegó mientras estaba estudiando para ser enfermera, cuando se dio cuenta de que la administración de alcohol en gel podía ser un método efectivo para eliminar la mayoría de microorganismos en las manos.
Durante muchas décadas, las SH se utilizaron casi exclusivamente en hospitales y centros de salud. Gracias a estas soluciones y geles, se consiguió disminuir las enfermedades infecciosas transmitidas en centros sanitarios. ¿Por qué? Porque estos productos permitían a los profesionales de la salud desinfectarse las manos de forma rápida y cómoda, sin tener que acudir al lavabo constantemente. Con una idea tan simple se combatía una de las principales formas de contagio de muchos microorganismos patógenos, que se transmitían desde las manos de los profesionales sanitarios.
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Tres décadas después de la invención de las SH, a finales de los años 90, estas saltaron del ámbito sanitario para llegar a la población general. Diferentes empresas comercializaron productos desinfectantes para las manos en la vida cotidiana y desde entonces su popularidad ha ido en aumento hasta nuestros días. Aunque las SH no sustituyen al lavado con agua y jabón porque no limpian (y si las manos no están limpias, tampoco desinfectan), se han convertido en un recurso excelente para la higiene de las manos cuando no hay un lavabo cerca.
Los geles y soluciones hidroalcohólicas contienen, como su propio nombre indica, alcohol (casi siempre etílico, pero puede ser también isopropílico o propílico) en un elevado porcentaje, que suele estar entre el 60 y el 95 %. En general, las SH con un porcentaje de alcohol menor del 60 % no se consideran efectivas para desinfectar y destruir a la mayoría de bacterias. Esta elevada cantidad de alcohol, junto al hecho de que los profesionales sanitarios se ven obligados a desinfectarse las manos con mucha frecuencia en su jornada laboral, sembró el rumor de que era posible dar positivo en un test de alcoholemia por el uso de SH.
¿Es realmente posible que el alcohol de las soluciones hidroalcohólicas, que se aplican en las manos, pueda absorberse de forma significativa en el cuerpo humano hasta el punto de que el alcoholímetro indique que has tomado unas copas de más? Justo esta pregunta es la que han tratado de responder diferentes estudios científicos, que han puesto a prueba la cuestión desde diferentes perspectivas. No hablamos de beberse directamente la botella de gel de manos, algo que puede provocar borrachera, sin lugar a dudas. Así lo documentó esta carta de la revista The New England Journal of Medicine que describía a un preso que se emborrachó en la cárcel bebiéndose una botella de SH con un elevado porcentaje de alcohol, y que terminó "sermoneando a todo el mundo a su alrededor sobre la vida".
Dos estudios realizados en el año 2016 arrojan información de interés sobre el potencial de las SH para dar positivos en alcoholemia. Un artículo publicado en la revista American Journal of Infection Control mostró qué ocurría cuando los profesionales sanitarios usaban SH para desinfectarse las manos bajo distintas circunstancias. En todas ellas se detectó que había alcohol presente en el aliento de los profesionales hasta un minuto después del uso de las SH, siendo posible dar positivo en el test de alcoholemia. Debido a ello, los autores aconsejaban al personal sanitario usar agua y jabón para las manos si tenían que pasar por algún control de alcohol.
Otro estudio, publicado en la revista Canadian Journal of Anaesthesia, también encontró resultados similares a la investigación anterior. En esta ocasión los profesionales sanitarios eran anestesistas que, durante cuatro horas, se desinfectaron las manos con SH al 70 % de etanol según las recomendaciones "los cinco momentos para la higiene de manos" de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estos cinco momentos consisten en lavarse o desinfectarse las manos antes de tocar a un paciente, antes de realizar procedimientos limpios o asépticos, después de exponerse o estar en riesgo de exposición a fluidos corporales, después de tocar a un paciente y después de tocar los alrededores de un paciente.
Siguiendo estas directrices de la OMS, de los 10 anestesistas voluntarios, 6 dieron positivo en el alcoholímetro a los dos minutos de haberse aplicado SH y uno de ellos superaba el límite permitido para conducir en Nueva Zelanda. Sin embargo, para comprobar los resultados, también se realizaron análisis de sangre y en estos tests no se detectó alcohol en sangre en ninguno de los médicos.
¿A qué se debe esta contradicción? Según han observado diferentes investigaciones, la absorción de alcohol a través de la piel es mínima, aún usando SH en gran cantidad. Además, es muy raro encontrar metabolitos del alcohol en orina y en sangre en sujetos que habían usado SH en abundancia. La clave de la cuestión está en la inhalación de los vapores de las SH al aplicarlas sobre las manos. Estos vapores, que contienen alcohol, pasan a diferentes zonas de las vías respiratorias y se mantiene ahí durante un breve periodo de tiempo. Por eso, los autores aconsejan que, si se va a realizar un test de alcoholemia, se haga tras haber esperado mínimo 15 minutos tras haber usado SH y, si hay resultado positivo, debería comprobarse mediante un test en sangre que descartaría la presencia de alcohol.
Estudios forenses han observado que un uso desafortunado de SH justo antes de un control de alcoholemia puede jugarte una mala pasada con un resultado positivo sin haber bebido ni una gota de alcohol. Sobre todo si se usan SH cerca del alcoholímetro, ya que el vapor con alcohol puede distorsionar el resultado real. En estos casos, la policía de diferentes países tiene la obligación de esperar durante un tiempo mínimo de 15-20 minutos o confirmar la prueba con un test en sangre para asegurarse de que no es un falso positivo. No está de más saberlo para evitar sorpresas inesperadas y desagradables.