Cuando uno viaja al extranjero, lo último que piensa es que, al volver, su país estará en estado de alerta por una pandemia mundial. Naturalmente, ni Ariadna ni sus compañeros de clase consideraron este escenario cuando decidieron que Grecia era el mejor destino para su viaje de fin de curso. A principios de marzo, empezó lo que pensaban que sería una gran despedida del año escolar. ¿Qué podía salir mal?

Cuando volaron hacia territorio helénico, el coronavirus ya era conocido por todos y en Italia ya estaba sufriendo las consecuencias de los contagios. En España, sin embargo, tendrían que pasar varios días hasta que llegáramos hasta ese punto. Hasta que Pedro Sánchez decretó el estado de alarma, se instauró la cuarentena y se cerraron las fronteras terrestres. Mientras tanto, Ariadna y sus amigos encontraban una manera de volver a España.

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"Nos cancelaron el vuelo el lunes porque ya no había vuelos directos entre Grecia y España. Nos dijeron que nos reubicarían en otro vuelo con escala pero no nos aseguraron que podíamos volver", explicó Ariadna.

Sus profesoras se pusieron en contacto con la embajada en Grecia, donde les aseguraron que estaban haciendo todo lo posible para que los alumnos pudieran volver a sus casas. A pesar de que las fronteras aéreas no han sido cerradas, una mayoría de los vuelos han sido cancelados. Hasta pensaron en otras medidas para poder entrar en el país, como aterrizar en otra ciudad y coger un autobús hasta sus casas. "Estábamos bastante agobiados aunque al principio no queríamos pensar que un virus estaba afectando tanto a España. Era surrealista", dijo la estudiante para Hipertextual.

Tanto las profesores como los alumnos tuvieron que estar operativos en todo momento hasta que recibieran la llamada que les devolvería a España. Finalmente, el lunes, la compañía contactó con ellos y les notificó que en 15 minutos les recogería un autobús que les llevaría al aeropuerto. Habían conseguido reubicar a la mitad de la clase, entre ellos a Ariadna, en un vuelo a Londres y otro hasta Barcelona. Sin embargo, la otra mitad sigue en Grecia, a la espera de que la compañía encuentre otra conexión para ellos.

A las hermanas Vargas, la noticia del estado de alarma en España por el coronavirus les llegó en Japón. Vieron la comparecencia de Pedro Sánchez mientras hablaban con su familia por FaceTime. Cuando llegaron a Tokio, hacía casi dos semanas, no podían imaginar que la crisis llegaría hasta ese punto. Minutos después del discurso del Presidente del Gobierno, la compañía KLM les envió un mensaje de que uno de sus vuelos para volver a España había sido cancelado.

"El problema de todo esto es que hay mucha gente en esta situación. Se colapsó todo y no hemos podido contactar con ellos”, explica Aga. Su hermana, Anna, facilitó una parte del mensaje que recibieron por parte de KLM:

Las autoridades locales de tu destino han comenzado con restricciones de entrada debido al cornavirus. En este momento todavía no está claro cuando vamos a poder funcionar con normalidad y cuando estas restricciones terminarán. Por tanto, actualmente somos incapaces de ponerte en otro vuelo. Por supuesto tu reserva será válida durante los próximos 6 meses así que puedes estar seguro que podrás viajar más tarde".

Aga y Anna hasta se plantearon quedarse unos meses en Japón, hasta que la situación se tranquilizara, pero era imposible ponerse en contacto con la aerolínea para cambiar el vuelo. Finalmente, fueron reubicadas en un vuelo a Madrid, hacia donde están volando en el momento de la publicación de este artículo.

Persona tomando una foto
Imagen: Alicia Steels.

Un desenlace feliz, dentro de lo que cabe, que comparten con Sara, Eva, Ana y Teresa, cuatro jóvenes que volaron a Tailandia el pasado día 4 de marzo sin prever –cómo iban a hacerlo– el caos organizativo que experimentarían para regresar a una España con sus cuarenta y siete millones de habitantes en cuarentena.

Fue a mitad del viaje cuando la situación comenzó a tomar un cariz más oscuro, a medida que las noticias que llegaban desde la Península revelaban la gravedad de la extensión del COVID-19 en el territorio. "Aquí [Tailandia] todo estaba perfecto, no nos dábamos cuenta de la magnitud del problema". El pasado martes por la noche, sin embargo, "nos llega un correo de Royal Jordanian avisando que habían cancelado nuestro vuelo de vuelta", explica Sara.

A partir de entonces, caos. Organizar la reubicación de un vuelo internacional puede llegar a ser una tarea extremadamente complicada dentro de un contexto habitual, conque es fácil imaginar los enredos que pueden derivarse de la misma situación en un momento de incertidumbre marcado por la pandemia.

En este caso, su operativa se ha visto lastrada también por la poca colaboración ofrecida desde la citada aerolínea, a la que han tenido que contactar en numerosas ocasiones y por diversos medios. Con las fronteras jordanas cerradas a los ciudadanos españoles, "Las únicas opciones que nos daban eran o volvernos más tarde del 31 de marzo, que si la cosa empeoraba podría ser incluso más adelante, o devolvernos el dinero en un billete electrónico para usarlo solamente con Royal Jordanian, que a nosotras no nos interesaba".

Apunta también que desde la embajada no les han dado "ninguna facilidad" para ofrecer información adicional o ayudar en su regreso. Tras muchas gestiones y trámites por parte de la aerolínea, el pasado lunes día 16 de marzo, por la noche, les ofrecieron un vuelo con Qatar Airways para volver a España, cubriendo la ruta Bangkok - Doha - Madrid. Una ruta que podrán cumplir, finalmente, a pesar de que haber tenido que adelantar (con la correspondiente cancelación de pasajes ya adquiridos) un vuelo adicional desde Krabi –donde se encuentran– hasta la ciudad capital tailandesa.

Ariadna, las hermanas Vargas, Sara, Eva, Ana y Teresa han conseguido que sus vuelos fueran reubicados y están, o lo estarán pronto, en España. Muchos otros, sin embargo, siguen intentándolo.

Encerrados en Europa

Oier es un donostiarra afincado en Cracovia, Polonia, donde trabaja para una de las fintech más importantes del sector. Allí llegó hace dos semanas, proveniente de Noruega, donde residía antes. Nada se imaginaba de la crisis que se precipitaría apenas unos días después de su llegada a suelo polaco.

Tras decretarse allí los cierres de colegios, establecimientos de servicios no esenciales y la clausura de algunas de sus fronteras, Oier asegura que la actuación del Gobierno polaco ha sido mucho más eficiente y rápida que la del español, algo que también le impide ahora volver a España, ante la expectativa de ver por delante semanas de parón absoluto. Según afirma, está "completamente estancado" ante las pocas posibilidades de desplazamiento disponibles a día de hoy y la cambiante situación, donde apenas unas horas de diferencia pueden suponer el tener o no tener la posibilidad de, como dice, acudir a Berlín –ciudad más cercana con vuelos directos a España– para regresar a nuestro país.

Buena parte de su enfado lo dirige hacia los organismos españoles en Polonia: "¿Qué está haciendo el Gobierno y la embajada? Nada". El procedimiento que se está siguiendo, relata, es derivar a una aerolínea privada, pero que tampoco supone una solución fiable porque "está organizando un vuelo a Málaga y otro a Barcelona, pero cuando se llene el avión, y en ningún caso se ofrecen ellos para intermediar con la aerolínea. Entonces, yo digo: ¿qué hace la embajada por mí?".

Una situación que contrasta con los planes del Gobierno local para traer de vuelta a los ciudadanos que quieran regresar a su país. "Ahora mismo, los polacos que están fuera de Polonia ya tienen un plan organizado por el Gobierno polaco para volver", explica. "Saben cuándo pueden volver, cómo pueden volver... Nosotros no sabemos nada".

Encerrado en otro país, a miles de kilómetros de distancia, se encuentra Enrique, un estudiante madrileño residente en Florencia que se vio el volver a España como la mejor opción tras el cierre de los locales comerciales en Italia, también asolada de manera cruenta por el virus. Además, "Pasar estos momentos con mi familia también motivaron mi intento de vuelta", cuenta.

"Admito que hay gente en peor situación que yo, ya que conozco el país y tengo un sitio donde dormir, pero me pongo en el lugar de los turistas o simplemente personas que por cualquier motivo hayan querido volver a su lugar de residencia en España y se han encontrado atrapados en Italia". Porque la realidad es que, tras muchos intentos, Enrique parece atrapado en el país hasta que la situación vuelva a normalizarse.

Su primer traslado a Madrid, desde Florencia, quedó cancelado tras la suspensión de vuelos entre ambos países "de un día para otro". Siguiendo los avisos de los consulados de Italia, intentó regresar a España haciendo antes escala en otro país europeo, pero el plan tampoco fue fructífero. "Intenté volar a Múnich desde Florencia para poder llegar a Madrid desde Alemania", explica, antes de revelar que ese vuelo también fue cancelado con un día de antelación. Tras ello, en un una última apuesta a la desesperada, se lanzó a forzar su llegada a Alemania en tren. Pero ni por esas: "Ese mismo día, Austria decidió cortar el paso fronterizo en Brennero y todos los trenes de la ruta Venecia - Múnich se cancelaron hasta nuevo aviso".

Con infinidad de complicaciones en las rutas y unos precios que no dejan de subir en las pocas combinaciones existentes, "he aceptado quedarme en Italia por miedo a quedarme atrapado en otro país haciendo escala", expresa Enrique. "No he tenido ningún tipo de respuesta del Consulado, aunque supongo que ellos puedan estar a la vez muy desinformados".

"Cada día que pasa resulta más complicado moverse dentro de un país, imagina llegar a otro", concluye. Ellos son, también, los afectados por una pandemia que aún no tiene un fin previsible.

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