Para Ana Arroyo, la última semana no le ha caído como un jarro de agua fría, dice que ha sido directamente una hostia con la mano abierta y bien dada. El pasado sábado 21 de marzo, su padre murió de coronavirus durante su internamiento en la Residencia Sanitas Carabanchel, según explicó a Hipertextual. La familia no ha podido abrazarse, ni organizar un entierro, cómo está ocurriendo en los casos de fallecimientos por la COVID-19. Esta situación, sin embargo, se suma a los problemas de comunicación entre la familia y el centro.

Antes de que le notificaran la muerte, Sanitas le habló a Ana de una aplicación que estaba disponible para los familiares para informar acerca del estado de los internos. Días después, Ana no había podido hablar con su padre y la empresa no le había enviado todavía el enlace a la app.

Desde que la COVID-19 está causando estragos en España, donde el número de contagiados y muertes no ha empezado a descender todavía, las residencias de ancianos están en el punto de mira. En primer lugar, porque las personas mayores son las más vulnerables a contraer el virus y corren más peligro. En segundo lugar, porque la crisis por el coronavirus ha puesto en evidencia la falta de personal sanitario en estos centros y nos ha dejado tragedias como la muerte en pocos días de más de 20 personas en una residencia de Leganés.

Muchas familias con seres queridos en una residencia están viviendo esta situación desde fuera, sin poder tener contacto físico por la cuarentena y el estado de alarma decretado por el Gobierno de Pedro Sánchez. Pero, además, en algunas residencias y en casos como el de Ana, el contacto por parte del personal del centro es mínimo. "Si no llamas tú, nadie te dice nada. Y muchas veces no puedes hablar con tu familiar porque los auxiliares están hasta arriba. Lo que deberían hacer, no ellos sino los directores de la residencia, es llamar uno a uno a los familiares e informales", dijo Ana Arroyo para Hipertextual. Añadió que muchas personas que ella conoce no saben nada de su padre, madre, hermana o marido desde la semana pasada.

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Días antes del fallecimiento, el departamento de calidad de Sanitas se puso en contacto con Ana para comunicarle que a través de la aplicación disponible podría estar al tanto de las novedades en la salud de su padre. "No me lo enviaron hasta después de su muerte y además no podía meterme porque me daba error", continuó. Finalmente, pudo acceder y ha compartido con este medio los resultados de este servicio, en el que se puede acceder a la información del estado de la persona internada día por día. Sin embargo, en muchos casos los datos no están actualizados. Además, muchos son erróneos. El día 21 cerca de las 17:00 horas, su padre falleció. Sin embargo, ese mismo día, la app informa que su padre ha comido satisfactoriamente la merienda y la cena.

"No me parece mal que exista una app pero no en esta situación. Ahora hay que llamar a cada familiar para informarle", denuncia Arroyo. Por otro lado, subrayó que este método es complicado de utilizar para las personas de edad avanzada. En el caso de la centro donde su padre estaba internado, explicó que la mayoría de familiares de los residentes eran cónyuges, hermanos o hijos. "Por ejemplo, mi madre no sabe ni utilizar WhatsApp y otra mujer que conocemos tiene a su marido dentro de la residencia pero tiene más de 70 años y cómo va a saber utilizar la app".

Hipertextual se ha puesto en contacto con Sanitas para saber más acerca del funcionamiento de la app. La empresa afirmó que en este contexto de crisis "la app que ya era utilizada por numerosos familiares ha aumentado de manera considerable las descargas".

Asimismo, han afirmado que el caso de Ana Arroyo es aislado y que la empresa ha comprobado el funcionamiento de la aplicación y no han encontrado ningún fallo esta última semana. Añadieron que la mayoría de comentarios de los usuarios son positivos y que existe un número de teléfono para que los familiares puedan informar acerca de las incidencias que se puedan reportar en la app.

Por otro lado, indicaron que están fomentando la comunicación entre los familiares, así como videollamadas, para intentar que la ansiedad se reduzca en medio del auge de contagios por coronavirus.

Al respecto, Miguel Vázquez, presidente de la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores en Residencias (Pladigmare) aclaró para Hipertextual que en otras residencias públicas como la Adolfo Suárez, ubicada en San Blas, el personal informaba a los familiares a través de un correo diario, videollamadas y de un grupo que crearon en Telegram. En la app de mensajería, se enviaban vídeos de todos los residentes. "Pero últimamente la información es cada vez peor. Es una situación descontrolada por la falta de personal, que hemos venido denunciando siempre pero se ha puesto más en evidencia. Si no pueden atender a las personas mayores no pueden atender los teléfonos ni facilitar las videollamadas".

Sin embargo, en algunos centro se sigue facilitando la comunicación a través de diferentes aplicaciones. Es el caso de Antonio y de su madre, que se encuentra sana en la residencia Vitalia, en Parla. El familiar, que ha que ha preferido mantener su nombre completo en el anonimato, afirmó que los auxiliares llaman asiduamente a los familiares a través de diferentes aplicaciones para que puedan hablar con sus seres queridos internados. "Hasta esta semana nos llamaban sólo por teléfono. La problemática es el exceso de demanda de familiares que quieren hablar. Todos llamábamos y se acumulaban, había días en los que no podía hablar con mi madre". No obstante, el contacto sigue siendo constante, ahora por videollamada.

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Antonio ha empezado a notar que últimamente el personal de la residencia ha fomentado más la comunicación entre las personas mayores y sus seres queridos. Para él, el objetivo es dar una sensación de seguridad y de que todo está bien en medio del trance en el que se encuentran muchos centros: con poco personal, en algunos casos sin las condiciones higiénicas recomendadas y con un número alto de fallecimientos.

Vázquez, de Pladigmare, añadió que el problema actual es que se está juntando el hambre con las ganas de comer. "Hay mucha opacidad porque el 92% de las residencias en Madrid está en manos privadas. Están evitando lo que les puede perjudicar como negocio si reconocen que están habiendo muchas muertes por coronavirus". Además, declaró, como no hay personal se colapsa todo.

Están reconociendo muertes a toro pasado, pero no dicen que sean por coronavirus. Si no son por coronavirus, ¿por qué son? Porque el número de muertes es superior a la media. Nos tememos lo peor, pueden estar muriendo por inanición, porque no les tratan bien médicamente, porque no llegan. Y eso no significa responsabilizar a los trabajadores, sino a los responsables de las empresas y de las residencias que son los que tienen que tomar medidas".

El virus, descontrolado

Pixabay

Vázquez no es el único que cree que muchas residencias podrían estar escondiendo casos de COVID-19 entre las personas de la tercera edad. Ana Arroyo afirmó que, el personal de Sanitas Carabanchel nunca le dijo que su padre sufría coronavirus, ni siquiera el médico cuando informó a la familia del fallecimiento. No fue hasta que tuvo acceso al certificado médico de la funeraria que Ana leyó que su padre había sido contagiado y que esa fue la causa de la muerte.

Sanitas, sin embargo, sostiene que esa no fue la causa de la muerte.

Alguna vez, la familiar ha podido contactar con una enfermera que trabaja en el centro y ha sido gracias a ella que ha podido conocer la gravedad de la situación dentro de la residencia. "Me dijo que no estaba desinfectando el centro. Yo llamé a la Policía y fue la Guardia Civil a la residencia pero la responsable se mofó, diciendo que cómo no iban a cuidar bien a los enfermos. Después fue la UME a desinfectar".

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Después de la muerte de su padre, tanto Ana como sus familiares no han podido recuperar sus pertenencias. Y seguramente no lo podrán hacer nunca. Su ropa, sus libros, los dibujos que le habían hecho los nietos… "Dije que no quería nada porque todo está lleno de virus. Aunque en la residencia me lo hayan negado", explicó a Hipertextual. Una auxiliar comentó a Ana que la ropa de los fallecidos se estaba llevando a otras habitaciones. Según las recomendaciones sanitarias, existe un alto riesgo de contagio a través de fómites, los objetos que pueden haber sido manipulados por gente por coronavirus. Ana no podrá recuperar las pertenencias de su padre, pero podrían acabar en otra habitación, y el padre de otra chica como Ana podría ser otra víctima del virus que causa estragos en todo el mundo.

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