No ponen inyecciones letales todos los días, no quieren reducir costos al sistema acabando con la vida de pacientes indefensos ni quieren que en España se adopten leyes del nazismo. Desde que inició el debate de la Ley de la Eutanasia en el Congreso de los Diputados, los médicos han estado en el punto de mira porque ellos serían el último escalón para cumplir la voluntad de los pacientes que quieren acabar voluntariamente con su vida.

En la batalla iniciada entre los partidarios y detractores, la dignidad, la ética y la moral son vendidas al mejor postor político. Algunos argumentos recuerdan a los debates durante la aprobación de la ley que regulaba la interrupción voluntaria del embarazo. Ahora, las nuevas versiones han hecho referencia hasta al Tercer Reich y a la ley de la eugenesia. También a un recorte de fondos encubierto, porque dicen que un paciente en cuidados paliativos necesita un tratamiento y un fallecido no cuesta nada.

Eutanasia: por qué el derecho a estar vivo no debería convertirse en obligación

Los médicos están en medio de una batalla entre la voluntad de un enfermo que quiere acabar con su vida por una situación de sufrimiento constante e inevitable, y el poder político que puede permitir que su voluntad se cumpla. "Estamos acostumbrados a las salidas de tono de los fundamentalistas", dijo a Hipertextual Fernando Marín, vicepresidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD).

En algunos debates se ha dado a entender que la regulación de la eutanasia podría cambiar la práctica médica "como si los médicos se dedicaran a poner inyecciones letales todos los días". Sin embargo, en países que ya cuentan con una ley al respecto, varios estudios han revelado que solamente entre un 1% y un 2% de las muertes anuales de deben a la muerte provocada.

"Los fundamentalistas confunden lo voluntario con lo forzado, la eutanasia con el homicidio. Plantean la ley como si el estado hiciera un juicio de valor sobre la calidad de vida de las personas y esto no es así. Te dan permiso para morir si es lo que quieres, no desprecian la vida de los que quieren seguir viviendo", continuó.

Los juicios de valor a los que hace referencia Fernando no son una novedad para nadie. En los últimos años se han conocido casos que han llegado a los medios de comunicación y que han vuelto a poner el tema de la eutanasia sobre la mesa. A pesar de que en esos momentos no existía una ley en miras de ser aprobada, el debate ha dado mucho de sí.

Ramón Sampedro es uno de los rostros más representativos de la lucha para que se reconozca este derecho. El gallego se partió el cuello con 25 años y, después de 30 años en cama, inició una batalla legal para que se médico de cabecera le ayudara a morir. Una batalla que perdió y, finalmente, su compañera Ramona Maneiro le ayudó a ingerir un veneno. Este caso, que fue llevada en la famosa película Mar Adentro, es ahora uno de los supuestos que se contemplan en la ley de la eutanasia. Las enfermedades invalidantes, a pesar de que no vienen acompañadas en todos los casos de un dolor insoportable, suponen un alto nivel de dependencia. "Le puede ocurrir a una persona de 30 años, por ejemplo, y puede ser aterrador para ellos y pueden decidir que no quieren esta vida, no quieren lo que ellos consideran las migajas", explicó Marín.

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En el otro grupo de personas se encuentran aquellas personas con enfermedades terminales y con un pronóstico de vida limitado. Como José Antonio Arrabal, que fue diagnosticado de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Arrabal no quería acabar como un vegetal ni convertirse en una persona dependiente. Antes de perder el control de su cuerpo, decidió quitarse la vida. Antes de hacerlo, denunció en medios de comunicación que tuvo que organizar su muerte de forma clandestina para no causar problemas a su familia.

Estos casos son solos ejemplos. Pero cuando cada uno de ellos sale a la luz, todas las opiniones hacen lo mismo. Los políticos hacen juicios de valor, las agrupaciones religiosas hablan de pecado y muerte. Pero ¿qué piensan los médicos? Según una encuesta realizada por el Ilustre Colegio de Médicos de Madrid (Icomem), 9 de cada 10 médicos están a favor de que se regule la eutanasia en España. En la muestra, solo un 6% se posiciona frontalmente contra la ley.

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"Desde el colegio tenemos que estar preparados si se aprueba la ley. Tenemos que preparar un abanico de información y asesoramiento para que estos profesionales sepan en qué condiciones tienen que aplicar la ley, cómo les vincula y respalda; y luego, los que quieran objetar, tendremos que asesorarles y explicarles cómo pueden hacer el protocolo correspondiente", explicó en entrevista con Hipertextual Miguel Ángel Sánchez Chillón, presidente del Icomem.

A pesar de que una mayoría de los médicos están de acuerdo con que se regule la eutanasia, son conscientes de que hay muchos aspectos por mejorar.

En primer lugar, y siguiendo al línea de lo que comentábamos al principio, uno de los problemas para los médicos es el tratamiento que se le da a la posible aprobación de la ley. "Los argumentos son paternalistas porque dicen ‘¿está usted seguro de que esta persona quiere realmente esto después de haberlo pedido 10 veces?’", apuntó Josep Terés, presidente de la Comisión de Deontología del Colegio Médicos de Barcelona. Añadió:

O el famoso argumento de la pendiente resbaladiza, que se basa en el miedo de cómo se puede utilizar después esta ley. Es la típica frase de ‘¿dónde iremos a parar? Pues que se legisle con inteligencia para que se eviten posibles problemas".

Por ello, para Terés, el único argumento válido en contra de la eutanasia es el que se basa en creencias personales y propias.

En el caso de que la regulación se apruebe, el paciente deberá pasar por varias etapas hasta conseguir que su caso sea aprobado por el que también tendrá que pasar el médico. Una vez se presente una solicitud al doctor, este deberá considerar el caso de manera personal, con su equipo sanitario, con otros médicos y, finalmente, la Comisión de Control y Evaluación es la que tendrá la última palabra. Esta es solo una parte de este proceso que puede ser largo en algunos casos y que es una de las principales críticas de los profesionales consultados por Hipertextual.

Una mayoría aplaude que la ley sea garantista tanto para el paciente que quiere utilizar este derecho como para los médicos. Sin embargo, las etapas han sido calificadas como desproporcionadas. "En otros países se ha demostrado que la ley funciona perfectamente. Esto surge de una desconfianza en los profesionales. ¿Por qué quieren controlarlo antes y después de la muerte del paciente?", se pregunta Fernando Marín, de DMD.

La trampa de los fondos sanitarios

Los argumentos de los detractores de la ley de la eutanasia denuncian que esta ley está centrada en recaudar fondos. Pero la cosa no acaba ahí. También afirman que el problema real de los pacientes es que no hay suficientes recursos en las unidades de cuidados paliativos. O sea, que si estas personas estuvieran bien atendidas no querrían morirse.

En primer lugar, aclaramos que este problema es una realidad en España. La Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal) ha afirmado que el país está a la cola europea respecto a la calidad de estos servicios. Este problema es motivo de alerta, según el presidente del Colegio de Médicos de Madrid, si tenemos en cuenta que, actualmente, en España hay más gente mayor que joven. "Con el tiempo habrá una mayoría de personas en situación de dependencia y tendremos que centrar los recursos económicos en la atención socio-sanitaria", explicó Miguel Ángel Sánchez Chillón.

Sí, el problema existe y no hay que dejarlo de lado. Pero ¿qué tiene que ver este reto con el debate de la eutanasia? Los médicos de los Colegios de Madrid y Barcelona, así como el portavoz de la DMD lo tienen claro: nada de nada.

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"La eutanasia puede tener lugar cuando una persona con una situación vital que considera insostenible no desea seguir viviendo. Eso puede ocurrir con 25 años, con 35 o con 105", continuó Sánchez Chillón.

"Hay una desigualdad social tremenda pero esto no tiene una relación directa con las peticiones para morir dignamente. Si fuera así, habría un porcentaje superior de gente con menos recursos económicos que pide la eutanasia y no es así", destacó Fernando Marín, de la Asociación Derecho a Morir Dignamente.

Los médicos no están en una posición fácil. En ocasiones se habla de su trabajo como si todos los días tuvieron que provocar la muerte de sus pacientes. Sienten que hay una desconfianza hacia ellos a la hora de valorar cada caso. Como si para ellos fuera un plato de buen gusto.

"A ningún médico le gusta tener que practicar la eutanasia a un paciente. De la misma manera que no le gusta tener que interrumpir un embarazo. Pero es la voluntad del paciente, no la nuestra", concluyó Marín.